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¿A dónde va Chacho?

Dos diputados frepasistas y el 
decano de Ciencias Políticas de la UBA continúan el debate y hablan de 
emergentes de la crisis, de la historia 
y el futuro de su carrera y de los 
demás actores políticos de la crisis.

 
Por Franco Castiglioni *.
Un esfuerzo que trasciende

La iniciativa del vicepresidente, Chacho Alvarez, de impulsar política y judicialmente la investigación sobre la corrupción en el Senado de la Nación es inédita por dos razones. Por un lado rompe con el código corporativo de tapar todo y �controlar daños�. Por el otro puso bajo la luz pública una práctica política que, en su fórmula de transacciones por debajo de la mesa y de intercambio de favores de toda especie y para todo destino, lesiona gravemente las instituciones democráticas y deja al descubierto la responsabilidad de la clase dirigente en la debilidad del Estado para regular el mercado y replantear los equilibrios frente a los más poderosos. En esta crisis, a diferencia de la italiana de Manos Limpias, donde el liderazgo de la investigación recayó principalmente sobre el actor judicial, en nuestro país la posibilidad de producir un cambio es, como se dice en estos días, todavía una oportunidad. Es decir, se está construyendo en cada paso que dan actores muy distintos de los italianos y a la vez heterodoxos. En primer lugar, un político dejado en soledad que desde la cima del poder no parece querer abandonar el campo, aun frente a acusaciones de �golpismo� o a sugerencias más persuasivas que lo alertan sobre presuntas amenazas a la gobernabilidad. Segundo, el papel relevante que está jugando el periodismo independiente. Este ya había demostrado su coraje crítico en la denuncia de la corrupción en la década pasada. Hoy muestra también que intenta expresar la aspiración social por la transparencia institucional y la crítica cuestión social. Para agregar un ejemplo significativo a las renuncias de los jefes de bloque en el Senado y a la rapidez con que se legisla sobre la restricción de fueros, la crónica de cómo la publicidad sobre la �caja mágica� que distribuía dinero en la Legislatura bonaerense para todos los partidos que la componen, incluido el Frepaso, ha empezado a recorrer el camino de su eliminación. Hasta el momento, opinión pública y vicepresidente han coincidido: no puede haber encubrimiento para nadie; mientras la acción judicial, desacreditada por legítimas sospechas y por ende exigida al máximo, necesita ser acompañada por medidas políticas ejemplares. La incertidumbre que abre toda crisis grave solicita la construcción de instituciones, tanto para transparentar y reducir el financiamiento de la política, como para poner al Estado en condiciones de navegar en la globalización. Son esfuerzos que siguen involucrando a Alvarez, en términos de liderazgo, en especial para impulsar a su propia fuerza a instalarse en la primera línea de una política nueva, pero también de prevenir que una acción política de gran envergadura cívica y republicana pueda leerse en términos de cruzada moralizadora y generar rechazos aun entre quienes dentro de la Alianza y del justicialismo buscan espacios para renovar. El esfuerzo trasciende a Alvarez a la hora de la innovación: ¿se puede ser progresista y al mismo tiempo recibir financiamiento estatal a través de las instituciones, de intercambio de favores, o sobornos de privados? La defensa de los partidos de su decadencia ¿no los obliga acaso a repensar cómo han llegado al faccionalismo extremo y a la situación de contar con estructuras de mujeres y hombres con fuertes convicciones y sin embargo ser políticamente tan débiles? ¿El fantasma de la antipolítica no es acaso la consecuencia de una élite autorreferenciada que ya no logra ni siquiera saber cuáles son los padecimientos de la sociedad? Es un esfuerzo que espera de la intelectualidad, así como ya lo hacen el periodismo y las organizaciones de la sociedad civil, un mayor compromiso de participación. La clase política necesita, aquí y en todas partes, más actores para reformarse y no maquillarse. 

* Decano de Ciencias Políticas de la UBA. 

