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COMENZO EL FESTIVAL DE TORONTO
La Selección del cine

Para celebrar su cuarto de siglo, la muestra canadiense �comparable a Berlín y Cannes� exhibirá más de trescientas películas, con notables directores de todo el mundo. Habrá tres representantes argentinas.

El japonés Takeshi Kitano presenta su obra más reciente, �Brother�.
Toronto no tiene competencia oficial, pero aun así es importante.


Por Luciano Monteagudo
Desde Toronto

t.gif (862 bytes) El Festival Internacional de Toronto cumple 25 años y, para festejarlo, los canadienses están tirando la casa por la ventana. Desde hace tiempo es un hecho que Toronto se convirtió �a pesar de no contar con una competencia oficial� en una de las muestras más importantes del calendario cinematográfico internacional, a la altura de Cannes, Berlín y Venecia. Pero en esta nueva edición, que comenzó el jueves pasado y se extenderá hasta el sábado 16, Toronto se ha propuesto celebrar su cuarto de siglo con el cine con un caudal de films y de nombres famosos fuera de lo común. Son 329 las películas seleccionadas, provenientes de 56 países a lo largo y ancho del mundo, empezando por los dueños de casa, por supuesto. La noche de apertura fue para Stardom, la nueva película de Denys Arcand, el mismo director de La decadencia del imperio americano, que aquí echa una mirada crítica sobre los excesos del estrellato. Pero un motivo de auténtica curiosidad local son los diez cortometrajes producidos especialmente por el festival para celebrar su 25 aniversario y que fueron dirigidos por la plana mayor del cine canadiense, encabezada, por supuesto, por David Cronenberg y Atom Egoyan.
Como todo gran festival, que para ser recorrido necesita de una hoja de ruta, Toronto también organizó su material en distintas secciones. La primera que llama la atención es, sin dudas, la denominada �Masters�, así, a secas, y en la que se puede encontrar una suerte de dream team del mejor cine actual. Aquí están las películas más recientes de los japoneses Takeshi Kitano (Brother) y Nagisa Oshima (Gohatto), del francés Claude Chabrol (Merci por le chocolat), el inglés Kean Loach (Bread and Roses), el chileno Raúl Ruiz (Comédie de l�innocence), el mexicano Arturo Ripstein (Así es la vida), el húngaro Béla Tarr (Werckmeister Harmonies), el hongkonés Wong Kar Wai (In the Mood for Love) y el taiwanés Edward Yang (Yi Yi), entre otros realizadores consagrados.
Así como la muestra canadiense es capaz de atraer a las personalidades más celebradas del film d�art internacional, también hace lo propio con el star system de Hollywood, al que le dedica la sección �Gala�, en la que este año se destacan los estrenos de Dr. T and the Women, del veterano Robert Altman, y The Weight of Water, de Kathryn Bigelow, además de una docena de títulos que aseguran la presencia por las calles de Toronto de Elizabeth Hurley, Gwyneth Paltrow, Minnie Driver, Farrah Fawcett, Sarah Jessica Parker, Richard Gere, Nicolas Cage, Daryl Hannah, Sean Penn, Ed Harris y Laura Dern, entre los centenares de figuras invitadas.
La sección más nutrida, como todos los años, es �Contemporary World Cinema�, un panorama exhaustivo, región por región, de todo lo que se está haciendo de bueno en el cine del mundo. De Irán, que en el último lustro se convirtió en el semillero del cine asiático, están la joven Samira Majmalbaf con Pizarrones, su segundo largo después de su revelación con La manzana, y Jafar Panahi con El círculo, su tercer opus después de El globo blanco (estrenada esta semana en Buenos Aires) y El espejo. Confirmando que Japón está pasando por un momento excepcional, se presenta en pleno toda la plana que viene pisando fuerte detrás del éxito de Kitano: Shinji Aoyama con Eureka, Jinji Sakamoto con Face, Sogo Ishii con Gojoe, Shinji Somai con haza-hana, y por supuesto el nuevo cineasta de culto, Kiyoshi Kurosawa, con Ko-rei, recién estrenada en el Festival de Locarno. El otro enfant terrible nipón, Miike Takashi, con La ciudad de las almas perdidas, preside en cambio la sección �Midnight Madness�, dedicada al cine bizarro. 
El mapa asiático que viene trazando este año Toronto tiene otra parada obligatoria en Hong Kong, particularmente en la obra de Fruit Chang, que se presenta por partida doble con Little Cheung, premiada el mes pasado en Locarno, y Durian Durian, estrenada hace un par de días en Venecia. A su vez, Europa está redefiniendo sus fronteras cinematográficas, ampliando sus límites hacia la periferia, con Libertad, del ruso Sharunas Bartas (descubierto para los espectadores argentinos en la sección �Contracampo� de Mar del Plata) y Nubes de mayo, del turco Nuri Bilge Ceylan, que en febrero fue la revelación de la Berlinale. Otro excéntrico en Toronto es el gitano errante Tony Gatlif, que presenta Vengo, sobre un tema habitual en él, las tradiciones y los lazos de sangre. 
Entre otros méritos, Toronto es un festival que se forjó la reputación de lanzar hacia la fama a directores jóvenes y desconocidos, como alguna vez lo fueron Quentin Tarantino, que salió de aquí con el premio de la crítica (Fipresci) para Perros de la calle, o los hermanos Coen con Simplemente sangre, Gus Van Sant con la lisérgica Drugstore Cowboy y Hal Hartley con La verdad increíble, por nombrar un puñado de revelaciones nacidas en Toronto. De hecho, Hartley ahora vuelve con su nueva película, Kimono, que representará al cine independiente estadounidense junto con Requiem for a Dream, de Darren Aronovsky, el realizador de Pi. América latina tiene este año una fuerte representación brasileña, algunos puntos destacados en México (Amores perros, de Alejandro González Iñáturri, ganadora en mayo pasado de la Semana de la Crítica en Cannes) y tres películas argentinas: Plata quemada, de Marcelo Piñeyro, Nueces para el amor, de Alberto Lecchi, y Esperando al Mesías, de Daniel Burman. Las tres pretenden aprovechar al máximo la oportunidad que les ofrece Toronto, que funciona a la manera de un gran trampolín hacia el mercado estadounidense en particular y el angloparlante en general. Como dice Piers Handling, el histórico director de la muestra: �Es la puerta de entrada a 250 millones de espectadores�. Y no es cuestión de desperdiciarla.

 

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