Por Sergio Moreno
Desde Nueva York
�Presidente, ¿está de acuerdo con lo que dijo su ministro Fredi Storani, sobre la necesidad de cambiar el Gabinete? �preguntó Página/12 ayer a Fernando de la Rúa.
�No he escuchado o leído las declaraciones �respondió el Presidente, haciéndose el oso.
�El ministro dijo que no descartaba la posibilidad de que se produzcan cambios en el Gobierno.
�Bueno, al respecto yo ya hablé a mi salida de Buenos Aires.
�Sí, dijo que todos los ministros tenían la renuncia a su disposición.
�Me consta �acotó el canciller, Adalberto Rodríguez Giavarini.
Este diálogo con los medios que siguen su gira fue la forma escogida por De la Rúa para dejar las definiciones en suspenso. No afirma que habrá cambios. Tampoco lo niega, ni desmiente a su ministro. El Presidente, que ayer tuvo un día intenso en la Cumbre del Milenio de la ONU, cuida cada palabra, se fastidia cuando sacan el tema mientras llama a Buenos Aires y sigue minuciosamente las consecuencias del escándalo por los supuestos sobornos.
Ayer muy temprano recibió a los periodistas en su suite del Plaza Hotel, frente a un veraniego Central Park. Acababa de despedir a la delegación del American Jewish Commettee (ver aparte) y estaba distendido. Era el estado de ánimo que acarreaba desde la noche anterior, cuando fue invitado por Bill Clinton a la cena que ofreció en el Waldorf Astoria al denominado Grupo Sherpas o Berlin, que nuclea a los que comulgan con el Tercera Vía. Allí se juntaron el chileno Ricardo Lagos, el italiano Giulio Amato, el sueco Goran Persson, el alemán Gerard Scroeder, el sudafricano Thabo Mbeki, el portugués (y presidente de la Internacional Socialista) Antonio Guterrez y el británico Tony Blair, entre otros pocos, y sus respectivos cancilleres. De la Rúa siguió con suerte: le tocó a la izquierda de Blair con quien siguió conversando lo que había empezado al mediodía, durante el almuerzo ofrecido por el secretario de la ONU, Koffi Anan, cuando también fue flanqueado por el inglés.
Clinton habló con cada uno de los invitados. El norteamericano se sentó a la cabecera de la mesa en �U�, que compartió con los mandatarios. De la Rúa le advirtió a Blair que, en su exposición en la Asamblea de la Cumbre, abordaría el tema Malvinas. También conversó sobre la sede del Tratado Antártico (que Argentina quiere que sea Buenos Aires, a pesar de la oposición del Foreing Office). Durante la rueda de prensa de ayer, De la Rúa hizo hincapié en un episodio de la noche anterior, en el Waldorf: que el alemán Schroeder hubo de recordar lo mal que le había ido a su gobierno cuando empezó, y lo bien que le está yendo ahora.
Durante la cena, Clinton habló largamente de la campaña de su vice, Al Gore. Comentó que posee encuestas que le dan a su vice más de diez puntos sobre el republicano George Bush Jr. y no se privó de globalizar las consecuencias de un resultado así: �Marcará la continuidad de gobiernos que basan su éxito en redistribución e impulso de políticas sociales�, dijo.
Cuando le tocó el turno, De la Rúa dijo que, �si algo diferencia a los gobiernos modernos, es que buscan el éxito económico no como un valor por sí mismo, sino para producir cambios sociales�. El portugués Guterrez lo interrumpió para definir ese proceso como una �revolución pacífica�. El argentino no se amilanó y desgranó elogios para el anfitrión; dijo que el período Clinton tuvo un éxito económico importante no sólo para Estados Unidos sino también para el mundo. Al final, varios presidentes se retiraron hasta que quedaron parados, charlando, solos, Clinton, De la Rúa, Guterrez, Ricardo Lagos y la primera ministra de Nueva Zelanda, Helen Clark. El Presidente finalizó la conferencia de prensa para partir hacia la ONU, donde pasó la mayor parte del día, pero antes se mostró molesto por una versión que daba cuenta del costo de este viaje. �Miren si voy a gastar eso, si hasta hay tres personas (de la delegación) que duermen en la misma pieza�, dijo, haciendo referencia al vocero del canciller, Guillermo García, que duerme en un sofá cama junto a un traductor oficial y otro empleado de Presidencia.
