Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


KIOSCO12

�De esta crisis no se sale con inmovilismo�

Alvarez sigue su avanzada de declaraciones por la crisis del Senado. Entre otras cosas, criticó a los senadores que están �atornillados a sus bancas�. Luego, llovieron las respuestas.

Alvarez siguió con su avanzada mediática contra el Senado.
Su referencia al inmovilismo fue vista como una respuesta a De la Rúa.


Por F. C.

t.gif (862 bytes) La saga del enfrentamiento entre el vicepresidente Carlos �Chacho� Alvarez y el Senado continuó ayer con su escalada de acusaciones cruzadas y pedidos de renuncia. Alvarez sumó un condimento al asegurar que �de esta crisis no se sale con inmovilismo, no se sale con todos atornillados a los lugares que tenían�, con lo que pareció hacer referencia a la actitud que debería tomar el presidente Fernando de la Rúa a su vuelta de China, cuando se espera que haga algún cambio en el gabinete. Con todo, desde el Frepaso salieron a negar públicamente cualquier divergencia entre la dupla presidencial, un dato que, si se escarba un poco, no queda tan firme. �Entre ellos está todo mal�, admitía ayer un vocero de esa fuerza. En tanto, Chacho insistió ante sus colaboradores que si no hay renuncias en la Cámara alta no volverá a presidir una sesión. Habrá que ver qué opina De la Rúa.
Alvarez volvió al ataque en su ya habitual encuentro mañanero con los movileros radiales en el bar de la esquina de su casa. �Tienen que producir algunos gestos�, insistió cuando le preguntaron por el Senado. �Algunos senadores muy connotados tendrían que dar un paso al costado y las autoridades tendrían que renovarse. Lo peor que se puede hacer ante la sociedad es atornillarse a las bancas�, remarcó. Las palabras de Alvarez fueron casi explícitas sobre el presidente provisional del Senado, José Genoud, la última autoridad del cuerpo que falta renovar. 
La insistencia del ataque de Alvarez hizo que el bloque radical saliera a defenderse. El veterano senador chaqueño Luis León lo acusó de �pedir renuncias al voleo� y de emprender su cruzada contra la corrupción por �aspiraciones personales�. En tanto, Leopoldo Moreau sostuvo que haya o no sobornos el país atraviesa una crisis política que se soluciona con cambios, pero en el gobierno nacional.
Dirigentes cercanos al vicepresidente le escucharon decir ayer que ya tomó la decisión de no volver a presidir las sesiones de la Cámara alta si no hay renuncias. Y consideró que un cambio aceptable sería que renunciara Genoud y los cuatro o cinco integrantes de la bancada justicialista más comprometidos en el expediente de la coima. 
Pero con la declaración sobre los peligros del �inmovilismo� el vicepresidente pareció extender el conflicto más allá de los límites del Senado y llevar el reclamo de cambios también al Ejecutivo. Quienes comparten con De la Rúa su gira internacional, dieron testimonio del malhumor que causó en la comitiva enterarse de la nueva salida de Alvarez contra los senadores, justo en un momento en el que el tema se había encauzado. El Presidente negó que hicieran falta más renuncias para evitar un conflicto institucional en el país. En la misma dirección, el ministro de Justicia, Ricardo Gil Lavedra, aseguró ayer que no hay motivos para cuestionar las leyes que se aprueben en la Cámara alta, debido a que en proporción al total de legisladores, �son escasos� los senadores sospechados de haber cobrado sobornos.
Debido al cruce de opiniones, en el Frepaso se apresuraron en desmentir divergencias entre De la Rúa y Alvarez. �Aquí se trata del gobierno de la Alianza, hay un discurso que va en esa línea en varios lugares�, sostuvo el propio vicepresidente. El jefe del bloque de diputados de la Alianza, el frepasista Darío Alessandro, le recomendó al menemismo �que no fantaseen pues no existe división alguna� entre la dupla presidencial. �El gobierno de la Alianza decidió ir a fondo en el esclarecimiento de los hechos del Senado�, añadió.
Sin embargo, en voz baja, un legislador frepasista reconocía que la relación entre De la Rúa y Alvarez había vuelto a la tirantez de los días iniciales del escándalo, cuando al Presidente todavía le costaba acomodarse a la velocidad que el vice pretendía imprimirle al caso. De la Rúa vuelve el viernes y con quien primero se encontrará será con Alvarez, con quien seguramente discutirá la mejor forma de salir del �inmovilismo�.

 

 

opinion
*Por Luis Alberto Quevedo *

¿En qué está Chacho Alvarez?