 

Por Rodolfo Rodil *.
Miremos de dónde viene

Los caminos que conducen al fortalecimiento de las instituciones y de la democracia son muchos y variados. Sin embargo, cualquiera de ellos que decidamos emprender nos coloca frente a una necesidad imperiosa: romper la asociación entre la política y el delito que nos precedió la década pasada. Esta fue la razón central que constituyó a la Alianza. Abandonarla significaría defraudar las expectativas que nos llevaron al gobierno. Abandonarla significaría traicionar nuestros valores. Por eso la irrupción del vicepresidente Alvarez, denunciando un modo de funcionamiento del Senado de la Nación, lejos de debilitar la Alianza la ha fortalecido. La continúa constituyendo sobre las bases éticas que le dieron origen.
Ahora bien, no existe posibilidad alguna de construir instituciones democráticas fuertes y durareras sino recuperamos, paralelamente, la credibilidad de la sociedad en la política. Y un paso importante para avanzar hacia ese objetivo pasa por la depuración de la misma. Esta es una tarea que todos debemos llevar adelante. Evitando los encubrimientos y las defensas corporativas que no hacen más que aumentar la sospecha ciudadana sobre el poder. Por eso la depuración tiene su correlato en la nueva manera de hacer política que se requiere para sanearla.
Si una bandera ha organizado a un grupo de pequeños partidos y almas desencadenadas en torno al Frepaso, ha sido precisamente el lema: una nueva manera de hacer política. ¿Qué significa esta consigna sino llevar adelante una lucha sin cuartel contra la impunidad, la corrupción y las diferentes formas espúreas de entender el ejercicio del poder? Es en el marco de esta lucha que Chacho Alvarez embiste contra la sombra que recorrió el Senado semanas atrás. Una vez más consecuente con su historia y con sus seguidores, Chacho expresa el sentimiento de millones de argentinos y argentinas de diferentes extracciones que pretenden constituir a la política en el lugar de la ética.
La convicción y la firmeza con que Chacho ha continuado esta pelea nos marca el camino por el que habrá de seguir transitando. Sabe que la gente puede entender muchas cosas. Puede entender que el equilibrio fiscal es necesario. Puede entender que en un mundo globalizado las decisiones de los estados nacionales tienen efectos más allá de sus fronteras. Hasta puede entender que la desocupación no se resuelve de un día para otro. Lo que no puede entender, y mucho menos tolerar, es que para algunos la política se haya convertido en un negocio. Chacho llegó a la vida pública para luchar contra este mal. Simplemente miremos de dónde viene. Ahí sabremos adónde va.

* Diputado nacional por el Frepaso

 

Por Enrique M. Martinez *.
Lo que vendrá

Página/12 me pide opinión sobre la visión que Chacho Alvarez pueda tener en el futuro de la política y de su propio rol en ella, a partir de no dejar que se diluya esta fenomenal crisis del Senado y sus interlocutores del Ejecutivo. Para una profesión tan desacreditada, la primera respuesta debiera ser sobre la ambición personal. Chacho pudo ser candidato presidencial en 1995 y evaluó que la candidatura de Bordón era más convocante. Pudo ser candidato a jefe de Gobierno en Buenos Aires, pelearle y ganarle a Fernando de la Rúa, y le cedió el espacio a Norberto La Porta por un compromiso previo. Pudo quedar fuera del difícil rol de vicepresidente si hubiera forzado la cancelación de las internas MeijideDe la Rúa con lo cual nuestra candidata hubiera sido segunda en la fórmula. Pudo, finalmente, hacerse el distraído cuando se tomaron medidas impopulares en los primeros seis meses de esta gestión, en lugar de avalarlas. Algunas de esas decisiones ni las entiendo cabalmente ni las comparto, pero de cualquier manera marcan una personalidad que tiene una visión de la política superior al destino personal. De esta historia se desprende mi convicción de que Chacho no está buscando dirimir una posible posición de poder con el Presidente. Por el contrario, está buscando influir sobre el conjunto de la clase política para que, a su vez, se genere un cambio en las expectativas y en el destino de los compatriotas.
En la superficie de la crisis del Senado, se descalifica a un conjunto de individuos que, tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo, han tenido conductas que encajan en el patrón de comportamiento que la mayoría de la sociedad asigna a los devaluados políticos.
Pero como residuo profundo quedará un cambio en el resto de nosotros, en quienes no compartimos el episodio, pero sí convivimos día a día con las prácticas que lo permitieron. Ese cambio ya ha comenzado, aunque a tientas. Se nota en la apresurada legislación derogando privilegios insólitos en la provincia de Buenos Aires. Se expresa en la confusión de las primeras espadas del justicialismo y del radicalismo, que pasan a explicar, aunque no a revisar, su práctica política de años. Es poco. Pero en un principio, que se consolidará en la medida en que seamos muchos los que prioricemos la coherencia en nuestro propio ámbito, en lugar de ocupar tanta energía en evaluar, criticar o apoyar la conducta del vicepresidente.
* Diputado nacional por el Frepaso.


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