Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


KIOSCO12

INVENTORES DE TODO EL MUNDO REUNIDOS EN BUENOS AIRES
Los fabricantes de ideas extrañas

Llegaron de 50 países. Se quejan de la burocracia para llevar adelante sus ideas y temen hablar, por si alguien se las roba.

El argentino Gabriel Casin inventó una cinta adhesiva que además permite medir.
�La necesidad de inventar te hace hacer espionaje permanentemente�, afirma.


Por Alejandra Dandan

t.gif (862 bytes) La palabra clave es paranoia, y su abuso puede desatar aquí terribles ataques de pánico. Uno de los salones del hotel Savoy aloja desde el lunes a una tribu extraña: los inventores. Han llegado de 50 países, muchos representan asociaciones dedicadas a la promoción de esa actividad creativa que ha dado origen, dicen, hasta a capciosas guerras de espionaje. Esta vez, el encuentro internacional en el que los porteños son anfitriones tiene como eje los desafíos que puede presentar el nuevo milenio para los agrupados bajo este rubro. Entre ellos el modo de sortear trabas burocráticas y productivas para sus creaciones, algunas de las cuales se inspiran hasta en trucos plagiados a James Bond.
Gabriel Casin, autor de una cinta adhesiva métrica, es uno de los que da cátedra sobre el tema.
�En las series de Bond veía cómo los dos protagonistas se superaban con las técnicas. Después me ponía a seguir la rueda: trataba de superar el último grito de la película. 
Gabriel dice grito por invento. La ficción es uno de los estímulos más concretos en la tribu de inventores que, en el país, levanta la bandera de don Ladislao José Biro, el inventor del bolígrafo. El simposio fue organizado por la Federación Internacional de Asociaciones de Inventores (IFIA) y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). Las dos son para los habitantes del rubro uno de esos pocos territorios donde los toman en serio. 
�Es la primera vez que se hace en Latinoamérica este congreso�, va contando José Fandi, vicepresidente de la Asociación Argentina de Inventores (AAI). �Acá �sigue�, la Dirección de Patentes del Ministerio de Economía aseguró 20 delegados para el Simposio: no vino nadie excepto el director. Hizo un discurso de veinte minutos y se fue.� Esa indiferencia oficial apareció en estos días como síndrome de los países en desarrollo. 
Un aire de sigilo aún frena la difusión de las invenciones. Al menos eso parece dejar claro uno de los pecados capitales reconocidos en el gremio. Entre los �diez errores fatales del inventor� que anuncia una publicación de difusión interna se menciona la paranoia. Y la definen: �Sentimiento profundo que hace que los inventores desconfíen de los demás, y la convicción de que alguien intentará defraudarlos�. La lista de pecados continúa, pero en el Savoy la actitud paranoide es la que prima: �La necesidad de inventar te hace hacer espionaje permanente�, dice Casin. Esa actitud de espía es nutriente básico en la fábrica de los creadores, pero además el flanco débil de aquel que inventa.
�Con las sillas que me habían traído los reyes magos inventé el modo de escaparme de mi casa sin que mis papás se dieran cuenta �anuncia Gabriel y el relato parece el comienzo de un cuento. Una silla sobre otra, atadas con soga gruesa le alcanzaba para fabricar un puente hacia la medianera vecina. Un peso en el otro extremo permitía que el mecanismo funcionara como polea. Hasta allí no existían, para el pequeño Gabriel, ahora de 35, obsesiones paranoicas: sólo aparecieron cuando constató una falla:
�En el contexto había obstáculos que me jugaban en contra: me di cuenta de que mi abuela me espiaba desde una ventana y después le avisaba a mi vieja. Eso me sirvió para intentar superar el invento.
Como en aquel juego, el contexto actúa como determinante para los inventores. Para Napo George Maite fue de hecho el disparador de su primer invento. Llegado para el Simposio desde Lesotho, en el sur del Africa. En el �97, dice, creo el motorised plough: �El aumento de población en mi país �cuenta� hizo desaparecer lugares para la crianza de los bueyes que se usaban para trabajar la tierra. A partir del diseño de una bicicleta, creé un arado a motor que reemplazó el trabajo del buey�. Maite no patentó su invento fuera de unos pocos países africanos. �No hacía falta �explica�, porque fuera de allí nadie usa ya estas tecnologías.� 
Un poco más lejos del africano quedó sentado René Villavicencio, de La Paz y exponente también del síndrome paranoico. El hombre se dedica desde hace años a la fabricación de artefactos hospitalarios, y en los últimos meses trabaja sobre cinco prototipos de los que no puede ofrecer detalles: �No le puedo hablar de los inventos �se excusa� porque todavía no están patentados�. La advertencia no impide que termine revelando algo de uno de sus misteriosos inventos:
�Exacto �dice�, como un inodoro portátil.
La situación económica de Bolivia estimuló su trabajo de inventor: �Estos instrumentos sanitarios �explica� son comunes en Europa y Estados Unidos pero el costo para mi país es inaccesible�. Su logro fue un producto barato porque está hecho sobre fibra de vidrio.
Terminada la etapa de experimentación, Villavicencio deberá cuidarse de los padecimientos que pueden provocarle el error número cinco del decálogo de inventores: �El síndrome del nido vacío�. La Asociación asegura que ese mal �consiste en el sentimiento de vacío, temor y desconfianza que provoca la perspectiva de perder el control sobre el destino y manejo de un invento�. Es que después de todo, la fábrica de inventos va en serio.

