Por
Miguel Jorquera
La supuesta relación de Juan Carlos Rousselot con la organización
paramilitar Alianza Anticomunista Argentina, Triple A, sobrevoló
la sala de audiencias del juicio oral y público que se le sigue
al ex intendente de Morón por los delitos de amenazas
y peculado de servicios públicos a favor de terceros.
Su ex secretario de gobierno, Carlos Bonicalzi, afirmó que realizó
la denuncia por amenazas ante la fiscalía por los antecedentes
históricos de Rousselot, los dichos sobre sus vínculos
con las Tres A y el clima de violencia que vivió
Morón durante su gestión. Bonicalzi repitió ante
el tribunal lo que Rousselot le habría dicho a través de
una llamada telefónica que recibió en su despacho del palacio
municipal la mañana del 5 de enero de 1999, apenas una semana después
que el entonces intendente fuera suspendido en sus funciones por 90 días
ante numerosas irregularidades administrativas: Si quieren
tiros, van a tener tiros. Yo voy a ir con mi gente para allá y
van a tener tiros.
Rousselot, que fue el vocero de José López Rega, mentor
de la banda paramilitar de ultraderecha y ex ministro de Bienestar Social
durante los gobiernos de Juan e Isabel Perón, pidió que
se abra una causa paralela por las afirmaciones de su ex colaborador,
pero el Tribunal lo desestimó.
Después de tres horas y media en las que Rousselot se defendió
de las acusaciones, reivindicó su gestión y remarcó
que todas las causas penales abiertas en su contra sólo esconden
intereses políticos. Bonicalzi fue el primer testigo
convocado por la fiscalía para una de las dos causas por las que
se juzga al ex jefe comunal.
Sin embargo, una pregunta de la defensa del ex intendente actuó
como disparador para que Bonicalzi arremetiera con el pasado de Rousselot.
Cree usted que Rousselot llevaría adelante una amenaza así,
preguntó el abogado Luis Deuteris, y el ex funcionario municipal
comenzó a relatar sus conflictos con el intendente: Cuando,
por divergencias políticas, yo formé un bloque aparte en
el Concejo Deliberante de la conducción de Rousselot, a un asesor
mío (Ricardo Celano) le pusieron una bomba en la casa. Fue un tiro
por elevación hacia mí. Y poco después hubo un muerto.
Aunque Bonicalzi no se explayó sobre el tema, hacía referencia
al empresario Roberto Petinari, que cayó muerto por los disparos
de Roberto Mendive cuando depositaba una bomba en su casa. Mendive había
presentado una causa penal contra Rousselot que trabaron las cuentas municipales
y el pago de casi ocho millones de dólares que la comuna le debía
a la empresa de recolección de residuos domiciliaria Lawcare, de
la cual Petinari era el dueño. El chofer que llevó al empresario
hasta la casa de Mendive para colocar el artefacto explosivo y único
testigo del hecho fue apresado por la policía: Carlos Raúl
Carella, un ex capitán de corbeta que actuó como represor
en la Escuela de Mecánica de la Armada bajo los seudónimos
de Palanca o Juan.
Pero Bonicalzi fue más a fondo. También había
escuchado los dichos sobre sus vínculos con las Tres A y un día
un piloto de avión me dijo, delante de Rousselot, que él
era quien trasladaba a López Rega y Rousselot en aquellos años,
afirmó el ex funcionario municipal para explicar su temor ante
la amenaza. Rousselot pidió que el tribunal abriera una causa paralela
que investigue los dichos de Bonicalzi, pero tras un cuarto intermedio
el presidente del mismo, el juez Pedro Rodríguez, desestimó
el reclamo y le sugirió que buscara otra instancia judicial para
ello.
Otro de los testigos, Damián Cardozo, recordó los hechos
de violencia que se sucedieron en Morón tras la suspensión
de Rousselot: El atentado al fiscal (José de los Santos)
fue de público conocimiento. De los Santos, que pidió
la detención de Rousselot por el delito de peculado
en el frustrado traslado del hospital municipal a la ex VII Brigada Aérea
de Morón (el otro delito por el que se juzga al ex intendente),
tuvo quedefenderse a los tiros de unos individuos que interceptaron su
vehículo en medio de una balacera sin que mediara ningún
fin de robo.
Otro duro golpe para Rousselot fue la declaración de Patricia Akerfel,
la dueña de la casa desde donde el locutor habría hecho
la amenaza telefónica. Sos un hijo de puta. No te metas con
mi gente. Si querés tiros, vas a tener tiros, porque voy a ir con
mi gente para allá, fueron las palabras que, según
Akerfel, Rousselot le dijo a Bonicalzi.
El ex intendente llegó hasta la casa de Akerfel y su esposo Miguel
Angel Bruno, ambos abogados de la Secretaría Legal y Técnica
del municipio y quienes habían diseñado la estrategia judicial
en otra causa penal que amenazaba con destituirlo, al enterarse de que
habían sido tomados como rehenes en su propio domicilio y despojados
de la computadora donde guardaban toda la documentación procesal.
Rousselot volvió ayer a responsabilizar del hecho a Bonicalzi y
sumó a la familia Bruno entre los complotados políticamente
para llevarlo a la cárcel.
La defensa de Rousselot propuso un careo entre ambos, pero los dos se
mantuvieron en sus dichos. Sin embargo, el ex jefe comunal no cuestionó
los dichos de Akerfel cuando la abogada aseguró que Rousselot la
intimó a que desmintiera las declaraciones que la ex funcionaria
y su esposo hicieron a Página/12 cuando sufrieron la incursión
de los encapuchados en su vivienda de Villa Sarmiento: No podemos
atribuirle esto a ninguna de las partes en particular, pero hay elementos
suficientes como para sospechar que el ataque que sufrimos está
vinculado a la disputa en Morón.
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