Por F.Y.
Eran las dos de la mañana del viernes cuando la Cámara alta aprobó la ley que reglamenta los fueros. El apuro era generalizado, pocos disimularon su desesperación por descomprimir con esta norma la crisis que vive el Senado. A pesar de que aún resta la promulgación de la ley por parte del Ejecutivo, en la Cámara alta vieron como una señal positiva que el juez que entiende en la causa, Carlos Liporaci, no haya trabajado ayer. �Cuando la sancione (Fernando) De la Rúa, los senadores desfilarán por Tribunales sin que se altere la composición de la Cámara�, aseguró a este diario un legislador del PJ.
Se prometieron mutuamente un debate corto y una votación sumamente veloz. Pero no lo lograron totalmente, aunque muchos de ellos lo intentaron. Los primeros senadores en hablar destacaron cuán breve sería el fundamento que adelantaba su voto positivo. Pero los escollos aparecieron cuando los senadores del bloque justicialista federal, Eduardo Varizat y Alberto Rodríguez Saá, expresaron su desacuerdo con la aprobación de la norma. El santacruceño intentó reiterar la denuncia realizada un día antes junto al gobernador de su provincia, Néstor Kirchner, quien aseguró que entre el oficialismo y la oposición se firmó �un pacto de necesidad y urgencia� para salir de la crisis. �Creo que el justicialismo ha pagado muy caro esta ley, porque la entrega que se ha hecho a través de la sanción de la ley de emergencia económica para tener esta solución no soluciona nada, y agranda el escándalo y la vergüenza que estamos generando en este Senado�, dijo el legislador patagónico en medio de abucheos.
A su turno, el puntano Rodríguez Saá presentó un proyecto alternativo al que se debatía, generando más una expresión de desagrado en los rostros de los apurados senadores. El senador cuestionó la norma porque afecta a la Constitución y aseguró que está mal hecho, mal redactado y tiene defectos de forma. A pesar de su extensa y pormenorizada fundamentación, sus colegas del cuerpo hicieron oídos sordos.
Pero, a pesar del consenso mayoritario para aprobar la norma, eso no impidió que algunos senadores evitaran expresar la indignación que les causó el pedido de desafuero de Liporaci. El radical Alberto Maglietti fue uno de ellos. �Un juez arbitrario, violando la ley, pide desafueros sin existir pruebas al respecto. ¿Y esto por qué? Porque el juez interviniente en el caso del Senado está haciendo vedettismo�, dijo a viva voz para luego calificar a Liporaci de �juez tildado de corrupto�.
Las bravuconadas del legislador formoseño irritaron a más de uno. Leopoldo Moreau le solicitó que abandonara por unos instantes su afán por las cámaras de televisión. Maglietti se enojó más y presentó una cuestión de privilegio contra su correligionario bonaerense. Pero el tiempo transcurría, la madrugada avanzaba y algunos senadores pensaban en los titulares de los diarios. Uno de ellos fue el presidente provisional del cuerpo, José Genoud, quien interrumpió a Maglietti y evitando rodeos señaló: �Senador: nosotros le queremos dar una buena noticia al país. Y los diarios, en este momento, están cerrando sus ediciones. No van a poder informar cómo salió la votación de este proyecto de ley si usted continúa dilatando la sesión�. Algunos aplaudieron la iniciativa del mendocino.
Poco después, el ex presidente del bloque radical, Raúl Galván, y Javier Meneghini pidieron autorización para retirarse de la sesión, argumentando que no podían votar por integrar la lista de desafueros solicitados por Liporaci. Inmediatamente pasaron a votar. Salvo los dos que se fueron y Varizat y Rodríguez Saá, todos levantaron la mano. A renglón seguido pasaron a un cuarto intermedio. Los presidentes de bloque redactaron un proyecto de resolución donde le informan a Liporaci que ya no necesita el desafuero para indagarlos. En esta oportunidad, los senadores del PJ que estaban en la lista de Liporaci anunciaron que se excusarían de votar.Eran las dos de la mañana cuando todos se retiraban asegurando que �hemos dado un paso hacia adelante para salir de la crisis�.
La presunción de inocencia
�Nadie es culpable o todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario�, sostuvo ayer el nuevo jefe del bloque de senadores justicialistas, José Luis Gioja. El sanjuanino respaldó así la legitimidad de la sanción de leyes, como la de emergencia económica, que fue aprobada el jueves en medio del escándalo por supuestos sobornos en la Cámara alta, y que contó con el voto de once legisladores sobre los que pesa un pedido de desafuero por parte de la Justicia que investiga el caso.
Gioja, que el martes reemplazó a Augusto Alasino al frente de la bancada del PJ, consideró que con la sanción de la ley que limita los fueros parlamentarios de los legisladores �nadie puede decir ahora que la Justicia tiene algún tipo de problemas� para avanzar en la causa. �Nosotros consideramos que si bien no se debe obstaculizar la acción del juez Carlos Liporaci, también debemos continuar con nuestro trabajo, que es legislar porque hay que hablar poco y trabajar mucho si queremos superar este trance que todavía no tiene culpables�, insistió Gioja. |
El juez liporaci PIDIO LICENCIA POR UN DIA
Para prevenir el estrés
Por A.M.