 

 

El hombre de la molotov

El mandato número ocho del código de inventores sugiere evitar �excentricidad o chifladura�. Consiste, dice el decálogo, en desarrollar una conducta real o aparente que muestra al inventor fuera de las respuestas que las personas comunes esperan de un interlocutor o socio. 
András Vedres asegura que la botella de vodka de su mano, sólo tiene que ver con sus inventos: �Con un amigo empezamos haciendo las molotov en Hungría�, anuncia. El hombre que preside ahora la Asociación de Inventores húngara, en aquel momento era estudiante de química y buscaba el método para destruir a rusos en su país. �Vaciamos una botella de vino �dice� y le pusimos el combustible que robamos de una motoneta: un amigo me hizo sostener la botella y yo prendí la mecha.� Después de aquello los explosivos de András Vedres fueron sólo metafóricos. �Trabajaba en una farmacia y cuando se construyó el Muro, los puestos de provisión quedaron fuera de alcance. Y si algo está ausente, la solución son los inventos, así que creamos.� Bajo esa especie de apotegma activó en su país la producción de la industria química para medicamentos. Tiene 26 invenciones de productor de farmacia y procesos químicos. Todos fueron, dice, avances para combatir el Muro pero desde adentro. Mientras va hablando de estas cosas advierte de un accidente con gases venenosos que lo obligó a dejar los químicos pero no su obsesión. El año próximo, asegura, presentará su nuevo invento: un barco ecológico que lo llevará desde Budapest por el Danubio directo a Viena. Será un avistaje sin químicos, donde András verá desde bien lejos la frontera húngara.

La televisión a color

La libreta se vuelve amuleto bajo el brazo del inventor. El hombre está atento al desarrollo del simposio. Bajo el brazo lleva la historia de la Fundación mexicana Guillermo González Cámarena. Es la historia de su padre, el hombre que ha sido el inventor de la televisión color. También el inventor que participa del simposio de Buenos Aires lleva el nombre de ese padre que, dice, ha inventado la televisión color casi por azar: �Mi padre quería que su equipo de televisión se viera a colores, no tenía idea de que estaba revolucionando el invento�. Eso fue en 1939, pocos años después de fabricar el mejor barquito de juguete de todo el barrio. �Tenía en total 24 funciones �cuenta� y le había puesto Yate Vide, que en México quiere decir �Ya te vi��. En la memoria del hijo, aquel barco parece mágico: �Con un botón bajaba y subía el timón, con otra palanca la bandera, tenía cinco velocidades, andaba para adelante y atrás�, y sigue porque el barco era el juguete que más goce provocaba en la cocina del viejo inventor. Es que ese lugar de la casa había sido convertido en laboratorio. Ahora su hijo es el presidente de la Asociación Mexicana de Inventores. De paso por Buenos Aires, admite que no ha heredado los dotes del inventor. Se dedicó �a trasformar en bienes de consumo o servicios -explica� los inventos de los mexicanos, porque la difusión es la parte más atorada�. Entre esos inventos ajenos, difunde los del viejo Guillermo.

 

PRINCIPAL