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MARTHA PELLONI ANALIZA EL CASO maria soledad morales
�Hubo gente que quedó impune�

En el día que se cumple el décimo aniversario de la muerte de la adolescente catamarqueña, Martha Pelloni habla de lo que significó la movilización por ese crimen y de lo que nunca se investigó.

Ahora desde Corrientes, Pelloni impulsa una red nacional contra la impunidad.


Por Eduardo Videla

t.gif (862 bytes) Tiene 10 años más que aquel día en que acompañó a los jóvenes de Catamarca en la primera marcha de silencio. Pero no perdió el ímpetu para pelear por causas justas. Todo lo contrario: multiplicó su actividad en una red nacional contra la impunidad, un foro multisectorial por la justicia y una fundación de producción rural solidaria en Goya, Corrientes. Y además de eso, tiene la máxima jerarquía de su orden religiosa �las carmelitas misioneras� en América latina. Martha Pelloni (59) sigue siendo uno de los principales referentes de esa lucha que comenzó en Catamarca en setiembre de 1990, que puso fin a la dinastía de los Saadi y mandó a la cárcel a los asesinos de María Soledad. Hoy, cuando se cumplen diez años de la desaparición de María Soledad, para ella las cosas no han cambiado tanto: �El encubrimiento del crimen nunca se investigó. Y para colmo, han ascendido a los policías que estuvieron comprometidos�, denuncia Pelloni, en una entrevista con Página/12. Y remata, sin contemplaciones: �Entre (el actual gobernador) Oscar Castillo (UCR) y Ramón Saadi no hay mucha diferencia�.
�¿Qué ha cambiado en el país después del caso María Soledad?
�Este caso fue el despertar de la metodología de las marchas, que han sido efectivas, sobre todo en los casos de impunidad. Lo más importante es que eso permitió la socialización de la verdad. Nosotros hemos implementado una red nacional contra la impunidad y el encubrimiento, para unificar los casos en cada lugar, para que los propios familiares sean la fuerza de esas marchas. 
�¿Cómo evalúa, diez años después, la importancia de esas marchas?
�Lo que les da fuerza a los reclamos es el apoyo social. La movilización hace temblar a los gobiernos que tienen corrupción en las estructuras de la Justicia y la policía. Tienen terror a la socialización del tema. Los medios de comunicación han ayudado a socializar el tema y la verdad. El reclamo desde las familias tiene mucha fuerza. Porque a un político tal vez no se le cree, porque está desgastada su imagen. 
�En la adhesión a las marchas de Catamarca intervinieron otros factores, porque la movilización tuvo un acompañamiento inédito.
�Sí, porque se sumaron todos los casos que no tenían que ver con crímenes, pero sí con la corrupción de la Justicia y la policía. Y en última instancia, los gobiernos. Socializar esta metodología hace que los gobiernos reaccionen y tengan que entrar en un diálogo, en una búsqueda de soluciones. En Catamarca, María Soledad fue la gota que rebasó el vaso, pero a los pocos meses yo ya no estaba al frente de la marcha, estaba en el medio. Porque María Soledad era el símbolo, pero el reclamo era de toda una provincia, contra la impunidad, el encubrimiento y la corrupción. En Corrientes y en otros lugares del país pasó lo mismo: los autoconvocados, la carpa docente, que todos hemos copiado, han hecho que se socialicen los reclamos. 
�¿Cómo se les ocurrió lo de las marchas?
�Lo de las marchas fue espontáneo, impensado. Era el día que yo estaba con el jefe de policía, luchando, porque descubrí que había venido a interferir la salida de los alumnos, que iban a rezar a la Catedral. Surgió como una expresión de duelo con todos los otros colegios que se sumaban. No se llamaba ni marcha ni nada. Iban a salir a la calle a rezar, en silencio. A partir de entonces los adultos quisimos sumarnos todos los jueves a los jóvenes y así quedaron las marchas de silencio.
�¿De quién fue la idea?
�De los jóvenes. Los centros de estudiantes de todos los colegios se quisieron sumar al duelo de las chicas. Se les ocurrió encontrarse todos para rezar en la Catedral. Cuando llegaron, eran dos cuadras de gente de rodillas. Era una marcha de oración, que después de llamó de silencio.
�¿Cree que la dirigencia ha escuchado ese mensaje, después de 10 años? 
�En Catamarca va a escuchar otro mensaje ahora, porque en Catamarca cambió el gobierno, pero no cambiaron las estructuras policiales ni judiciales. Cómo puede ser que el que lavó el cadáver de María Soledad tenga un cargo de comisario. Cómo puede ser que la bioquímica que adulteró los análisis de la autopsia tenga un cargo de comisario. Cómo puede ser que haya jueces que en aquel entonces eran abogados o tenían cargo de juez y fueron parte del encubrimiento y permanecen en los cargos. El encubrimiento no se investigó y ellos están todos con cargo, reconocidos. 
�¿La clase política tiene una deuda pendiente?
�La deuda pendiente que tiene el gobierno de Catamarca desde entonces es investigar a los que quisieron encubrir a los asesinos. Porque en el encubrimiento murió más gente: el padre Carrizo, que lo dejaron morir; el colectivero Monasterio, que lo confundieron con el testigo Ponce. Hay una empleada de los Luque desaparecida. Es la materia pendiente que tiene Catamarca. No es para darle laureles al gobierno por el hecho de que estén presos Tula y Luque. 
�¿Hay otras personas que mataron a María Soledad, que no están presas?
�Sí. Los motivos por los cuales Luque no repartió la responsabilidad no los sabemos. Pienso que hubo más gente que participó y quedó impune. 
�¿Las marchas de silencio fueron un mensaje para la Justicia?
�No sólo un mensaje sino que fueron la resistencia. Los volvió locos. Cuando el primer tribunal suspendió la televisación del juicio, el país se levantó, con marchas en todo el país. Tan es así que a partir de eso nosotros organizamos la red nacional contra la impunidad.
�¿La Justicia ha cambiado desde entonces?
�No. Todavía hay jueces cuestionados como (Rodolfo) Canicoba Corral o (Julio) Nazareno. Canicoba Corral me hizo cumplir una pena en un hogar de niños por una querella que me inició la madre de Ramón Saadi. Y yo no la había calumniado, dije simplemente que la investigaran porque sabía lo que había pasado con María Soledad. En Corrientes estamos mejor con la intervención. No existe la corrupción que existía antes. Se han cambiado jueces clave, como los de minoridad, y las asesorías de menores. Todo esto funciona muy bien, con gente muy seria. Tan es así que ahora no se dan adopciones fuera de Corrientes hasta que no vea limpia la provincia en este tema. Es más, se está conteniendo a las familias en los casos de pobreza extrema y para los chicos se consiguen familias sustitutas. La obligación del Estado no es sacarles los hijos a sus padres sino darles contención a las familias indigentes. 
�Usted tuvo problemas con el obispo de Catamarca, que no vio bien lo que estaba haciendo. Y se tuvo que ir de la provincia.
�No sé si no vio bien. No tuve el apoyo de él, pero tampoco tuvo inconvenientes...
�Pero a usted la sacaron de Catamarca.
�Me sacaron, pero nunca pude saber quién me sacó. La orden vino de mis superiores, pero nunca me enteré de quién puso el dedo. Pienso que habrá sido el gobierno, que tocó a la Iglesia.
�¿Volvió a Catamarca después del juicio? 
�Sí, he vuelto. 
�¿Qué clima encontró?
�Hubo cambio de gobierno, pero no creo que la sociedad haya cambiado mucho. Sé que últimamente estaban reclamando justicia por una niña y por un chico que mataron en una panadería. Lo que pasa es que los jueces no han cambiado. Hay que estar luchando y abriendo brechas permanentemente para que no se dé el encubrimiento. Es que entre Oscar Castillo y Ramón Saadi no hay mucha diferencia, por el tipo de políticos de son. No era lo mismo su padre, Arnoldo Castillo.