Carlos �Chacho� Alvarez ingresó al espacio público haciendo política desde el llano y hoy, que ocupa el cargo de vicepresidente de la Nación, parece seguir atado a su destino de origen. Está enfrentado al Senado de la Nación, a hombres de su propio grupo político y a otros de la UCR, a jueces y sindicalistas y también a miembros del gabinete nacional. Hasta se especula que enfrenta al mismo presidente Fernando de la Rúa.
Resulta relativamente fácil saber qué cosas Alvarez no sabe hacer: entre otras, no sabe crear estructuras que lo respalden. Después de 30 años en la política (según su propia cuenta), resulta difícil señalar a diez dirigentes que sean �chachistas� de pura cepa. Alvarez no es bueno para fundar organizaciones sólidas y duraderas, pero nadie puede dudar de que sabe mucho de política y que siempre hizo política, en el sentido más profundo de este término. Si la política es innovación, creatividad, producir lo inesperado, señalar el camino que nadie señala, hacer lo que nadie desea que se haga, sorprender a todos, producir cambios y construir escenarios nuevos, entonces Alvarez hace política desde siempre. Probablemente tenga más fracasos en su haber que logros y triunfos, pero siempre hizo lo mismo: intentó producir novedades en la política.
En la década del 80 fue un activo militante de ese indefinido y complejo movimiento que fue la renovación peronista. Y cuando uno de los �renovadores� de aquella época, Carlos Saúl Menem, hizo política saltando de vereda ideológica, política, social y económica, Alvarez también produjo una novedad: creó un grupo de legisladores peronistas (el Grupo de los 8) que se rebeló ante las alianzas neoliberales que comenzó a construir Menem y lo enfrentó desde la Cámara de Diputados en todos sus intentos de privatizaciones, alineamiento con EE.UU. y reformas en el campo de la seguridad social. Y casi siempre perdió, pero creyó firmemente en ese camino de enfrentamiento a la nueva alianza liberal-conservadora que se instalaba en la Argentina bajo el liderazgo de Menem.
Y cuando Menem alineó a casi todo el peronismo detrás suyo y la opción era irse del peronismo, Alvarez se fue del PJ, junto con algunos pocos dirigentes. Y cuando debió sumar fuerzas, fundó grupos políticos que registraron más fracasos que éxitos en la política argentina. Pero Alvarez siempre hizo lo mismo, rompió y construyó. No sólo rompió con Menem, sino que también construyó y rompió el Fredejuso, el Frente Grande, el Frepaso y otros grupos políticos.
Tal vez su mayor logro fue su activa participación en la creación de la Alianza. No sólo porque la Alianza triunfó y hoy está en el gobierno, sino porque en el momento de su creación, hace algo más de dos años, significó una movida política muy audaz y riesgosa en la que poca gente creyó. También allí Alvarez tuvo sus fracasos: las elecciones internas que consagran a Fernando de la Rúa como el candidato a presidente de la Alianza significaron también la derrota (la segunda, luego de haber perdido con José Octavio Bordón) de sus pretensiones de colocar en la cabeza de una coalición a una persona de su propio grupo político. Sin embargo, la Alianza ganó y Alvarez llegó a la vicepresidencia con la misma convicción con la que militaba en el peronismo. Pero ahora junto a la UCR, los socialistas, muchos independientes y algunos peronistas. Y se propuso impulsar una profunda reforma en el sistema político argentino, transparentar la gestión pública y hacer política desde otras bases éticas que las que caracterizaron al gobierno de Menem.
El problema que enfrenta Alvarez es que debe hacer todo esto casi sin estructuras políticas que lo respalden (en las que nunca creyó ni supo consolidar) y desde un lugar algo incómodo y muy secundario en la estructura institucional. Porque el lugar de vicepresidente de la Nación es y ha sido muy ingrato en la historia política argentina. Sin embargo, nadie que conozca la trayectoria de Alvarez puede suponer que su destino sería igual al de Víctor Martínez, que acompañó en silencio al presidente Raúl Alfonsín durante más de cinco años. Alvarez decidió hacer política desde el lugar institucional que le tocó en suerte: la presidencia de la Cámara de Senadores de la Nación. Lo hubiera hecho también siendo ministro de Desarrollo Social, jefe de Gobierno de Buenos Aires o vicedirector de la Biblioteca Nacional, pero resulta que es vicepresidente de la Nación. Entonces se sienta en su lugar y comienza a apostar como a él le gusta: fuerte. Está convencido de que la Alianza debe modificar la forma en que se hace política y se construye el poder en nuestro país, y esto involucra no sólo a la transparencia en los sistemas de financiación de la política (fondos reservados, �aportes empresariales�, sueldos de empleados �ñoquis�, etc.) sino romper una lógica que el gobierno de Menem consolidó durante diez largos años: que cada ley nacional o provincial, decreto, resolución o disposición administrativa de cualquier tipo tiene su precio. Los medios de pago en la política han sido siempre muy variados y no se reducen a los monetarios. El problema es que, para producir cualquier reforma política en cualquier rincón del país, hay muchas prácticas que se deben cambiar y estas prácticas están fuera y dentro de la Alianza a la que pertenece Alvarez. Entonces, este político de raza, algo solitario y poco confiable para sus mismos compañeros de ruta enfrenta problemas que no son de fácil solución porque involucran a buena parte de nuestra dirigencia. Pero él sigue haciendo lo que siempre hizo: política, simplemente política.

* Sociólogo, secretario académico de Flacso.

 

PRINCIPAL