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El transporte circula sin control por falta de presupuesto público

La Comisión Reguladora del Transporte padece serias dificultades para cumplir sus funciones. Las empresas ferroviarias acumularon dos millones de pesos en multas este año, pero no pagaron un centavo.

Por Cledis Candelaresi

t.gif (862 bytes) Debido a los sucesivos ajustes presupuestarios y a la débil voluntad de control que exhibieron varias de sus conducciones, los 40 mil sumarios contra empresas infractoras que levantó la Comisión Nacional Reguladora del Transporte amenazan ser sólo un amague. Entre las transgresoras se encuentran las concesionarias de servicios ferroviarios que, sólo en lo que va del año, acumularon multas por casi 2 millones de pesos. Pero a semejanza de lo que ocurrió en otros casos, estas medidas fueron recurridas y el órgano regulador aún no cobró un centavo.
Las multas a las ferroviarias se reparten entre las adjudicatarias de trenes de pasajeros y de cargas. En este último caso, el principal incumplimiento fue ignorar el plan de inversiones comprometido. En aquél, las transgresiones son de lo más diversas y van desde la inadecuada higiene de los coches a falencias técnicas detectadas.
Pero a diferencia de las cargueras, que no cobran subsidio, las operadoras de líneas urbanas ahora tienen un argumento a su favor para bloquear cualquier intento oficial de cobrarles algo: el Estado les debe al conjunto cerca de 200 millones de pesos por subvención impaga. A raíz de esto, el Gobierno baraja la alternativa de descontarle a cada una el importe de la multa de la subvención que le adeuda.
Esas penas, sin embargo, son apenas una anécdota en la desquiciada historia de este órgano de control, con falencias estructurales serias. Su universo a controlar incluye a 175 mil empresas (desde las grandes concesionarias a los transportistas con una sola unidad), dispersas por todo el país. Según los actuales directivos, es casi imposible fiscalizarlas con apenas 40 inspectores que, como agravante, dispondrían de escasos recursos para viáticos.
El proyecto para crear siete delegaciones regionales, que permitan extender el control al interior del país, amenaza con abortar por falta de fondos. Según se lamenta Guillermo López del Punta, uno de los directores aliancistas, el presupuesto de 12 millones de pesos anuales es insuficiente, en gran medida, porque más de la mitad de esos recursos son absorbidos por el Tesoro, más allá de las necesidades que tenga la CNRT. Los reguladores sostienen que el staff de 180 empleados estables y 200 contratados no alcanza para vigilar a las miles de empresas bajo la órbita y que áreas clave como la de Sumario o Jurídicos tienen una estructura casi famélica.
Durante el menemismo, la CNRT fue un órgano inaccesible a la prensa y manejado por funcionarios ajenos al área de transporte. Ahora está a cargo del rosarino José Bernasconi, cuyo primer gran cambio fue promover en el ente una purga de alrededor de 100 personas, muchas sospechadas de connivencia con las empresas que debían controlar. Pero aun en el caso de que se desmantelara totalmente la red de funcionarios presuntamente corruptos, algunas transportistas conservarían margen para violar la ley sin ser penadas.
La comisión no es ajena al hecho de que muchos de los talleres contratados por la CNRT para hacer el control técnico de los micros y camiones son propiedad de estas mismas transportadoras. Quizás esto explique, por ejemplo, que de 6600 camiones inspeccionados en los últimos meses, 5300 no hayan tenido su certificado de inspección técnica, que prueba que son vehículos seguros.


LOS TRANSPORTISTAS VUELVEN A PEDIR REBAJA DEL ITC
Colectivos a la espera de auxilio

Los dueños de colectivos ya no quieren seguir esperando. Luego de más de dos años de recesión, la situación de caja de muchas empresas comienza a presentar dificultades. Argumentan que mientras sus costos suben, tanto por la carga impositiva como por el aumento “insostenible” del precio de los combustibles, sus ingresos caen. Piden que el Gobierno los exima del pago del impuesto a la Transferencia de Combustibles (ITC), un gravamen que aumenta el litro de gasoil en 12 centavos. O, en su defecto, que instrumente algún tipo de subsidio para el alivio de sus cuentas. Fuentes de la Fatap informaron que si no reciben respuestas a sus reclamos antes de las 72 horas, iniciarán suspensiones de “servicios improductivos”, como los nocturnos o los de horarios con poca demanda.
A mediados de agosto, el litro de gasoil superó la barrera de los 50 centavos y encendió nuevamente la alarma del sector. Los autotransportistas se quejan de que, además de padecer los efectos de la recesión, recibieron de lleno los ajustes impositivos, desde el incentivo docente hasta el más reciente ajustazo. “El atraso tarifario es de más del 20 por ciento”, aseguran. Aunque también aceptan que en el actual contexto recesivo el aumento del boleto no es viable, pues profundizaría la baja en la demanda del servicio.
“La situación es muy distinta en Capital que en el Gran Buenos Aires”, relató a este diario Norberto Canegallo, secretario de Fatap. “En la provincia se padece mucho más la competencia desleal, tanto de remises sin habilitación como de micros truchos y combis.” El dirigente de los colectiveros consideró que son muchas las acciones que el Gobierno podría emprender sin necesidad de aumentar tarifas. La función de control del transporte ilegal y la defensa de la competencia en el mercado de los combustibles son sólo algunas.
Pero los cañones apuntan al ITC, un impuesto cuya eliminación ya había sido pedida en febrero último. “Aquí lo que está haciendo crisis es el precio de los combustibles”, afirmaron. “Desde el Gobierno nos dicen extraoficialmente que estos temas deben ser tratados por la Legislatura, pero nuestros tiempos ya no resisten esa espera”, sostuvo el secretario de Fatap. Para presentarle sus demandas, los colectiveros pedirán una audiencia con el ministro de Infraestructura, Nicolás Gallo. Si no reciben respuestas a sus demandas antes de las 72 horas, planean iniciar medidas de fuerza.
“¿No podrían recibir sanciones si dejan de prestar servicios?”, preguntó este diario a Canegallo. “Por algún lado tenemos que ajustar costos”, fue la escueta respuesta. Mientras la puja se concentra en la carga impositiva, el Gobierno sigue sin lograr incentivar la competencia en el mercado de los combustibles líquidos, factor central en la evolución de los precios del sector.

 

 

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