JUAN FALU EXPLICA EL SENTIDO DE �GUITARRAS DEL MUNDO�
Todas las guitarras, todas

El festival, que crece año tras año, se desarrolla en 36 ciudades de todo el país, con entrada gratuita, con participación de 120 guitarristas. El encuentro admite todo tipo de estilos musicales, desde folklore hasta tango, pasando por jazz y clásica.

 �En este país, en los últimos años, todo se cayó: el producto bruto interno, los salarios, la tasa de empleo. Lo único que creció fue el festival �Guitarras del mundo�.� Con ironía seca, el guitarrista y compositor Juan Falú alude a un contexto amargo para resaltar su pequeña dosis de triunfalismo pragmático. Las cifras lo avalan: la primera edición de este evento gratuito, en 1995, se llevó a cabo en tres sedes, mientras que la actual, desde anteayer y hasta el próximo 17 de septiembre, se reproduce simultáneamente en 36 ciudades argentinas. Son 120 los guitarristas participantes y 12 los países que han enviado representantes artísticos. Los organizadores esperan que en esta 6ª edición se supere la asistencia �6500 espectadores� del año pasado. Las cifras, no obstante su efecto legitimizador, representan sólo la cáscara de un minifenómeno de culto por la guitarra, que cada temporada se renueva y se multiplica.
Falú, director artístico del festival, lo define como �un lugar de búsqueda. Cuando empezamos a hacerlo, hace cinco años, me sorprendí al ver que había tres cuadras de cola, esperando por el primer recital. Aquí está pasando algo muy importante. Es como si la gente estuviera buscando, a través de la guitarra, sus historias, familiares, adolescentes, de sus amigos, de sus parejas. Porque la guitarra es el más doméstico de los instrumentos. Se toca en cualquier parte, en cualquier circunstancia, y también puede adquirir estatura clásica�. Esta diversidad, que se verifica también en las provincias, con sedes ubicadas en ciudades tan distantes como Coronda, San Salvador de Jujuy, Río Gallegos, Coronel Pringles, Oberá, Rosario, Mendoza y Córdoba, entre muchísimas otras, se corresponde con un eclecticismo artístico tan enriquecedor como coherente: hay folklores de los distintos países, música clásica, contemporánea y jazz. �Generalmente �explica Falú�, en los eventos clásicos se destinaba una jornada a lo popular, y lo mismo pasaba con el tango, o con el jazz. Había por un lado música para pobres, por el otro música para ricos, para viejos, para jóvenes. Todo muy compartimentado. Acá está todo mezclado, porque la diversidad potencia el disfrute de cada género. El mismo público puede escuchar un joropo y a la media hora a un guitarrista barroco.�
Anteanoche, en el Club del Vino, aficionados-músicos, curiosos, padres de familia con sus bebés en brazos, disfrutaban de �La tristecita�, o de �Naranjo en flor�, interpretados por Falú, y luego se entregaban con la misma generosidad al virtuosismo de la paraguaya Berta Rojas y a la actuación del Palermo Trío. Antes y después, en decenas de escenarios de todo el país, ocurría lo mismo con músicos como Cacho Tirao, Edgardo Cardozo, Juanjo Domínguez, Paul O�Dette (de Estados Unidos, uno de los mejores laudistas del mundo), Raphaella Smits (de Bélgica, Shin-Ichi-Fukuda (Japón) y Gentil Montaña (Colombia), entre otros. 
Falú cuenta que muchos de estos artistas accedieron a participar cobrando menos de lo habitual . �Es increíble la cantidad de guitarristas de todo el mundo que quieren estar, porque se dio un boca a boca que le dio cada vez más jerarquía a este encuentro, que más que un festival ya es un movimiento de guitarristas.� Paralelamente, acaba de editarse el CD doble Guitarras del mundo 98/99, y está grabándose el correspondiente a la edición actual. Para Falú, este evento prestigia la vocación guitarrística, �porque éste no es un instrumento que genere trabajo. Por lo general, se está confinado a la guitarreada o a dar clases. El del guitarrista es un trabajo informal, ajeno al mercado, pero, paradójicamente, es culturalmente masivo. Por eso, esto que hacemos es como dejar un rastro sensible de esa realidad�.

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