Por A. G. B.
 Después de beatificar el domingo al mayor baluarte antiliberal en el siglo XIX, el papa Pío IX, el Vaticano dio ayer otro paso en el mismo sentido al publicar un documento donde proclama que la Iglesia Católica Romana es �la única verdadera�. En 36 páginas tituladas Dominus Iesus (Jesús es el amo), firmadas por el cardenal alemán Joseph Ratzinger, prefecto de la Santa Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio, ex Santa Inquisición), la doctrina tradicional de la primacía de la Iglesia Católica sobre las demás Iglesias cristianas, y por supuesto sobre las demás religiones, fue refirmada con una violencia que los papas se habían abstenido de ejercer en los últimos 30 años. Las reacciones no se hicieron esperar, y llegaron ayer mismo del Consejo Ecuménico de Iglesias, de la Iglesia Anglicana, de la Iglesia Evangélica Alemana y aun de laicos católicos.
Para el documento Dominus Iesus, dirigido a obispos, teólogos y fieles, la Iglesia Católica �es la única iglesia de Cristo�, gobernada �por el sucesor de Pedro (el papa Juan Pablo II) y por los obispos en comunión con él�. Como el texto se encarga de reiterar con énfasis, la doctrina expuesta no tiene nada de novedosa, sino que se funda sobre los dogmas mejor establecidos. Sólo se propone refutar �posiciones erróneas o ambiguas� al respecto: en primer lugar, la �mentalidad indiferentista� que, marcada por un �relativismo religioso... acaba por pensar que una religión sea tan buena como otra�. Estas posiciones relativistas, de naturaleza filosófica o teológica, �obstaculizan la inteligencia de la verdad revelada�, y dan por �superadas� cuestiones fundamentales del cristianismo como �el carácter definitivo y completo de la Revelación de Jesucristo�, y arrojan sobre ellas �la sombra de la duda y la inseguridad�.
Luego de establecer que la Iglesia Católica Apostólica Romana es la �única Iglesia de Cristo�, el documento, en evidente alusión a ortodoxos y anglicanos, reconoce como �verdaderas iglesias particulares� a aquellas que, sin guardar �perfecta comunión con la Iglesia Católica�, mantienen con ella vínculos muy estrechos, �como la sucesión apostólica y la Eucaristía�, a pesar de que rechacen la jerarquía católica �que, por voluntad de Dios, posee y ejercita objetivamente sobre toda la Iglesia el obispo de Roma�. Las �comunidades eclesiales� que no reúnen esas características, sencillamente �no son Iglesia en sentido propio�. En suma, para el documento, una vez más, la Católica es la única Iglesia, y las protestantes sencillamente no son iglesias. Admite �elementos de religiosidad que proceden de Dios� en las diferentes �tradiciones religiosas�, en las que �algunas oraciones y ritos� pueden tener un valor pedagógico. Sin embargo, a éstas �no se les puede atribuir un origen divino ni una eficacia salvífica... propia de los sacramentos cristianos�. �Otros ritos no cristianos�, sin embargo, dependen �de supersticiones y otros errores�, constituyen �más bien un obstáculo para la salvación�. Los no cristianos pueden recibir la gracia divina, pero se hallan �en una situación gravemente deficitaria� comparada con la de los católicos, resume.
El arzobispo de Canterbury George Carey, jefe de la Iglesia Anglicana (dominante en Inglaterra y la mayoría de sus ex colonias), reprochó a Ratzinger en el diario londinense The Times ignorar tres décadas de diálogo ecuménico. En Londres se anticipó que Dominus Iesus tensará las relaciones con la Iglesia Anglicana en vísperas de la entrevista que en octubre próximo sostendrán en Roma el papa Juan Pablo II y la Reina Isabel II de Inglaterra. El presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania, Manfred Kock, coincidió en que el documento es un �golpe al diálogo ecuménico�. El documento desbarata �claramente� el principio de un trato entre iguales, agregó. La visión más nítida llegó del portavoz de la agrupación que reúne a los laicos católicos alemanes Somos Iglesia.Christian Weisner concluyó ayer en Hannover que el documento es �una declaración de guerra�.
