Por Martín Pérez
 Cuando tiene que hablar de cine, Lucho Bender comienza hablando de Amarcord y sigue por Derzu Uzala. �Decidí que quería ser director al ver Amarcord�, confiesa. �Sé que es algo que no puedo alcanzar, de otro planeta. Si me preguntan qué película quisiera hacer, respondería la de Kurosawa, aunque también es una obra maestra�. Felicidades, la ópera prima que ambicionó hacer durante dos décadas, se exhibió en Montreal (la semana pasada) y ayer en el Festival de Venecia (ver página 26): �Es un sueño hecho realidad�, dice por teléfono a Página/12. �No gané nada, pero me tratan como si fuera el gran director. Estoy en el mismo hotel que George Lucas y Mick Jagger, y nos encontramos en el ascensor con Atom Egoyan�, cuenta divertido. Y agrega: �Mi película compite en La semana de la Crítica, que el año pasado ganó Pablo Trapero. Y tan merecidamente lo ganó, que aquí cuando uno dice que es argentino en vez de decir Maradona preguntan por Trapero�.
Desde su fascinación por Venecia �donde el viernes se sabrá el destino del premio� está claro que al fin, después de años de estudios, ambiciones, documentales y publicidades, el rosarino Bender comienza a estar en paz con sus sueños cinéfilos. Aunque con su trabajo logró hacer las paces un poco antes. �Hace mucho que hago publicidad, pero siempre peleado con lo que hacía. Y por eso era muy mal director, de cuarta. Hasta que pude hacer cine dentro de la publicidad, pero tuve que cambiar yo, no el ambiente�, confiesa. �Un amigo fotógrafo me dijo: �Hacete cargo, porque si te morís ya, ésta va a ser tu obra. Te guste o no estás haciendo una obra en la publicidad, así que no le eches más la culpa a nadie�. A partir de entonces todo cambió: armé una nueva productora y me reconcilié con mi trabajo�, cuenta Bender, que desde aquel entonces se transformó en uno de los grandes directores del medio publicitario. Filmadas en nueve semanas de rodaje en el pasado verano porteño, tres historias cruzadas durante un 24 de diciembre forman el armazón de Felicidades, que mañana se estrena en Buenos Aires, con Gastón Pauls, Alfredo Casero, Cacho Castaña y la española Silke. �Lo que más me sorprende es que para ver una película mía la gente va a poder elegir. Con la publicidad la gente ve lo que hago casi sin darse cuenta. Ahora va a comprar una entrada, sentarse y entregarse durante hora y media. Y eso es otro mundo.�
�El cómico que interpreta Belloso dice que hace de payaso para dejar de ser payaso... ¿Con la publicidad a usted le pasa lo mismo?
�Quiero aclarar una cosa, y es que los diálogos de Felicidades son responsabilidad de Pablo Cedrón, que es un maravilloso dialoguista. Y lo que confiesa el cómico es lo que le pasa a Cedrón, hay mucho de autobiográfico. Cuando él tiene que hacer esos programas, o cuando le tocó trabajar con Nico y hacer el personaje del paraguayo, Cedrón hacía de payaso para poder hacer esta película. Para poder dejar de serlo.
�Pero por más que la autoría de esa frase sea de Cedrón, usted también puede identificarse con ella...
�Hay mucha gente que hace publicidad para poder dejar de hacerla. A mí me pasó lo mismo, pero durante los últimos años logré hacer cine en publicidad. Por eso para mí ya no hago publicidad. O sea: si la hago es porque vendo, porque trabajo para Telecom, Telefónica, YPF o Nabisco. Pero si se ve mi trabajo de los últimos cinco años, en realidad pequeños cortometrajes que es raro que duren menos de un minuto, y a veces llegan al minuto y medio.
�Usted vino de Rosario a Buenos Aires hace casi veinte años soñando con dirigir un largo... ¿Por qué comenzar con Felicidades?
�Felicidades es el resultado final de un guión que comenzamos a escribir con Cedrón tres años atrás. Empezamos con una de las tres historias, después lo abandonamos y nos metimos en un guión más ambicioso que iba a producir Cuatro Cabezas, y más tarde lo retomamos. Pero este largo es parte de un sueño que comenzó en 1981, cuando con Piñeyro y otro amigo comenzamos a comprar latas de película para filmar cada uno tres cortos que iban a fundirse en un film.
�Y la casualidad lo encuentra estrenando un film basado en tres historias que se entrecruzan...
�La idea original transcurría un 31 de diciembre, con tres amigos que se reunían en un bar. Pero no quisimos anclar la mirada en un personaje. No queríamos decir �esto le está pasando a este señor�, con el que el público se puede identificar. Quisimos decir que esto le está pasando a la sociedad entera. Que hoy estamos tentados por muy poca cosa para volvernos miserables.
�Hay varios directores publicitarios que comienzan a dirigir largos. ¿Qué los une o los separa?
�Hay de todo. No creo que haya una corriente que nos una porque somos muy pocos. Y cada uno tiene aspiraciones distintas. En mi caso, yo mantengo una actitud ética dentro de la publicidad: no hago comerciales de cigarrillos ni política. Porque lo hice en los �80 y me arrepentí. En un principio decís �es trabajo�, pero se escuchan cosas en las reuniones de preproducción que uno se cuestiona lo que hace... Para mí esta película me permite limpiarme de las miserias que tuvo que escuchar.
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