 

 

La posición de Castillo

�María Soledad está presente en Catamarca, porque representa un cambio social. Ella, en su corta vida, nunca pudo haberse imaginado el profundo proceso de transformación que causó su muerte�, expresó ayer el gobernador de Catamarca, Oscar Castillo. El funcionario salió así al cruce de las críticas que se oyeron en los últimos días al asegurar que siente �impotencia� porque aún no fueron castigados quienes encubrieron el crimen. Esto, dijo, es �una deuda pendiente que lo preocupa�. �Pero igual existe la tranquilidad de saber que hubo una sentencia y que los acusados están apartados de la sociedad cumpliéndola.�
Castillo admitió que la familia Saadi sigue teniendo poder político: �Ramón Saadi es actualmente presidente del Partido Justicialista y sigue ocupando el lugar de la alternativa de cambio, lo cual nos daña, ya que la provincia se hace creíble si la oposición es creíble�, manifestó. 
A la hora de evaluar el hecho, Castillo dijo: �El caso Morales tuvo muchos elementos. Por un lado, fue un caso penal, por otro, contó con un elemento político, con maniobras destinadas a tapar, hubo encubrimiento e impunidad y todo ello fue observado por la sociedad, pero también se sumó una cuestión generacional y cultural, por ser ella (María Soledad) una joven y una estudiante. Por eso, los primeros repudios llegaron desde los jóvenes y lograron despertar al resto de la sociedad�.

