Por
David Cufré
Por suerte me equivoqué y espero seguir equivocándome,
dijo ayer José Luis Machinea, reconfortado por su error. El ministro
que se esfuerza por ganarse la confianza de la población estaba
satisfecho por la pifia. Es la mejor noticia que creyó que le podía
regalar a Fernando de la Rúa, mientras el Gobierno se sacude por
la crisis política. La semana pasada comenté que la
crisis del Senado podía afectar el desarrollo de la economía,
pero los hechos demostraron que no fue así, completó.
El fracaso de su pronóstico, en conclusión, fue un triunfo
para el Gobierno. Y el ministro consideró que es lo mejor que podía
pasar, aunque su equivocación tal vez lesione su credibilidad.
Lo cierto es que todo el Gobierno, empezando por Carlos Alvarez, se apuraron
en corregir a Machinea cuando éste lanzó su pronóstico
agorero, que le dio una dimensión aún más caótica
al escándalo de la Cámara alta. El ministro terminó
por allanarse a la interpretación general del oficialismo sobre
el carácter político y no institucional de la crisis, y
resolvió cuestionar su propia afirmación previa.
Después de cuadrarse en este punto, a Machinea le resultó
más sencillo seguir la interpretación oficial sobre el futuro
de la reforma laboral. Dijo que no puede objetarse la legitimidad de la
ley, por más que Hugo Moyano pida su nulidad. Es una norma
sancionada por el Congreso, y en tal caso será el mismo Congreso
el que deberá derogarla, subrayó, en respuesta a la
demanda del sindicalista. Para el ministro no existe ninguna otra posibilidad
de que la cuestionada reforma sea suspendida en su aplicación.
Machinea lo aseveró durante una conferencia de prensa que compartió
con el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Enrique Iglesias
(ver página 13). Es sabido que el FMI y los organismos multilaterales
de crédito presionaron a éste y al anterior gobierno por
la flexibilización del mercado laboral. Para el jefe de Economía,
especialmente, dar marcha atrás con la ley supondría un
problema en su relación con aquellas entidades. De allí
también que dijera con satisfacción que me equivoqué
al advertir sobre los problemas en la economía que podía
ocasionar la crisis del Senado.
El propio Iglesias ratificó esa posición. Primero sostuvo,
con diplomacia, que no podía opinar sobre problemas políticos
internos. Pero luego puntualizó que situaciones como la actual
en Argentina no son patrimonio exclusivo de ningún país.
No sólo no ha afectado la economía sino que este episodio
puede resultar un refuerzo de las instituciones, porque podría
poner fin a un ciclo, añadió, deslizando que la corrupción
se encuentra instalada en Argentina. Iglesias es uruguayo y conoce de
primera mano la realidad del país, con la que además ha
tenido contacto desde su posición como presidente del BID durante
la gestión menemista.
Como había adelantado Página/12, Machinea ratificó
ayer la intención del Gobierno de promover medidas clave por decreto
de necesidad y urgencia. El ministro discutió este punto con De
la Rúa al comienzo de la crisis del Senado. Coincidieron en que
si la Cámara alta quedaba paralizada a consecuencia del escándalo,
para el Gobierno sería políticamente viable recurrir a los
decretos para poner en vigencia distintas iniciativas. Las que más
interesan a Machinea son la de Emergencia Fiscal y el plan Antievasión.
El Gobierno no se va a detener por más que haya problemas
en el Senado, destacó el ministro. Confiamos en que
este miércoles (por mañana) el Senado apruebe las leyes
que necesitamos. Pero si eso no ocurre, podríamos apelar a decretos
de necesidad y urgencia, completó. Respecto de las consecuencias
sobre la economía por las sospechas de coima en la Cámara
alta, dijo que los mercados no han reaccionado con preocupación
y que ahora descree que esa situación pueda cambiar en los próximos
días. Analistas de la city como Carlos Pérez de la
FundaciónCapital y Daniel Artana de FIEL también
sostuvieron que la crisis del Senado no afectará a la economía.
TERRAGNO
HABLO SOBRE LA CRISIS POLITICA
La opinión pública ya juzgó
Por
R.C.
Empezó burlándose
de sí mismo. Estaba hecho un reo, dijo, recordando
que fue el único funcionario que el domingo, cuando se firmó
la desregulación telefónica, no se puso traje para ir a
Olivos. Después, el jefe de Gabinete de ministros, Rodolfo Terragno,
se sentó en la cabecera de una mesa de la Casa Rosada, y respondió
lo que le preguntaron. Que fue, sobre todo, sobre el escándalo
del Senado. La carga de la prueba está invertida, nos guste
o no nos guste. Es necesario restablecer la confianza. Ya hay una sanción,
un juicio hecho por la opinión pública. Según como
evolucione esto, los ajustes o medidas limitadas van a alcanzar o no para
restablecer la confianza, sostuvo.
Fue una suerte de conferencia de prensa, pero con los periodistas sentados
a una mesa ovalada y café en tacitas con el logo de la Presidencia.
Cerca de las cinco de la tarde, con cara de cansado, Terragno llegó,
se sentó, y empezó a responder. Los primeros temas fueron
formales: habló sobre el rol que tendrá mientras el Presidente
esté de viaje y de la aprobación del presupuesto del 2001.
Para todas las contestaciones se tomó su tiempo. Hasta que alguien
mencionó el tema del Senado. A esa altura, Terragno ya se había
sacado el saco.
La pregunta inicial sobre este tema fue su opinión sobre la posibilidad
de que se produzcan cambios en las conducciones de los bloques del Senado
para descomprimir la situación. Depende de cómo siga
el escándalo porque puede ser que la credibilidad del cuerpo quede
extremadamente reducida y que haya que pensar en soluciones más
drásticas, se animó el jefe de Gabinete. Respecto
de la propuesta de que se produzcan elecciones anticipadas en la Cámara
alta, consideró complicada esa hipótesis porque eso
exigiría la renuncia de todos los miembros del Senado o la reforma
constitucional.
Después, Terragno se puso optimista. Estamos en vísperas
de saber qué pasó, dijo, y afirmó que no tiene
dudas de que la verdad saldrá a la luz porque los pactos
de impunidad funcionan cuando protegen a los involucrados, pero acá
casi el ciento por ciento de la población está convencida
de que hubo una irregularidad. Fue en ese momento cuando Terragno
desplegó su teoría jurídica. La carga de la
prueba está invertida, nos guste o no nos guste, sostuvo.
Cuando se le consultó si la renuncia de algunos funcionarios sería,
entonces, suficiente para recuperar la confianza, el jefe de Gabinete
dijo que eso depende de cómo evolucione el escándalo.
También hubo preguntas sobre personas puntuales: el ministro de
Trabajo, Alberto Flamarique, y el jefe de los espías, Fernando
de Santibañes. Terragno aclaró que no le consta que ninguno
de los dos la haya presentado últimos días. Desde
el primer día, todos los ministros tenemos nuestra renuncia a disposición
del Presidente, dijo. Cuando la verdad se establezca, que
creo que va a ser muy pronto, si alguien cometió un delito lo tendrá
que pagar. Que convirtamos las sospechas, acusaciones interesadas y las
operaciones políticas en pruebas contra Juan, Pedro o Diego no
es responsable, finalizó.
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