Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

el Kiosco de Página/12

Manuelita descorrió el velo
Por Eva Giberti

La tarjeta multicolor anunciaba la presentación de una colección infantil-juvenil que reedita los libros que ahora forman parte de El Mundo de María Elena Walsh. Doce volúmenes que incluían todas las historias escritas por ella, menos una, la que habría de narrar esa noche desde el escenario del Gran Rex. 
Para quienes estábamos en la mitad de la platea, sumergidos en una marea de nenas, nenes y bebés, había además otra escena, la que se desarrollaba entre los chicos y sus madres, entre los chicos y los chicos: era una multitud inquieta y bajita, que sacudía los asientos (los propios y los ajenos), que se encaramaba sobre los respaldos de las butacas, que se resistía a sonarse las narices y que clamaba por el chocolatinero.
La invitación, gratuita y anunciada por radio, permitía anticipar el torrente que habría de desbordar el pullman y la platea del cine teatro. En la calle Corrientes se formó una cola inquieta y larguísima que ingresaba en el Gran Rex desparramando risas y ansiedades.
Dentro de la sala, la Complicación prometía localizarse en la pretensión de mantener sentados en sus plateas a centenares de chicos. Sin embargo, los chicos se quedaron en el lugar correspondiente al plano de las butacas: de pie, de rodillas o saltando encima del asiento, pero sin desplazarse de ese lugar; salvo algunos que descubrieron que los pasillos tienen pendiente y que era fascinante rodar por ella. Pero la Complicación estuvo en otra parte: a la mayoría se le antojó ir al baño anunciando que querían hacer pis mientras los adultos a cargo del protocolo verbal de la presentación contaban historias, anécdotas, esas Cosas que la gente grande precisa hacer para cumplir con su papel de adultos. 
Cuando María Elena ingresó en el escenario, consciente de los anhelos del público afirmó: �Ustedes están esperando la música� y achicó el contenido de su discurso. En clave de cuento les narró la historia de los ratones que hace 40 años inundaron las calles y las casas de París. Después de describir las hazañas de los esforzados gatos de la cité que colaboraron con las autoridades sanitarias, espantando y manducando a los ratones invasores, los ascendió a capitanes. Un cuento que fue una historia real y uno de sus recuerdos juveniles, vivido durante sus años de bohemia parisina.
Todo esto fue el soporte de un agradecimiento mayor que María Elena pronunció en voz muy alta: �A las maestras jardineras, y a las maestras y maestros de la escuela primaria, que hace años introdujeron por la ventana, como se debe, los libros que había escrito cuando todavía no habían sido autorizados, más aún, eran desaconsejados y también prohibidos�. 
Dejó el escenario envuelta en aplausos. Los otros artistas llegaron para seguir la fiesta: Doña Disparate y Bambuco reprodujeron las delicias con que siempre fascinaron a los chicos y Lito Vitale en el piano, con Baglietto en la voz, replantaron los éxitos musicales que María Elena Walsh produjo.
Entonces, después de tantos años de tararearla y de escucharla, Manuelita, convocada por centenares de chicos que la coreaban, descorrió el velo y les entregó uno de sus secretos; las voces infantiles inventaron el silencio que la letra reclama y cantaron, prolija, alegremente, sin estridencias ni titubeos la canción de cuna que Manuelita es. La canción materna donde duerme la infancia de las nostalgias. 
Recién al escuchar ese coro inmenso, en el que se intercalaban adultos conmovidos, y al mirar las caritas de los centenares de chicos concentradas en repetir las estrofas, fue posible descubrir el ansia de ternura que Manuelita desenmascara.
¿Por qué una tortuga? Porque María Elena quiso que fuera una tortuga.Porque ella espera, según dijo al finalizar su texto, que los chicos la ayuden a comprender este mundo. Y los chicos le contestaron cantando que la ternura y las canciones de cuna son insobornables e incorruptibles, y que persisten en el tiempo para acompañarnos, cada tanto, aliviándonos de la cotidianidad.



REP

 

PRINCIPAL