El Presidente hizo llamar al ministro del Interior para pedirle precisiones sobre la crisis en el Senado. La noche anterior había hablado con Chacho Alvarez y durante el día mantuvo al menos dos contactos con Darío Lopérfido. De la Rúa se mantiene más que informado de cada cosa que pasa en Buenos Aires, mientras digiere las opiniones de los miembros de su gobierno. Para algunos se debería �refundar el Gobierno� reformulando todo el gabinete; otros piensan que �hay que hacer la plancha y esperar a que el juez avance�. De la Rúa decidió no modificar sus dichos hasta el regreso, dentro de una semana, tras su visita a Canadá y China. En su comitiva hay quienes hablan en voz baja y piden anonimato. Dan por seguro que los cambios, aún sin definirse, son inevitables.
En la ONU, el Presidente participó primero en una mesa redonda, que compartió con Fidel Castro, entre otros, sobre las misiones de paz. Pero el plato fuerte fue la reunión del Consejo de Seguridad, que Argentina integra como miembro temporario. En el Consejo, presidido por Clinton, De la Rúa también discurseó. Señaló que �los autores de crímenes que ofenden la conciencia común de la humanidad no pueden quedar impunes; por ello, la creación de la Corte Penal Internacional constituye un instrumento disuasivo y un componente indispensable de una paz duradera y justa�. Además reafirmó que �la Argentina, que actualmente integra nueve operaciones, seguirá contribuyendo con sus Fuerzas Armadas, de Seguridad y con personal civil a las operaciones de mantenimiento de la paz creadas por este Consejo�. Al finalizar partió hacia el recinto central de la ONU donde expuso su discurso ante la Asamblea General (ver aparte).
Tras un encuentro con el rey Abdala de Jordania �donde le trasmitió su preocupación por los hijos de Graciela Arias Uriburu�, De la Rúa volvió al hotel, se cambió y partió hacia el Museo Metropolitano de Nueva York donde anoche Clinton homenajeó a los más de 180 jefes de Estado que han transformado a esta ciudad en un infierno de tránsito, tomada por todo tipo de policías, agentes secretos, swats y otros uniformados. Como la antigua Roma, Nueva York muestra su esplendor, que es su poder.
EL AMERICAN JEWISH COMMETTEE CON EL PRESIDENTE
Preocupación por el comercio con Irán
Por S.M.
Bruce Ramer y el argentino Jacobo Kovadloff encabezaron ayer la delegación del American Jewish Commettee (AJC) que se reunió con Fernando de la Rúa en el Plaza. Expresaron su preocupación por el incremento del comercio con Irán, pero se mostraron satisfechos por lo que De la Rúa les comentó del futuro juicio oral y público por el atentado a la AMIA. El Presidente dijo que el tribunal tendrá apoyo económico y político del Gobierno, que su administración apoya la investigación que realiza el juez Juan José Galeano y que, una vez terminado el juicio, la pesquisa para seguir buscando a los responsables de la masacre debe continuar.
Kovadloff confió a Página/12 que De la Rúa defendió las transacciones con Irán, pero aclaró que las relaciones se mantienen a nivel de encargados de negocios. Ramer agradeció la defensa de un grupo de judíos iraníes detenidos en Teherán acusados de espías. También acusó a Irán de financiar al grupo Hamas y alertó sobre los arsenales de destrucción masiva que posee el régimen de los ayatolas.
El AJC agradeció los gestos del Presidente en el Museo del Holocausto de Washington donde pidió perdón en nombre de la Argentina por haber favorecido el ingreso de criminales de guerra nazis. El jefe de Estado recordó que Buenos Aires también tiene un Museo del Holocausto. Sobre las investigaciones de los atentados, comentó que la task force, por él creada, mantiene contactos con los familiares de las víctimas. Los integrantes del AJC se fueron entusiasmados. Tal vez no conozcan las quejas de los jueces del tribunal oral sobre la falta de fondos, ni que la task force no tiene jefe definido, ni que se sepa a ciencia cierta qué es lo que está haciendo.
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