Por Sergio Kiernan
Menuda, vivaz, dueña de un excelente castellano, McGee Deutsch estudia nuestro país desde hace más de veinte años. Profesora de historia latinoamericana, titular de esa cátedra en la universidad de Texas en El Paso, se especializa en la extrema derecha argentina. Sobre nuestros fascistas, aliancistas y nazis, y sobre los nacis chilenos y los integralistas brasileros escribió varios artículos académicos y dos libros: uno sobre la historia de la Liga Patriótica y otro sobre las derechas de los tres países entre 1890 y 1939. Nuevamente estudiando archivos argentinos para un nuevo libro sobre su otra pasión, la historia de las mujeres en la política, habló con Página/12 sobre el pasado, la influencia y, lo más inquietante, el posible futuro de nuestra derecha.
�¿Por qué Argentina?
�Elegí Argentina porque es claro que tuvo la extrema derecha más prominente de América latina. Y, como anécdota personal, porque el primer libro de historia argentina escrito por un argentino que leí fueron las memorias de Carlos Ibarguren. Y eso me hizo interesarme en el tema.
�Usted visitó este país por primera vez en 1977... toda una introducción a la derecha argentina.
�Realmente, y asustadora. Llegué a preguntarme si iba a poder hacer mi investigación, pero no tuve problemas porque mi trabajo llegaba a 1930.
�¿Por qué Argentina desarrolló una extrema derecha tan fuerte?
�Hay varios factores. Uno es que, en contraste con los otros países que estudié, Brasil y Chile, aquí hubo una próspera economía exportadora que controló bien su demanda interna. Esto hizo que las críticas al desarrollo económico argentino no fueran contra el capitalismo como un todo sino contra la conexión británica, la banca internacional. En Chile, la crítica a la influencia y el control extranjeros se hizo en conexión con el capitalismo como sistema. Aquí, al estar disociados los dos elementos, la crítica jugó a favor de la derecha.
�¿Por qué?
�Porque la crítica del capitalismo quedó en manos de la izquierda y la derecha se quedó con la crítica detallada al dominio extranjero. Otro factor especialmente importante fue la debilidad de los conservadores argentinos. Económicamente, tenían mucho poder, pero políticamente no podían ganar elecciones sino recurrían al fraude, como ocurrió después de 1916. Y la debilidad de los conservadores siempre deja más espacio para la derecha extremista. Los mismos conservadores trabajaron a veces con la extrema derecha, para ganar el poder o para conservarlo. Si hubieran sido fuertes, no los hubieran necesitado. En Brasil y Chile, los conservadores eran mucho más fuertes y raramente usaron o trataron con los extremistas. Otro factor es que los nacionalistas argentinos, por varias razones, pudieron forjar una alianza muy fuerte con la Iglesia y las Fuerzas Armadas. Nuevamente, en Brasil y Chile la tendencia existió, pero nunca llegó al grado a que llegó aquí, y que le dio apoyo institucional al nacionalismo.
�Con estas experiencias tan diferentes, ¿había grandes diferencias ideológicas entre los nacionalismos de estos tres países?
�No realmente, nada terrible, excepto que los aspectos más radicalizados y extremos de la ideología fueron más enfatizados fuera de Argentina, en particular en Chile. En los años 30, Chile tenía un movimiento de izquierda tan fuerte que para competir con la izquierda �y esto es algo que la derecha extremista siempre hace, competir con y combatir a la izquierda� los nacistas tuvieron que plantear las ideas más radicalizadas y realizar acciones muy radicales. Enfatizaron los aspectos más revolucionarios de su ideología, la necesidad de cambios sociales, de reforma. Estos aspectos no fueron tan prominentes aquí, pero ciertamente estuvieron presentes, cosa que muchos historiadores pasan por alto.
�¿Qué grado de violencia generaron los nacionalistas?
�Mucha, los años 30 fueron muy violentos en Argentina, con muchos incidentes en la calle entre nacionalistas, izquierdistas y sindicatos. Los nacionalistas iban a los barrios obreros y atacaban a socialistas y sindicalistas. Hasta asesinaron a un legislador socialista en Córdoba. También atacaron sinagogas, tiraron petardos en cines que exhibían filmes antinazis. Lo que hubo fue una batalla por el espacio. Los nacionalistas llegaron tarde a la escena y trataron de hacerse un espacio en los barrios obreros a costa de la izquierda. Hubo grupos más radicalizados, como la Alianza de la Juventud Nacionalista, que trataron de atraer a los obreros, trataron de sacarse de encima la imagen aristocrática del nacionalismo y militaron en los barrios de trabajadores. Eso generó violencia.
�¿Cómo hicieron una alianza con los militares y la Iglesia?