 

 

opinion
Por Horacio González*

La niña exánime

María Soledad era una niña curiosa y soñadora, en la edad de ser convocada por ese ramillete de pasiones amables que siempre parecen esperarnos. El crimen de una niña así templada, preparada por esa sentimentalidad que inmediatamente percibimos familiar, es un crimen contra la raíz más viva de las emociones, las que nos sorprenden en el momento de su despertar. María Soledad estaba despertando y la asesinaron. El mundo real se revelaba con una turbiedad alucinada, que alcanzaba las profundidades más grandes de la injusticia. Lo ocurrido tocaba una cuerda ancestral, revelando el contraste inmemorial entre la preparación de una adolescente para su vida plena y el turbio manotón con que la arrojaron al camino, entre las basuras del día.
La burda trivialidad de las otras escenas del crimen adquiría también connotaciones arquetípicas: los hijos jaraneros de los procónsules de provincia, los locales nocturnos de la fácil juerga enlazada a la humillación que ejercen esos pequeños poderosos, la sexualidad marcada con la risa del abuso y la conmemoración de los patanes, todo ello sumado a la oscura conciencia de que superados los límites difusos, el silencio encubridor de políticos, comisarios y peritos tragaría a ese cadáver tirado al costado del bosquecito. La obtusa cofradía apenas tendría un secreto más para guardar en la madrugada.
La televisión percibió ese drama de justicia, con esos personajes encerrados en mansiones vulgares, anudados a un poder político de barata estridencia y anacronismo. Esa niña exánime que una noche no había vuelto a su casa los acusaba para siempre. Una chica que pegaba fotos en las paredes de su cuarto provinciano, con su cuerpo eviscerado, reclamaba una justicia rápida que de algún modo la televisión, en donde están los artistas cuyos cromos adornaban la habitación de María Soledad, comprendería de inmediato.
María Soledad hubiera preferido no ser ese símbolo. Hubiera querido ser la menos notoria de las mujeres felices archivando alguna vez esos galanes. Y que la cruda autopsia de su cuerpo no fuera la sintaxis de un reclamo contra la crapulesca dinastía gobernante. Pero en su nombre y en su cuerpo inexperto acabaron conjugándose las pasiones que enlazaban la política y la sangre. La justicia trastabilla a cada paso, sus tramas se muestran sombrías, pero la sangre inocente suele llevar en su jeroglífico la obligación del desciframiento.

* Sociólogo.

 

 

Qué fue de los personajes clave
que marcaron la historia del caso

Algunos quedaron brillando. Otros terminaron recluidos en el bajo perfil. Hay desplazados que intentan la revancha.

Tula, con libertad condicional, trabaja en un lubricentro. 
A Luque le quedan diez años para lograr ese beneficio.

