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EL CASO DE LA GUERRILLERA NORTEAMERICANA EN PERU
Fujimori se dobla, no se rompe

Por Laura Puertas
Desde Lima

t.gif (862 bytes)  El caso Lori Berenson podría ser decisivo para las tensas relaciones entre Perú y Estados Unidos, pero a la vez podría mermar la popularidad del presidente Alberto Fujimori, a quien varios sectores acusan de ceder a las presiones de Washington. La semana pasada, la justicia militar anuló el fallo de cadena perpetua que impuso en enero de 1996 a Berenson, una neoyorquina de 29 años, por “traición a la patria” y por su relación con el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), y remitió su caso al fuero común para un nuevo proceso. Ayer, el ministro de Justicia, Alberto Bustamante, aclaró que “ella tendría que cumplir su sentencia en Perú porque el marco vigente excluye la posibilidad de traslado de prisioneros de un país a otro en los casos de narcotráfico y terrorismo”.
Acusada de confeccionar un plano para que el MRTA dinamitara el Congreso de la República, Berenson era uno de los cuatro extranjeros condenados a cadena perpetua por la justicia militar. En noviembre de 1995 fue detenida tras un espectacular tiroteo en el distrito limeño de La Molina, que permitió la captura de 15 miembros del MRTA, entre ellos uno de sus legendarios dirigentes, Miguel Rincón. En aquel momento, el orden institucional estaba quebrado. En abril de 1992, Fujimori había disuelto el Congreso e instalado un gobierno al margen de la Constitución, que se concentró en combatir al terrorismo de Sendero Luminoso y del MRTA. Creó un sistema con tribunales militares encargados de juzgar a civiles, al frente de los cuales estaban oficiales que ocultaban sus rostros con pasamontañas y quienes, mediante procesos sumarios, podían condenar a cadena perpetua por el delito de “traición a la patria” a todo sospechoso de pertenecer a Sendero o al MRTA. Fue así como Lori Berenson, pese a ser norteamericana, terminó condenada de por vida en marzo de 1996.
El gobierno peruano utilizó todos los medios para convencer a la opinión pública de que Berenson era un monstruo del terrorismo y en varias ocasiones Fujimori dijo que “no daría ni un paso atrás” ante las exigencias de Estados Unidos de que los extranjeros acusados de terrorismo fuesen juzgados por los tribunales ordinarios. ¿Qué sucedió para que después de cinco años el tribunal militar aceptara que se equivocó? Para la mayoría de los analistas, el gobierno se vio obligado a dar una señal de conversión a la democracia debido a las presiones norteamericanas.
En mayo de 1999, una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos declaró nula la sentencia militar contra Berenson y ordenó celebrar un nuevo juicio en la jurisdicción penal ordinaria. El fiscal superior para casos de terrorismo, Víctor Cubas, informó ayer que ese nuevo juicio será público, abierto a la prensa y que en él se respetarán todas las garantías procesales. Desde las controvertidas elecciones presidenciales de junio, Washington presionó a Fujimori para que reestablezca la credibilidad y legitimidad de su régimen. Una de las demandas era la necesidad de celebrar un nuevo juicio a Lori Berenson, y ahora lo ha conseguido.

 

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