�Tenían prioridades en común. Se oponían a la izquierda, lo que era muy importante, querían orden y tenían mucho de la agenda social de la Iglesia. El padre Menvielle fue muy influyente entre los nacionalistas cuando hablaba del orden corporativo, la justicia social y una concepción cristiana de la economía, sin usura. Los sectores de la Iglesia que creían en esta agenda eran más poderosos aquí que en otros países. Respecto al ejército, también compartían buena parte de las ideas, pero el desacuerdo estaba en que a ninguna fuerza armada oficial le gusta compartir el monopolio de la violencia, por lo que no le gustaban los uniformes y las milicias de los nacionalistas.
�Pero estas instituciones, que son profundamente conservadores, ¿cómo aceptaban el lado revolucionario del nacionalismo?
�Era un punto de conflicto, pero no muy grave. Tomar la agenda social de la Iglesia significa decir que la derecha también puede proponer, como la izquierda, un orden social más justo. Y eso es algo de lo que los conservadores no suelen hablar. Lo mismo con el tema de fundar movimientos donde la gente usa uniforme y sigue órdenes, la militarización de la política: mientras no se usaran armas, el Ejército podía tolerarlo.
�Usted habla de la influencia del nacionalismo argentino. ¿Esto se tradujo en poder? ¿En nombramientos?
�No tanto como en Italia o Alemania, por supuesto, pero la mayoría de los movimientos fascistas europeos �y llamar fascista al nacionalismo es un tema que se debate� tampoco lograron tanto poder. Los nacionalistas que rodearon a Uriburu en el golpe de 1930 ganaron puestos: algunos interventores provinciales, como Carlos Ibarguren, fueron nacionalistas y hubo unos 30 funcionarios que provenían de esa corriente. Después, estuvo el gobierno bonaerense del conservador Federico Martínez de Hoz, que evolucionó hacia el nacionalismo y nombró a varios en puestos clave, pero duró poco; el presidente Justo intervino la provincia. El gobierno militar de 1943 fue nacionalista en muchos aspectos y tuvo ministros como Hugo Wast, Gustavo Martínez Zuviría. Y tomaron medidas de la plataforma nacionalista, como la educación católica en escuelas públicas. También ejercieron cierto poder de modo informal, como colaborando con el Estado en la represión de la izquierda, informando sobre judíos y supuestos subversivos...
�Ya lo hacían en los años treinta...
�Sí, ya en esos tiempos.
�¿Este relativo poder que los nacionalistas argentinos lograron se compara con el que lograron en Chile o Brasil?
�No, en lo más mínimo. En Chile lo más que lograron fue elegir tres diputados. En 1938, los nacis �con �c�, como lo escribían ellos� trataron de tomar el poder por la fuerza y fueron duramente reprimidos, con muchos muertos. Curiosamente, poco después hubo elecciones y los nacis apoyaron el Frente Popular, que ganó. Debe ser el único caso en la historia de un grupo fascista que sea parte de un Frente Popular. En Brasil, los nacionalistas estuvieron un poco mejor que en Chile, pero menos que en Argentina. Le fueron útiles a Getulio Vargas cuando trataba de consolidar su dictadura y cuando en 1935 reprimió duramente a la izquierda. Pero para 1938 los había repudiado y liquidado.
�¿Y Perón?
�Perón tomó muchas ideas nacionalistas, pero no les dio espacio ni poder, no se rodeó de ellos. Los veía demasiado aristocráticos y sabía que lo veían demasiado populista y que no les gustaba Evita. Como dicen amargamente muchos nacionalistas, les robó consignas como la de la soberanía económica. Y hay algo que decir de Perón: aunque recibió a los nazis europeos, también les dio un lugar prominente y novedoso de reconocimiento a los judíos argentinos y tengo entendido que fue el primer presidente en ir a una sinagoga.
�¿Qué influencia tuvieron en la cultura?
�En Chile y Brasil tuvieron algunos intelectuales prominentes, pero casi nada de influencia. Ni siquiera se ve esa costumbre de poner interventores nacionalistas en las universidades en cada golpe que tenían los militares argentinos. El gran logro de los nacionalistas aquí fue crear e imponer el revisionismo histórico, algo que ningún otro nacionalismo pudo hacer, crear su propia escuela histórica y hacer que hasta hace muy poco fuera la interpretación más popular de la historia argentina. Es extremadamente importante.
�¿Es posible hablar en pasado de los nacionalistas?
�Bajo riesgo de ser miopes. Muchas veces resurgen, depende de cómo ande la economía, del espacio que tengan en la escena política y del poder que puedan ejercer los conservadores. Si se sienten representados, como con Carlos Menem, no hay problema. Si no, pueden comenzar a maniobrar hacia la derecha radicalizada.
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