Por
Pedro Lipcovich
El chico estará bien mientras espera: minicámaras de
video han de monitorearlo permanentemente, la temperatura estará
controlada, recibirá oxígeno y, mediante una mamadera teleguiada,
líquidos hidratantes; tendrá luz y, mediante un micrófono,
la voz de mamá. Estas condiciones, que más bien parecen
propias de una sofisticada terapia intensiva, podrán recrearse
en el fondo de un pozo estrecho, de esos donde a veces caen chicos como
el que terminó falleciendo en San Nicolás en 1998. Dos estudiantes
de ingeniería cordobeses inventaron una sonda de rescate a control
remoto, que no sólo permite prolongar la vida del chico atrapado
sino mejorar las chances de que el personal de rescate tenga éxito
y no quede atrapado a su vez. El aparato, cuyo prototipo será donado
a bomberos voluntarios cordobeses, es el primero de este género
en Latinoamérica.
La sonda de rescate es una esfera de acrílico de 23 centímetros
de diámetro. Contiene una minicámara de video con dos pequeños
motores que permiten moverla en todas direcciones. La esfera lleva también
un parlante, un micrófono y un tubo para enviar oxígeno.
El conjunto pesa 750 gramos y cuelga de una manguera especial. Todo
va colgado de un trípode que se ubica en la boca del pozo, y este
trípode lleva un freno mecánico para que la sonda no caiga
precipitadamente, precisa Matías Stuyck, de 25 años,
uno de los inventores, quienes no han dejado detalle sin considerar.
Primero, los dos estudiantes cordobeses estudiaron cuáles son los
ejes de la problemática de los accidentes por caídas en
pozos. Las tres causas principales de muerte son la asfixia, el
congelamiento y la deshidratación, enumera Fernando Rivoira,
de 26 años, el otro inventor.
Para evitar la asfixia, está el tubo de oxígeno: Si
el chico está consciente, puede llegar a ponerse la máscara
de oxígeno siguiendo las instrucciones que se le den por el parlante;
si no puede autoasistirse, de todos modos el tubo permite renovar el aire
del fondo del pozo.
Para impedir el congelamiento, la sonda puede llevar, como accesorio,
un calefactor que funciona mediante una resistencia térmica. Y
contra la deshidratación hay otro accesorio, que es una mamadera
con líquidos hidratantes. La cámara de video ayuda
a acercar la mamadera a la boca del chico. En estos accidentes, lo más
común es que la víctima caiga de pie, y puede suceder que
quede con los bracitos inmovilizados: en estos casos la mamadera es muy
útil, comenta Rivoira.
Otra importante función de la sonda es que permite a los
rescatadores saber de antemano cómo es el pozo, cuáles son
los peligros. Los inventores han tomado en cuenta que según
estadísticas de Estados Unidos, el 60 por ciento de las víctimas
fatales en estos accidentes está compuesto por personal que intentó
el rescate.
Todo el dispositivo se maneja desde una consola en superficie, adonde
se conectan los cables: tiene dos palancas para mover la cámara
de video por control remoto, un display para ver la temperatura que registra
un termómetro en la sonda, e interruptores de las luces que desde
el aparato iluminan el fondo del pozo.
El proyecto de la sonda de rescate surgió después del accidente
donde el niño Cristian Quirós murió después
de permanecer 33 horas en el fondo de un pozo, en San Nicolás,
provincia de Buenos Aires. Stuyck y Rivoira, estudiantes de ingeniería
electrónica en la Universidad Nacional de Córdoba, empezaron
por comentar su idea con Jorge Ramón Luque, jefe de los bomberos
voluntarios de Villa del Rosario, Córdoba. Luque les confirmó
que, por lo menos en la Argentina y en el resto de Latinoamérica,
los socorristas no cuentan con equipos de rescate especializados como
el que ellos proyectaban. En Internet, tampoco encontraron antecedentes
de su idea.
Entonces, los dos estudiantes hicieron un primer diseño y lo presentaron
como proyecto para su trabajo final, de graduación como ingenieros.
El asesor del trabajo, profesor Hugo Pailos uno de los principalesespecialistas
en robótica del país, se entusiasmó con la
idea, que fue aprobada por la Facultad.
Durante casi un año, Stuyck y Rivoira dedicaron todo su tiempo
disponible al proyecto. Los dos, además de estudiar, trabajan en
horario completo y los últimos meses se enclaustraron para finalizar
el trabajo antes de fin de agosto, cuando lo presentaron para su evaluación
final en la facultad.
Tan importante como los elementos de supervivencia que brinda es que la
sonda hace posible, desde el oscuro fondo del pozo, la comunicación:
El chico atrapado puede recibir la voz de su madre por el parlante
y hablarle por el micrófono que lleva la sonda; si está
consciente puede llegar a comunicar dónde está lastimado,
cómo se siente; y, aunque no pueda responder, siempre es bueno
que se le hable por si llega a escuchar: lo peor que le puede pasar es
entrar en la desesperación, dice Rivoira.
|