Por
Victoria Ginzberg
El almirante retirado Horacio Zaratiegui deberá pagar al Estado
cuarenta mil pesos por haber injuriado al diputado frepasista Alfredo
Bravo, quien lo querelló por haber dicho, entre otras cosas, que
Bravo siempre ha mentido, no está probado que
haya sido torturado y que fue colaborador de la Armada.
Si el juez lo condenaba a prisión, el marino, que actúa
como vocero de los sectores más recalcitrantes de la fuerza, debía
cumplir su sentencia de manera efectiva, ya que tenía una pena
en suspenso. Pero el magistrado le aplicó una multa, ya que evaluó,
entre otras cosas, que el encierro no iba a servir para resocializar al
marino.
Bravo querelló a Zaratiegui por sus declaraciones en el programa
Polos opuestos, transmitido por la cadena CBS el 1º de
febrero de 1998. En esa emisión, el marino y el diputado Alfredo
Villalba fueron convocados para debatir acerca de las repercusiones de
la entrevista al represor Alfredo Astiz que había publicado la
revista trespuntos y el proyecto de ley de anulación de las leyes
de Obediencia Debida y Punto Final que habían presentado un grupo
de legisladores frepasistas. Pero en medio del debate y sin que nadie
lo hubiera mencionado, Zaratiegui sacó un recorte periodístico
sobre Bravo y se despachó contra el diputado.
El juez Raúl García consideró ayer que el marino
obró dolosamente buscando deshonrar e injuriar a Bravo
y que se refirió a hechos falsos que eran verdades
demostradas judicialmente que provocaron condenas. García
desestimó el argumento del abogado defensor, Raúl Bednarz,
quien había intentado impugnar el casete en el que estaba grabado
el programa de televisión. Durante su alegato, Bednarz argumentó
que la copia tenía defectos en la imagen y problemas auditivos.
Para el magistrado estas objeciones fueron inadmisibles, ya
que el propio imputado había reconocido ser la persona que aparece
en el video y haber viajado a Estados Unidos para participar en el programa.
La defensa trató también de instalar las declaraciones de
Zaratiegui como un ejercicio del derecho de opinión
y mencionó que los funcionarios públicos se exponen
a un riesgo mayor a la crítica. Pero García, al desestimar
este razonamiento, aclaró que el ex colaborador del dictador Emilio
Eduardo Massera no se había referido a la actividad pública
de Bravo como diputado, ni siquiera a sus ideas políticas.
Para establecer la pena, el magistrado consideró como agravantes
el daño causado a Bravo, la falta de arrepentimiento de Zaratiegui,
y la falta de acatamiento a fallos judiciales. Pero el informe socioambiental
y la entrevista que le realizaron los funcionarios judiciales lo ayudaron
y en vez de ir a prisión, el marino fue condenado a pagar una multa.
En 1993, la Corte Suprema ratificó una sentencia de un año
de prisión en suspenso contra el ex colaborador de Massera por
haber mentido en el juicio a las Juntas acerca de las circunstancias del
secuestro de Bravo. Por esa razón, el abogado del diputado, Juan
María Ramos Padilla, que había solicitado la pena máxima
(un año de prisión), manifestó que no estaba conforme
con el fallo porque Zaratiegui debía ir a la cárcel
para que su caso sea ejemplificador. Bravo, por su parte,
consideró que era importante que el magistrado hubiera acreditado
que el marino había mentido y lo había injuriado alevosamente.
Durante la emisión del programa Polos opuestos, Zaratiegui
no sólo se refirió al diputado y copresidente de la Asamblea
Permanente por los Derechos Humanos. Dijo también que los
terroristas tienen que decir dónde escondieron los cuerpos
y justificó las desapariciones, argumentando que hubo una
guerra y en toda guerra hay ejecuciones sumarias. Además
mencionó al hijo desaparecido de la ministra de Desarrollo Social,
Graciela Fernández Meijide. Murió en combate,
dijo, mientras el diputado Villalba le replicaba que fue secuestrado en
su casa a los 17 años.
Ocho testigos, televidentes del programa entre ellos Villalba, el
abogado de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Horacio Ravenna
y la ama de casa Patricia Gilda Ruiz confirmaron las palabras deZaratiegui.
Por la defensa, acudieron los marinos retirados Gustavo Conde y Carlos
Guillermo Cefaratti. Pero no habían visto la audición. Su
intención era desacreditar a Bravo.
Ayer, antes de retirarse de la pequeña sala de audiencias, Zaratiegui
estrechó la mano del juez y le hizo saber que no estaba conforme
con el fallo. Pero la Justicia es la Justicia, afirmó.
Ahora se dio cuenta, agregó ya fuera del juzgado un
colaborador de Bravo, que escuchó la conversación.
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