Por Fernando D�Addario
Gambeteando los rigores del calendario, y ciertos códigos intransferibles, el legendario carnaval uruguayo se traslada este fin de semana a Buenos Aires con dos números fuertes: Araca la Cana vuelve a festejar hoy (comenzó anoche) sus 65 años de trayectoria en el teatro Astros (el 23 actuará en el Teatro Municipal Coliseo Podestá de La Plata) y Falta y Resto reanuda esta noche su regular serie de presentaciones en La Trastienda, que continuará los próximos sábados del mes. Acaso para contrapesar este posible exceso de efusividad charrúa, Jorge Drexler ofreció anoche, también en La Trastienda, su show de canciones intimistas tamizadas por un leve toque de electrónica.
El domingo pasado, los festejos por el triunfo del seleccionado uruguayo de fútbol frente a Ecuador se adelantaron al mismísimo partido. Este extraño sentido de anticipación obedeció a la actuación de Araca la Cana, como aperitivo prefutbolero y, también, como arenga contagiosa. �Uruguay/ nuestro canto charrúa se inflama (...) Once leones/ que luchan por vos�, dice una parte de �Enciende tu corazón� y aunque Obdulio Varela no juega más, los Passarella�s Boys habrán apuntado el detalle. Y el público no uruguayo (a despecho de los �uruguayólogos� porteños, otra raza digna de ser estudiada) puede, en general, entender de qué se trata esto de la murga en el alma de ese pueblo. Es fútbol, es un encuentro de amigos en la esquina, es diversión, compromiso político y melancolía. Es Uruguay, en definitiva. En ese contexto, y siguiendo la analogía futbolística, podría agregarse que Araca y Falta son algo así como Peñarol y Nacional, aunque ni Catusa Silva ni Raúl Castro, respectivamente, acusan recibo de esa dicotomía. Catusa, legendario director de Araca, prefiere decir (para no quedar pegado solo con Peñarol) que en el imaginario popular ellos representarían a Boca. La historia de esta murga es particularmente simpática. Nació en 1935, en Paso del Molino, un barrio proletario del oeste montevideano, pegado al Prado. Fue fundada por los canillitas, verdaderas palomas mensajeras de la barriada, que se juntaban de madrugada para iniciar el reparto de los diarios casa por casa. En esas reuniones de arrabal se jugaba a los dados, práctica por entonces clandestina, y uno de los canillitas, el que oficiaba de campana, cuando advertía la presencia cercana de la policía, alertaba al grito de �Araca la cana�.
Desde entonces, la murga de Catusa (�hace 40 años que estoy, y tengo 58...� dice el director) se fue apropiando paulatinamente del favor incondicional de los uruguayos. En principio, de los orilleros, luego el de la clase media y, desde hace un tiempo, el de todos los sectores sociales, fenómeno que también engloba a Falta. Para ampliar la base de su público por fuera de los murgueros de ley, la agrupación liderada por Castro abrió el juego a lenguajes teatrales, fundamentalmente en sus últimos espectáculos. Ahora está presentando su último CD, 20 carnavales. La murga de Catusa también llegó a territorios antes insospechados para este tipo de expresiones populares: por ejemplo, el elegante teatro Solís. �Hasta llegamos a actuar en una iglesia �cuenta Catusa�, para el casamiento de un compañero nuestro. Al principio el cura no quería saber nada, pero este compañero le dijo que él había visto en esa misma iglesia a militares armados, y que cómo no iban a dejar entrar entonces a murguistas con la cara pintada.� El cura terminó adaptando su homilía a los versos murgueros, ante el descontrol imaginable.
Como suele decir Castro, la murga es �un antídoto contra la realidad que nos envenena�, y por eso, agrega Catusa, �hay murgas que son más contestatarias y otras más light. Nosotros metemos el bisturí hasta los huesos. Pero en todas, junto con la diversión del carnaval, está la crítica. Porque sin crítica no hay murga�. Una yapa: los organizadores del show de Araca en el Astros prometen que a cada espectador se le regalará un pasaje de ida y vuelta a Colonia.
Ciclo de cine español
Con la coordinación de los directores Luis García Berlanga y José Luis Garci, desde pasado mañana se exhibirá en el Complejo Tita Merello una selección de lo mejor del cine español de los últimos veinte años. Apropiadamente bautizada �20 años de cine español�, la muestra está organizada por una sociedad estatal española llamada �España Nuevo Milenio�, pero para su organización cuenta con la colaboración del Instituto Nacional de Cine y Artes Visuales. La selección incluye desde los últimos clásicos de grandes directores como Berlanga o Garci �que se escogieron a sí mismos� hasta (raras) perlas del más nuevo cine español como Hola, ¿estás sola?, de Iciar Bollaín. Las funciones �en la sala Mirtha Legrand del complejo, en los horarios de 13.15, 16, 19.30 y 22 y a un precio de 3,50� comienzan el lunes con la exhibición de Patrimonio Nacional, de Berlanga; 27 horas, de Armendáriz, y Flamenco, de Saura. Luego, para destacar: Belle Epoque, de Trueba, Las bicicletas son para el verano, de Chavarri, y ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, de Almodóvar, todo eso el martes. El miércoles, el film de Iciar Bollain; para el jueves figuran Jamón, Jamón, de Bigas Luna, y Acción Mutante, de Alex de la Iglesia. El sábado se recomienda La ardilla roja, de Julio Medem, y el domingo es el turno de Viaje a ninguna parte, de Fernando Fernán Gómez. |
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