El juez federal Carlos Liporaci se tomó ayer licencia por un día y suspendió la ampliación de la declaración testimonial del senador justicialista Antonio Cafiero, en la causa sobre los presuntos sobornos en la Cámara alta. El magistrado estaría sufriendo los efectos del estrés que le provocó el intenso trámite de este caso, sumado a algunos problemas de salud. Por otra parte, la denuncia que le hicieron por la compra de una mansión en Vicente López no avanza.
El fiscal federal Carlos Cearras pidió excusarse de intervenir en esa investigación. El juez Gabriel Cavallo haría lugar a esa solicitud y habrá que esperar hasta que la fiscalía de Cámara, a cargo de Germán Moldes, designe un nuevo fiscal. Por ahora, esta denuncia formulada por un abogado que estuvo procesado por Liporaci no fue impulsada.
En el caso de los sobornos, los investigadores estuvieron a punto de acusar a Cafiero de ser un �testigo reticente� porque piensan que sabe más de lo que dijo en su primera presentación, a la luz de sus posteriores declaraciones públicas y de las revelaciones de quienes lo sucedieron en el desfile ante Liporaci. Pero el veterano senador no pensaba presentarse sino responder las preguntas del juez por escrito, haciendo uso de un beneficio que le otorga su cargo.
Ayer a la madrugada el Senado le volvió a pasar la pelota a la Justicia: aprobó un proyecto de resolución por el que le comunicaba a Liporaci que todos los legisladores están a su disposición para prestar declaración indagatoria, al menos hasta que eventualmente disponga el arresto de algunos de los imputados. La iniciativa �hace saber al señor juez que no existe impedimento constitucional alguno que impida a los senadores prestar declaración indagatoria� y añade que la ley �será de aplicación a todos los miembros del cuerpo en caso de ser citados�. El juez había manifestado su decisión de insistir con el desafuero de los sospechados, pero la semana próxima, cuando tenga que tomar la decisión, podría reconsiderar su posición y empezar a llamar a los once senadores imputados de cohecho. Los fiscales entienden que hay que esperar la promulgación de la ley y ocho días más antes de poder aplicarla. �El debate seguirá porque algunos piensan que una ley procesal como ésta puede tener efectos retroactivos, pero no todos opinan lo mismo�, comentó una fuente del caso que considera positiva la salida que dio el Congreso.
Por otra parte, Cearras dictaminó que debe ser Liporaci quien investigue la denuncia del senador nacional Emilio Cantarero contra la periodista, ante quien habría reconocido que cobró dinero para aprobar la reforma laboral. La acción penal contra María Fernanda Villosio había quedado radicada ante el juez Cavallo. Si este magistrado se niega a desprenderse del expediente, el tema será resuelto por la Cámara Federal. Cantarero, el semiconfeso legislador salteño, acusó a la periodista de coacción.
opinion
Por Eduardo Aliverti* |
¿En peligro?
El escándalo en el Senado precipita algunas conclusiones que no tienen correlato con la realidad. Es mejor analizarlas porque sirve para ubicar el asunto en su justa medida.
Es cierto, por un lado, que se trata de la sospecha de corrupción institucionalmente más seria desde el recupero democrático. Quizá, sólo cotejable con el contrabando de armas a Croacia y Ecuador. Pero ni siquiera esa característica le quita una entidad que no va más allá de lo episódico. Una parte, y no el todo, de la pieza. Y una pieza que viene conformándose desde 1983. Porque ni el Congreso de la Nación en general ni, mucho menos, la Cámara de Senadores en particular, pudieron escapar con firmeza, alguna vez, a ese halo permanente de inutilidad y transa con el que los identifica la sociedad. El �diputrucho�; la suma interminable de pedidos de informe e interpelaciones que jamás redundaron en determinaciones concretas; el nivel de vida de numerosos legisladores; la nula actividad de otros tantos son, apenas, muestras de un botón inmenso, que al conjunto de la población no le genera sino la certeza de estar ante más de lo mismo. A lo sumo, el asco tiene mayor intensidad porque se habla de mucha plata en efectivo y las caras y dichos de los �desmentidores� son patéticas.
¿Y qué de los lobbies groseros de los grupos empresarios en el Parlamento? ¿Y qué de los funcionarios que así como así vuelven a ganarse la vida en ámbitos privados de fuerte entrecruzamiento con el cargo que desempeñaban? ¿Y qué de los canjes por favores políticos, que inclusive tienen un perfil sobornador más profundo que el caso actual porque implican, si es necesario, votar en contra de la conciencia propia y el mandato popular? Después de todo, los senadores habrían recibido dinero por apoyar una ley que ideológicamente defendían (�incentivación�, en el argot futbolístico). No atenúa la repugnancia ni el dolo �si corrió plata es de fondos estatales� pero no es peor que los intercambios de leyes que algunos admiten en público.
Sin embargo, comienza a hablarse de �terremoto institucional� y hasta de �la democracia en peligro�. Lo cual es francamente estúpido, como toda fraseología impactante cuyos alcances se derrumban apenas comienza a recorrérselos. ¿Acaso alguien piensa en un �fujimorazo� que clausure el Congreso? ¿Algún delirante mentaría que hay inquietud en las Fuerzas Armadas? ¿Cuál democracia y en peligro de qué? Más todavía: todo lo que estalla o puede estallar, en caso de no ser aprovechado por corrientes políticas y sociales alternativas, es reabsorbido por los mismos que generaron la explosión. Argentina conoce demasiado de esos resultados, y esta vez no será distinto. |
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