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el Kiosco de Página/12

Crucero
Por Antonio Dal Masetto

Desde hace tiempo quiero regalarme un viajecito, así que visito a mi viejo conocido el licenciado Almayer, quien siempre logra sorprenderme con sus innovaciones comerciales. Acaba de inaugurar una agencia turística: Protectur, su seguridad en viajes.
�Todo comenzó cuando me di cuenta de que existe cierta clase de turistas que desean reserva absoluta para sus vacaciones. Mi empresa está especializada en atender a gente que, por decisión propia o circunstancias ajenas a su voluntad, no desean o no pueden visitar los lugares tradicionales. Y fundamentalmente no quieren ser reconocidos ni verle la cara a un solo argentino. 
Me muestra un planisferio tachonado de banderitas rojas.
�Donde ve banderitas hay por lo menos un argentino, de paso o residente. Son muchos, están por todas partes, son muy curiosos y muy lengualargas y cuentan todo lo que ven. Aunque por suerte todavía quedan algunos lugares intocados y esos son los refugios elegidos para nuestra clientela.
La secretaria le avisa que acaba de llegar un cliente.
�Justamente acá está el coronel Espingarda, un futuro viajero. Así que por razones de estricta discreción le pediría que me espere en la oficina de al lado. Deje la puerta entreabierta, pero poco, así de paso podrá interiorizarse de las bondades de nuestros tours.
Entra el coronel Espingarda, de civil, lentes oscuros, acompañado por su joven y rubia novia Mimí. El coronel quiere llevar a Mimí a conocer el mundo. Almayer reitera la explicación de las banderitas en el mapa.
�Nada de argentinos �dice el coronel Espingarda.
�Bien, entonces, por empezar tenemos un soñado y exótico oasis en el desierto de Kalahari. Su novia, si lo desea, podrá practicar nudismo durante el día, sin miradas indiscretas. Y de noche, mientras ambos disfrutan de la Música de los Minerales, el subyugante crujir de las piedras del desierto al partirse por la baja temperatura, lucirán nuestro elegante equipo térmico que soporta 60 grados bajo cero (diseño italiano). Paseos en camello, dátiles en abundancia que recogerán ustedes mismos y exquisitos platos regionales, tales como los sabrosos y crocantes Alacranes a la Saint Germain.
�Yo no quiero ir al desierto de Kalahari �se queja Mimí�. Quiero ir a Mónaco, quiero ir a París.
�Ya vieron el mapa y las banderitas. Europa está fuera de toda posibilidad. De España, desde Finisterra a los Pirineos, olvídense. Francia, ni hablar, Italia, lo mismo (a menos que esté interesado en recorrer Regina Coeli). Inglaterra, sáquensela de la cabeza. Alemania, Holanda, Suiza, Bélgica, hagan de cuenta que no existen. Países escandinavos, ni en sueños.
�¿Qué más tiene para ofrecernos? �pregunta el coronel.
�Tenemos un precioso rinconcito en Groenlandia. Discreción, grandes espacios, practicar cazas de focas y largas caminatas por los hielos vírgenes, un confortable iglú de tres ambientes, donde podrán disfrutar del imbatible color, aroma y bouquet del vino de musgo, orgullo local.
�Mónaco �insiste Mimí golpeando el piso con el taco aguja.
�También disponemos de un encantador refugio en el centro de Australia, en el corazón de la fascinante aridez del majestuoso Gibson, con su gracioso lago Diseppointment. Aborígenes serviciales y platos típicos, bien lejos de las costas que siempre están llenas de argentinos. La fauna les va a encantar. Hay más opciones. Tres islitas frente a Madagascar, tan secretas que ni siquiera figuran en el mapa. Son lugares paradisíacos y laamenaza de los antropófagos ha sido controlada hace tiempo. También tenemos Zembla, un archipiélago de la Federación Rusa en el Océano Glaciar Artico, entre los 70 grados 31� y 77 grados de latitud norte y los 51 grados 35� y 69 grados 2� de longitud este, entre el mar de Barens y el Kara. Optima pesca.
�París �insiste Mimí.
�En todos los casos los viajes serán en submarinos de la Segunda Guerra Mundial, adaptados y remozados como cruceros de placer, para disfrute de la estimada clientela. De esta manera quedan obviados los engorrosos trámites de migraciones.
�París y Mónaco �se obstina Mimí mientras destripa el apoyabrazos del sillón con la uña bermellón de su dedo índice.
�Nuestra empresa, junto con los folletos les brinda un librito de derecho internacional para que estén informados de lo que pueda ocurrir si tienen algún tropiezo.
�Me entusiasman las propuestas �dice el coronel Espingarda�, vamos a conversarlo un poco con mi novia Mimí y lo volvemos a llamar.
Se van.
�¿Qué le parece? �me pregunta el licenciado Almayer�. ¿Está interesado en alguna de las ofertas?
�Como interesante es interesante �le digo�. Yo también lo voy a conversar un poco con mi novia Lulú.


REP

 

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