No aceptaremos ninguna solución que limite la soberanía palestina sobre Jerusalén Oriental. Yasser Arafat se preparaba así para lo que podría ser la última cumbre de paz en bastante tiempo. En rigor, no es exactamente una cumbre. Al margen de la Cumbre del Milenio de la ONU que comienza el miércoles en Nueva York, el presidente norteamericano Bill Clinton adelantó que se reunirá con Arafat y el premier israelí Ehud Barak en un último intento de lograr la paz antes del fin de su mandato en enero. Ayer Arafat aprovechó un encuentro de la Liga Arabe para dejar muy claro que no modificaría la posición que mantuvo en la fallida cumbre de Camp David en julio. Logró el apoyo sus hermanos árabes, aunque la declaración formal será más vaga. Desde Israel, Barak respondió que no tenía sentido relanzar las negociaciones si los palestinos no mostraban flexibilidad. Como en el caso de Camp David, el premier laborista asistirá a la cumbre de la ONU con su retaguardia en llamas. Sólo que esta vez cambió el frente. En el primer caso la crisis se debía a que su coalición se desmoronaba por la deserción de los partidos religiosos. Ahora tiene en sus manos un problema aún más fundamental: el choque entre laicos y religiosos en la sociedad israelí. Ayer Barak dio un paso histórico al decidir la abolición del Ministerio de Asuntos Religiosos, el cargo formal para la representación de los ortodoxos en el gabinete israelí. Su eliminación es parte de la revolución laica que anunció hace dos semanas la cual, entre otras cosas, pretende instaurar el matrimonio civil y redactar una constitución para el país. Con la medida de ayer es seguro que el premier eliminó cualquier esperanza de recomponer relaciones con las agrupaciones religiosas. Este primer golpe concreto de una suerte de guerra cultural coincidió con el encarcelamiento de Arye Deri, el líder histórico del partido ultraortodoxo sefardí Shas. Deri había sido condenado a tres años de prisión por aceptar sobornos de 95.000 dólares cuando era ministro de Educación bajo el gobierno del derechista Benjamin Netanyahu. Cientos de ultraortodoxos lo acompañaron ayer a la cárcel en Tel Aviv, creando varios embotellamientos de tránsito. Entro con el corazón ligero porque acepto la decisión de Dios y veo el apoyo que me brindan, exclamó Deri. El líder espiritual del Shas, el polémico rabino Ovadia Yosef, lo comparó con el José bíblico que fue vendido por sus hermanos. El actual líder político del Shas, Eli Yishai, fue más preciso al denunciar una conspiración de los judíos askhenazis que, según él, dominan el sistema judicial. Para Barak, la furia del Shas no tiene ahora demasiada importancia. Luego de la cumbre de paz de Camp David, el Shas le había retirado definitivamente el apoyo por sus concesiones ante los palestinos. Eso significó, sin embargo, que el gobierno de Barak esté bajo sentencia suspendida hasta que concluya el receso estival del Knesset (Parlamento). Las dificultades de su interlocutor israelí no inclinan a Arafat a mostrar más flexibilidad de cara a las negociaciones. Todo lo contrario. Ayer puso a Israel ante la alternativa de ceder la soberanía de Jerusalén Oriental o enfrentarse a una nueva Intifada (levantamiento) palestino: Proseguiremos la lucha por la independencia y la soberanía, y tenemos una larga historia de resistencia. El foro donde lanzó su amenaza fue la reunión en El Cairo de los ministros de Relaciones Exteriores de la Liga Arabe. Trascendió que el documento final de la cumbre, que se emitirá hoy, afirmará que toda solución en Medio Oriente que no tome en cuenta la cuestión de Jerusalén será condenada al fracaso. Si bien esto podría resultar insuficiente para Arafat, el líder palestino deberá alegrarse con la cláusula donde los países de la Liga prometen romper relaciones con cualquier país que establezca su embajada en Jerusalén Occidental. Eso responde a una amenaza del presidente Clinton, quien buscaba presionar a los palestinos luego del fiasco de Camp David. Así las cosas, la única concesión que puede esperarse de parte de Arafat sería el aplazamiento de la proclama del Estado Nacional Palestino, que prometió para el 13 desetiembre. Ayer se anunció que el Consejo Central palestino se reunirá el día 9 para decidir si concretaba la proclama.
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