Por Hilda Cabrera
�Esta Julia es una mujer marcada, aunque la marca no se vea, porque en esta puesta no trabajamos con evidencias�, dice Marcela Ferradas, intérprete de Julia. Una tragedia naturalista, título que designa a La señorita Julia, del original Fröken Julie, obra de August Strindberg (1849-1912) que se estrena hoy en la Sala Cunill Cabanellas del TGSM, en una singular puesta de Alejandro Tantanian. Intérprete en el Galileo Galilei que dirigió Rubén Szuchmacher en el San Martín y, entre otros espectáculos, Volpone, La casa de Bernarda Alba en el Alvear y Los siete gatitos en el Cervantes, Ferradas alude a la autocensura del dramaturgo sueco (también novelista y ensayista) respecto del texto original, y que se mantuvo en las traducciones. Fröken Julie, de 1888, fue censurada en época de Strindberg por considerársela muy audaz, y tampoco pudo estrenarla durante su primer exilio voluntario (1883-1889), en el Dagmateatret de Copenhague, donde funcionaba su Teatro Experimental, sino en una pequeña sala de estudiantes, el 14 de marzo de 1889.
Tantanian trabaja sobre este drama naturalista (línea que Strindberg abandonó por un teatro simbolista y expresionista) atendiendo a diferentes traducciones, pero básicamente a la del dramaturgo uruguayo Carlos Liscano, a manera de sobretitulado de un montaje teatral de Ingmar Bergman de 1984. Restituyó las líneas faltantes, que algunos biógrafos asocian a circunstancias reales, vividas en los tumultuosos matrimonios del creador de Sonata de espectros, acaso su obra maestra, y a su misoginia. En aquel texto se alude a una cicatriz en el rostro de Julia, y quien lo cuenta es el mayordomo Juan (aquí interpretado por Luciano Suardi). La acción transcurre en la cocina de una casa de nobles. Allí, el criado le refiere a la cocinera Cristina (Stella Galazzi) que Julia, la hija del conde dueño de casa, amaestra a su novio haciéndolo saltar sobre la fusta y pegándole. �Pero parece que alguna vez el novio se cansó del juego sadomasoquista, le arrebató la fusta y le cruzó la cara�, conjetura Ferradas.
�¿Qué se ocultaba con esa censura?
�Entre otras especulaciones, se dice que Siri von Esse, una de las mujeres de Strindberg y la primera que hizo el personaje de Julia, no quería aparecer marcada. Eran un matrimonio muy violento, y la cicatriz podía resultar demasiado fuerte. La obra era ya demasiado transgresora.
�¿Se acentúa en esta puesta el aspecto social, el de niña rica y sirviente pobre?
�No demasiado. El tema de la diferencia de clase no es hoy transgresor. ¿No se casó Stefanía de Mónaco con su guardaespaldas? Aquí Julia es un postulado dramático que sirve para corroborar las teorías científicas de Darwin sobre la supervivencia del más fuerte. Juan, Cristina y Julia son manipulados por un cuarto personaje (a cargo de Javier Lorenzo), que no existe en el original y que utiliza palabras del mismo Strindberg. Estas fueron seleccionadas por Tantanian de sus escritos autobiográficos, de sus cartas y el prólogo de La señorita.... Los estímulos externos modifican la conducta de los tres, pero fundamentalmente la de Julia. Es una lucha entre personajes de diferente sexo, vista desde el darwinismo social. Sobrevive el más fuerte. Esta idea se relaciona con la forma en que está presentada la obra. Se relaciona con los diálogos, concisos, cortantes, y con la propuesta escenográfica de cuatro cocinas que se puede ver como una sola o como un espacio que ni siquiera es una cocina.
�¿Cómo definiría a Julia?
�Esta es una obra canónica. La mayoría de la gente de teatro cree saber cómo se la encara, y yo, como actriz, siento ese peso del conocimiento. Pero Tantanian nos propuso otro trabajo. Acá no hay relación con la �psicología del personaje�. Nos vaciamos y llenamos una y otra vez en un juego que nos obliga a no arrastrar nada anterior. Julia no sabe qué está haciendo hasta que llega al final, donde todo se precipita. Está alterada, sola y siente que no hay límites. Rompió con su novio, tiene la cara marcada y cuando desciende a la cocina (el ámbito de los criados) busca la destrucción. Manda a Juan que le dé vino, que le bese el zapato. Se da cuenta de lo que hace cuando ya es tarde, cuando no tiene retorno.
�El tema del dominador entrampado...
�Es que el goce está en ocupar los dos lugares, pero alternando. Este es un conflicto de toda la vida y cada vez más complejo. Yo estoy un poco �abismada� con esta obra. El público no va a encontrar aquí a una señorita �revoleando� el pañuelo. Mi papel es casi el de una asexuada.
�¿Tiene algún otro personaje en mente?
�Yo vengo de las letras, soy profesora de Literatura. Quisiera poder hacer la Maga, pero es muy difícil conseguir los derechos. En los últimos años hice mucha TV: �Alas�, �Mujercitas�... Puedo saltar de un código a otro. Mi experiencia en cine fue breve: participé en dos ópera prima (de Luis Barone y de Marcos Carnevale) y en Bajo Bandera, de Juan José Jusid. Me interesa cuando me dan tiempo para elaborar el personaje.
�ANILLOS DE CENIZA�, DEL GRUPO TEATRO VIENTO OSCURO
Una batalla contra las reglas sociales
Por Cecilia Hopkins
Aunque Rudyard Kipling está considerado como el primer escritor inglés que obtuvo el Nobel de Literatura (en 1907), había nacido en Bombay y ambientó en la India gran parte de su extensa obra. Uno de sus relatos (�Pasada la valla�, de Cuentos de la Alta India, de 1886) fue la fuente inspiradora de Anillos de Ceniza, montaje del grupo Teatro Viento Oscuro, un espectáculo de gran impacto visual y a la vez de pequeño formato. Kipling narra en su cuento las desventuras de una mujer hindú que sufre la condena y el repudio generalizado por no haber aceptado el suicidio luego de que su marido fuera muerto, según manda la tradición. Peor aún: por volver a enamorarse, esta vez de un hombre europeo, totalmente ajeno a la cultura del país.
Una serie de velas encendidas bordean el límite que separa al espectador del área de actuación, donde crece un espeso pajonal. Agazapado entre los tallos secos, el único personaje narrador comienza a susurrar un cuento infantil. El ritmo va en aumento, surgen el canto y una danza que toma forma naturalmente de la acción de recoger las ramas secas que la actriz va disponiendo de un nuevo modo. Así transformada, la escena se vuelve el espejo simbólico de la determinación de la mujer. Una nueva danza, esta vez con teas encendidas, expresa su decisión de hacer valer su condición independiente y rechazar el sometimiento a las reglas sociales. Interpretada por Silvia Lezcano y dirigida por Florencia Coppola, la obra es la tercera de Teatro Viento Oscuro, que integran junto a Carolina Quiroga.
Las funciones son en la sala Auditorio del C. C. Recoleta (Junín 1930), los sábados a las 21.
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