FRANCIA QUEDA SIN COMBUSTIBLE POR LA HUELGA
Lucha de clases, lucha de camiones
Después de los pescadores, los camioneros. Miles de estaciones de servicio en Francia estaban vacías ayer luego de que un bloqueo a escala nacional impuesto por los sindicatos de transporte aislara las refinerías y depósitos de combustible. Los autos hacían cola uno detrás de otro en las pocas estaciones que todavía estaban abiertas en la tarde del segundo día del bloqueo, o recorrían millas buscando dónde cargar el tanque. En muchas regiones, las autoridades impusieron un límite de 22 dólares de combustible por vehículo y ordenaron que sólo se atendiera a doctores, bomberos y los servicios de emergencia.
�Es una masacre�, relató Christophe Dupuis, un exhausto empleado de una surtidora en un suburbio de París. �Generalmente la gente gasta unos 22 dólares por día, pero ahora llegan a 44 o 55. Ya agotamos el combustible sin plomo. Vendimos 12.000 litros desde el mediodía: el promedio normal es 3000�. El asediado ministro de Transporte, Jean-Claude Gayssot, retomó ayer las negociaciones con las empresas camioneras, que piden una baja retroactiva del 20 por ciento en el precio del combustible. La compañía Total ya advirtió que el 70 por ciento de sus 6000 surtidoras estaban vacías y que la cifra podría ascender al 90 por ciento para el anochecer. En muchas áreas el bloqueo cuenta con el apoyo de taxistas, granjeros, compañías de ambulancias y de volquetes, y las escuelas de manejo. �Podemos sostener la medida por al menos una semana�, amenazó el jefe de la Federación Nacional de Transportistas, René Petit; �cientos de empresas quebrarán a fin de año si no bajan sus costos de combustible�. Los camioneros afirman que los altos impuestos energéticos en Francia, sumados al alza histórica del crudo, les impiden competir a nivel internacional.
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opinion
Por Alfredo Grieco y Bavio |
| Monopolio de la salvación
Creyentes del mundo, uníos, fue la consigna que obedecieron con disciplina, desatendiendo a las diferencias que antes justificaron las matanzas de las guerras de religión, los fieles de las grandes religiones monoteístas en los últimos 30 años. El Vaticano fue uno de los principales agentes de esta Propaganda Fidei genérica. Una de las ventajas, que ya dio pruebas de sus frutos, es la abogacía especializada de aquellas instituciones, valores y comportamientos socavados por la secularización. En Conferencias internacionales de Población, fundamentalistas de todas las afiliaciones han coincidido en la negación a las mujeres del ejercicio de sus derechos reproductivos, en el rechazo al aborto y los anticonceptivos, en la condena de la homosexualidad, en la ideología familiarista. Desde el Concilio Vaticano II, el ecumenismo fue así una de las principales armas de la Iglesia Católica en su combate contra un mundo al que veía amenazado por una secularización social y jurídica ya irreparable en Europa Occidental. El acercamiento a otras confesiones, primero a los cristianos, y luego a judíos y musulmanes, fue el expediente más prestigioso, más eficaz y, sobre todo, más inmediato para sentar las bases de una internacional fundamentalista que pudiera ofrecer un frente cerrado y común a quienes quisieran relegar una cosmovisión teocéntrica al ámbito privado de la libertad religiosa.
El ecumenismo, sin embargo, debe ser ejercido para la política religiosa vaticana dentro de prudentes límites. El primero en fijarlos de antemano fue el papa antisemita Pío IX, quien en el Concilio Vaticano I reunido en 1870 hizo proclamar el dogma de la infalibilidad papal, por el que las confesiones cristianas, aun cuando superen las restantes diferencias teológicas, deberán someterse a la autoridad del obispo de Roma si buscaran la unidad. El domingo pasado Juan Pablo II beatificó a su antecesor Pío IX. El gran defensor decimonónico de la tradición, el Papa que en el Syllabus anatematizó la democracia, tiene un adecuado sucesor en el Papa polaco que encuentra semillas de verdad aun en el comunismo marxista, pero ninguna en el liberalismo. Porque lo que Wojtyla rescata es la ideología comunitarista, frente a un liberalismo que resulta �al poner el acento sobre la inalienable libertad de individualidades que rehúsan someterse a colectivos� disolvente de las formas sociales establecidas. Un proceso que aceleraron, en el siglo XVI, los protestantes a los que ayer la Santa Sede negó, una vez más, la dignidad de iglesia. |
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