Por Marcelo Justo
Desde Londres
El fantasma que recorre hoy a Europa es el de los años 70.
En esa década el aumento del petróleo provocó dos
recesiones y el comienzo del fin de la llamada era dorada
de la posguerra. El otro temor es la posibilidad de que la economía
mundial, globalizada y frágil, entre en una zona de turbulencia
similar a las crisis financieras del 97 y 98. Pero esta vez
impulsada por el oro negro. El gran enigma es si para neutralizar
esos peligros bastará el anuncio de la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP), responsable de un 40 por ciento
de la producción mundial, de que aumentará su producción
en 800 mil barriles diarios. Página/12 dialogó sobre el
tema con John Waterlow, economista senior de Wood McKenzie, una de las
principales consultoras del sector.
¿Bajará el precio del crudo?
Acá hay dos preguntas que hay que hacerse. La primera es
en cuanto a la cantidad de petróleo que hay en el mercado. Se sabe
que algunos países, entre ellos el mayor productor de la OPEP,
Arabia Saudita, vienen produciendo más que las cuotas pactadas
en junio. Es muy posible entonces que la mayor parte de los 800 mil barriles
adicionales queden cubiertos por este excedente, a pesar del cual hubo
un aumento en los precios. La segunda es cuánto más pueden
producir algunos miembros de la OPEP que ya parecen estar haciéndolo
al máximo de su capacidad. Con lo cual, aun si se les da una cuota
determinada a cubrir, pueden no estar en condiciones de cumplirla.
Suponiendo que este acuerdo signifique efectivamente un incremento
real de la oferta, ¿tendrá un impacto inmediato en los precios?
El acuerdo de aumento de la producción recién se empezará
a aplicar a comienzos de octubre, lo que supone una demora en el posible
impacto. A partir de ahí va a tomar un mes, como mínimo.
¿Esto significa que se van a agravar las protestas?
Todo depende de cómo reaccione el mercado. Si decide que
esta producción adicional va a aliviar la presión en los
precios, habrá una respuesta inmediata. A fin de cuentas, los mercados
se guían tanto por sus expectativas como por los datos concretos
de la oferta y la demanda.
¿Es posible una crisis similar a la de los 70?
No. En los 70 había una acción deliberada de los productores
de petróleo para alcanzar el máximo precio posible. Ahora
la situación es distinta, porque la misma OPEP ha puesto una banda
de entre 22 y 28 dólares como precio ideal para el barril. Son
mucho más realistas. Saben que si el precio se mantiene demasiado
alto durante demasiado tiempo, terminará afectando a los mismos
mercados a los que ellos quieren vender. Saben también que alentará
la producción de países que no pertenecen a la OPEP y el
incremento de la producción de vías alternativas de energía.
Y son conscientes de que todos estos factores pueden a la larga volverse
en contra.
¿Qué impacto puede tener la prolongación de
esta crisis en la economía mundial?
Hay un posible círculo vicioso. Se calcula que por cada aumento
de 10 dólares en el precio del barril se añade un 0,5 por
ciento de inflación a la economía. Esto puede producir un
aumento en las tasas de interés, lo que reduce la actividad económica
y abre un frente recesivo. Esta cadena de hechos preocupa a los gobierno
occidentales. Estamos más preparados para situaciones de este tipo
que en los 70 porque, como consecuencia de esa crisis, nos volvimos menos
dependientes del petróleo. Pero la recuperación de Asia
es demasiado reciente y puede ser gravemente desestabilizada por este
aumento. Esto puede tener un efecto en cadena, primero sobre Asia y luego
sobre Latinoamérica.
|