Por Andrés Osojnik
Desde Catamarca

¿Cuál de los personajes resonantes del caso María Soledad puso una financiera y ahora tiene al hijo condenado por un delito económico? ¿Cuál es concejal en la ciudad de Córdoba? ¿Cuál, presidente del partido de Domingo Cavallo en Catamarca? Un sondeo sobre la actualidad de los personajes que construyeron (o fueron construidos) por el caso políticopolicial más impresionante de esa provincia y que conmovió al país entero no sólo muestra qué fue de la vida de cada uno de ellos. Es además un mapa de Catamarca a diez años del crimen que terminó con el poder de los Saadi. Un mapa que desnuda una provincia que se muerde la cola: testigos que se siguen desmintiendo, cadáveres políticos que gozan de buena salud, jueces con causas dormidas, policías acusados de ineficientes. Catamarca es siempre una provincia que se repite a sí misma.
Los personajes centrales no tienen secretos. Guillermo Luque, preso. Luis Tula sale a trabajar y estudia Derecho. Los Morales, en su humilde casa de Valle Viejo, se ocupan de criar a las hermanas más chicas de Sole e impulsar el esclarecimiento total del crimen y su encubrimiento. Martha Pelloni se convirtió en referente de la lucha contra la impunidad. El resto de quienes participaron en lo que allí se llama el caso, quedaron recluidos a un perfil, más alto o más bajo, que no excede la provincia.
Salvo el personaje por excelencia de la historia, Ramón Saadi, que fue noticia para el país cuando sin éxito intentó integrar el Senado ahora en terapia intensiva. De las once causas en su contra, algunas prescribieron, en otras fue sobreseído y el resto quedó arrumbado en el fuero federal.
El martes pasado fue noticia otro resabio familiar: la llamada asamblea trucha, en la que Alicia Saadi fue convertida en 1993 en senadora. En torno de ese pliego hubo entonces un escándalo con el avión que lo llevaba a Buenos Aires. La policía provincial quería impedir el decolaje, pero el saadista Miguel Ferradás �que había completado el mandato de Angel Luque en la Cámara de Diputados luego de su expulsión� persuadió al agente con un revólver apuntado en su cabeza. El martes, Ferradás fue absuelto, en juicio oral, por ese hecho. ¿Quién fue su abogado? Víctor Pinto, el patrocinante de los Luque, siempre vinculado al entorno saadista.
Luque no pudo superar el síndrome del muerto político. Su principal obsesión de los últimos años fue juntar pruebas y testigos a favor de su hijo. No le fue muy bien. Tampoco anduvo bien la casa de comidas que había instalado justo antes del primer juicio. Ahora el local está cerrado, pero El Gordo sigue en el comercio: ahora vende máquinas expendedoras de café.
Quien tomó la posta política en la familia fue su esposa, Edith Pretti, presidenta de la rama femenina del PJ. Beba Luque acaba de publicar una solicitada con furiosas críticas por las situaciones de la provincia y de su hijo.
Donde el reparto de roles no está tan claro es en el clan Saadi. El hombre sigue siendo el factotum del justicialismo local y todo indica que irá por la revancha en las elecciones a senador. La incógnita es quién lo secundará: su hermana Alicia o su esposa Pilar Kent. Esta última ya mandó a imprimir afiches con la leyenda �Pilar 2001�.
Otro de quienes alguna vez tuvieron que ver con el poder saadista es Miguel Angel Ferreyra, entonces temible jefe de la policía provincial, uno de los acusados del encubrimiento. Después de la caída de su jefe, el hombre puso una financiera. Su hijo, contador de profesión, era empleado de la Justicia. Pero el Pichi Ferreyra fue descubierto en un intento de estafa con un oficio judicial trucho y fue condenado. Ahora su padre cultiva el perfil bajo. Y la financiera cerró.
Hubo muchos otros que del saadismo se reciclaron. Miguel Marcolli era hombre de Ramoncito hasta que estalló el caso y pasó a ser opositor. Llevó adelante una supuesta investigación paralela y se convirtió en diputadonacional del Frente Cívico. Ahora se dedica a la actividad agrícola. Y en los ratos libres apoya una corriente interna del PJ opositora a Saadi.
El mapa de los testigos tiene también su pimienta. Jesús Muro, uno de los testigos clave para la condena �dijo haber visto a Luque y a María Soledad en el boliche Clivus�, volvió a desdecirse después del juicio y ahora vive en el interior de la provincia. Manuel Moreno, el jardinero de los Luque que primero dijo haber lavado sangre de la ropa de Guillermo, luego lo negó y fue preso por falso testimonio, ahora está otra vez tras las rejas, por una causa de corrupción de menores. Otro que pasa sus días en prisión, pero por homicidio, es Jorge �Chano� Martínez, el boxeador que en el primer juicio dijo haber visto a Luque y a María Soledad juntos en Tucumán y en el segundo juicio lo negó. Martínez comparte la prisión con Luque, que lo denunció por un supuesto ofrecimiento de cambiar su versión.
Chano fue un testigo aportado por la polémica Lila Zafe, abogada de los Morales en la primera etapa de la instrucción. Ahora casi no se la ve en la provincia: su ocupación es el estudio que tiene en Buenos Aires.
Los dos juicios también aportaron personajes. Quien se desempeñó en ambos como fiscal, Gustavo Taranto, dejó los tribunales por la política: ahora es concejal de la UCR en la ciudad de Córdoba. Santiago Olmedo, el respetado presidente del tribunal que llevó el caso a la condena, sigue en su puesto. Su antecesor en el primer juicio, el inefable Alejandro Ortiz Iramain, es protagonista de una saga algo más complicada. Después de su intempestiva renuncia como juez que debía juzgar a Luque se alió con Ramoncito, pero se terminó peleando. Hoy trabaja justo frente al edificio donde se hizo el juicio: en la sede de Acción para la República, partido del que es presidente. Esta semana, la ciudad de Catamarca se llenó de afiches con su imagen siempre adusta y una leyenda: �Ayúdelo a ayudar�.

 

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