Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


KIOSCO12

�Lo que la gente me pide es que
mostremos a la Pradón desnuda�

La anatomía generosa de la vedette es una de las claves con las que Antonio Gasalla logra ganar su horario, los sábados por la noche.

Alejandra Pradón, Antonio Gasalla, Mariana Nannis y Carlos Perciavalle, toda una delantera.


Por Julián Gorodischer

t.gif (862 bytes) Antonio Gasalla tiene claro lo que el público quiere de su programa de los sábados (por Azul, a las 23). �Lo que la gente me pide es que mostremos a la Pradón desnuda�, confiesa. Antes le pedían otras cosas. Pero en ese antes el país era otro, su público televisivo era distinto y la televisión era diferente. Hace doce años, el cómico vivo más importante de la Argentina llegaba a la televisión para revolucionarla: El mundo de Antonio Gasalla desembarcó en ATC con figuras del under, mordacidad en los guiones, arquetipos que se fueron instalando como marca registrada: la vieja, la empleada, la maestra... Hoy Gasalla prefiere abrir el juego a especialistas en aparecer con poca ropa: la vedette Pradón, el susano ruso Vladimir, Mariana Nannis (hasta hace unos pocos meses). Su fauna es muy distinta a aquel elenco en que brillaron Alejandro Urdapilleta, Humberto Tortonese y Juana Molina. Hoy, fuera de Norma Pons, su partenaire histórica a esta altura, se acompaña de figuras poco conocidas. Sin embargo, eso le basta para ganar con toda frecuencia su horario y convertirse en figura clave de un canal que busca competir en serio.
El veterano entre chistosos Fernando Siro es uno de sus pesos pesados actuales. Siro, el marido de la increíble Elena Cruz, que sigue defendiendo a Videla a capa y espada, trae su raigambre de Matrimonios y algo más, a un programa que en todo caso antes criticaba duro a este tipo de televisión. Es que Gasalla, que está brillando en el teatro junto a Carlos Perciavalle, ha ido cambiando su relación con la televisión: de la construcción de arquetipos de antaño ha ido virando a la caricatura. Con el Gasalla histórico, cuando aparecía un arquetipo, surgía una corriente de identificación: �Soledad soy yo�, podía pensar una espectadora o un espectador mirando a esa fóbica. �Mi maestra era como ésa�, comentaban las cartas que aludían a Noelia. ¿Quién no conocía empleadas públicas como esas que Gasalla y Pons personificaban? Ahora, eso pasa menos.
La flamante Filomena es demasiado buena, como si solamente un signo bastase para definirla. Es la buena a secas, la que se ríe cuando le confiesan una estafa, la que está de acuerdo incondicionalmente con su amiga villana. Del otro lado, la amiga (Laura Oliva) siempre está crispada, nunca desciende de ese ataque de nervios y, cuando sólo hay dos polos, es difícil que el cuento resulte atractivo. La doctora Gutman, otro personaje novedoso, es un único y grueso trazo que se extrema: la psicóloga que es verdaderamente tonta. Nunca recuerda el nombre de su paciente, se duerme en sesión, es vieja y fea, no entiende nada. La de Gasalla es una cruzada antiintelectual: �El psicoanálisis es una porquería�, es el único sentido que despunta de su doctora, que sólo existe por y para arruinarle la vida a su paciente. Ella no es otra cosa que una intelectual versera.
El Gasalla 2000 prefiere ante todo juguetear al capocómico y su vedette de revista, junto a la Pradón, su fetiche. Le elogia las plumas y las lentejuelas, indica a la cámara que apunte bien a las nalgas y deja que ella hable tonterías cuando pregunta: �¿Un albañil, es tu tipo?�. Lo que viene es la pequeña defensa de siempre (resumible en la premisa �el amor es más fuerte�) y minutos después el pedido de silencio de un Gasalla aturdido que le ordena: �Bailame�. Lautaro y su familia �otro de los nuevos personajes�, suelen ser escatológicos y dedicarse, por ejemplo, a exhibir su colección de souvenirs de los famosos: canas de Pablo Echarri, piel ajada de Nacha Guevara. 
Cuando sobre el final aparece la vieja inspirada en la obra de teatro La Nona, Gasalla vuelve a ser el Gasalla de antes, un intelectual caústico que opinaba sobre la realidad desde los personajes, porque era, ante todo, un guionista excepcional. A veces esos guiones se extrañan cuando la mayor gracia del programa consiste en mostrar, con la Pradón como estandarte, más de lo mismo, eso que todos muestran, en todos los canales, en todos los horarios.

 

PRINCIPAL