Por
Raúl Dellatorre
El mercado internacional del crudo no se manifestó a la baja
tal cual se esperaba tras el anuncio de la OPEP (Organización de
Países Exportadores de Petróleo) de aumentar su producción
en 800 mil barriles diarios a partir de octubre. Tampoco bajará,
en consecuencia, el precio de las naftas y el gasoil en Argentina, no
descartándose un nuevo aumento de este último si los valores
del crudo se mantienen por encima de los 30 dólares (ayer cotizó
arriba de 35). Los empresarios transportistas locales comienzan a hablar
el mismo idioma que sus colegas franceses y británicos, y ayer
amenazaron con un lock out (paro patronal) si el Gobierno no consigue
una rebaja en el precio del gasoil. En el Gobierno, en tanto, las secretarías
de Energía y de Defensa de la Competencia se cruzan responsabilidades
sobre cuál debería ser la encargada de actuar en la emergencia.
Por si faltaran comprobaciones, los acontecimientos mundiales están
dando la pauta de que los mercados petrolero y de combustibles están
lejos de actuar en competencia. El dominio de la oferta ha quedado marcado
a fuego con el salto de 12 a 35 dólares del valor del barril en
menos de 24 meses ante la decisión de la OPEP de retener parte
de su capacidad de producción. El domingo, en Viena, el cartel
petrolero le dio una parcial satisfacción a la creciente demanda
de las potencias occidentales anunciando un aumento de 800 mil barriles
en su nivel de producción. Pero ayer el mercado tomó con
escepticismo la señal: Arabia Saudita ya había anticipado
días atrás el incremento de su oferta, y sin embargo los
precios siguieron elevándose. En términos reales, la resolución
de la OPEP implica blanquear la decisión adoptada por el principal
exportador mundial y agregarle, a lo sumo, 200 mil barriles más.
Y mientras los países exportadores celebran el aumento de divisas
que acumularán, Argentina, también exportador neto, sufre.
La producción de crudo es de libre disponibilidad de las petroleras
multinacionales y el precio de los combustibles es fijado por tres empresas
comercializadoras sin la más mínima incidencia del Gobierno,
que ni siquiera pone en juego el poder de la acción de oro
que conserva en YPF. A este valor del petróleo crudo, los
precios argentinos de los combustibles están todavía retrasados,
señaló ayer el vicepresidente de Shell, Juan José
Aranguren, dejando en claro que si hay modificaciones en los surtidores
no serán, precisamente, a la baja. La proclamada mejora en la productividad
y competitividad de la producción argentina viene herida de muerte
por el alza del costo energético y su probable traslado al del
transporte.
Rubén Agugliaro, presidente de la Confederación Argentina
de Transportistas de Cargas (CATAC), anticipó la posibilidad de
la adopción de medidas de fuerza. Nos están empujando
a un paro, el combustible aumenta desmesuradamente y nadie toma medidas
contra una empresa monopólica que maneja el mercado, señaló
ayer a una agencia de noticias. Mañana por la noche se reunirá
con representantes de las delegaciones del interior, donde se decidiría
una medida que luego se llevará a consideración de otras
entidades del sector.
Débora Giorgi, secretaria de Energía desde hace apenas dos
semanas, no llegó al cargo con viento a favor. Ayer Agugliaro descalificó
a la funcionaria, que anticipó que no intervendría en el
mercado para controlar la suba de precios. No se entiende cómo
el Gobierno no puede corregir la condición de monopólica
de una petrolera (por Repsol YPF), ni que los funcionarios que deben intervenir,
como el caso de Giorgi, digan que no se van a meter, como tampoco se entiende
que alguien que viene de Industria maneje Energía, con total desconocimiento
de esta problemática, disparó el empresario camionero.
Desde la Secretaría de Energía esperan que actúe
el área de Defensa de la Competencia, a cargo de Carlos Winograd.
Otros miembros del equipo económico coinciden al sostener que el
Gobierno no puede intervenir en elmercado a no ser por vía de instrumentos
que generen más competencia. Por eso le reclamaron a Winograd herramientas
para contrarrestar los aumentos, revisando los contratos de las petroleras
con los expendedores, otorgando facilidades para la importación
y ampliando la capacidad de almacenaje portuaria. Pero ninguna de estas
medidas podría tener efectos en el corto plazo y, dada la actual
inmovilidad (las mismas medidas habían sido esgrimidas varios meses
atrás), difícilmente en el mediano. Para peor, la diferencia
de criterios entre Giorgi y Winograd les dificulta la coordinación
de acciones.
Juan Carlos Colombetti, ex funcionario del gobierno alfonsinista y actualmente
importador de combustibles, expresó ayer que aunque baje
el precio internacional del crudo, difícilmente vaya a bajar el
de las naftas y el gasoil, debido a que el Hemisferio Norte está
entrando en el invierno y entonces aumentará la demanda.
Colombetti recomendó que el Gobierno debería aplicar una
reducción temporaria del impuesto a los combustibles para moderar
el impacto en el transporte y el agro. Pero, por ahora, este tipo de soluciones
no parece formar parte de las consideraciones oficiales.
Presión
alcista
El mercado petrolero estuvo lejos de haber dado el respiro que
esperaban los países importadores. Si bien la OPEP anunció
el domingo un aumento de producción de 800 mil barriles diarios
(1,6 por ciento de su oferta), las cotizaciones oscilaron en torno
a los valores de cierre del viernes, todavía muy cerca de
los precios máximos de la década que se alcanzaron
el jueves último. Mientras el petróleo tipo Brent
(producción del Mar del Norte) cerró ayer en Londres
a 32,15 dólares por barril (36 centavos menos que el viernes),
el valor de referencia para la producción argentina, el WTI
de Nueva York, alcanzó a 35,14 dólares al cierre,
con un alza de 1,51 dólar sobre el viernes y a apenas 25
centavos del record del jueves último. La cercanía
del invierno en el Hemisferio Norte, la escasez de stocks y el aumento
insuficiente de la oferta, según los consultores del mercado,
siguen manteniendo un exceso de demanda. Los analistas estiman que
la cotización no se estabilizará por debajo de los
30 dólares. La OPEP prometió revisar su producción
en noviembre si se mantiene la presión alcista.
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