En el Ministerio de Economía y en la Jefatura de Gabinete trabajan contra reloj para terminar de cerrar las cuentas del Presupuesto 2001, que deberá ingresar el viernes próximo en el Congreso. Desarrollo Social y Trabajo serían las únicas dos áreas protegidas del ajustazo previsto. Por lo demás, se mantendrá la reducción salarial para los empleados públicos y no figuraría ninguna rebaja impositiva, con lo cual tendría plena vigencia el impuestazo anunciado este año. Según las cifras que figuran en el nuevo acuerdo con el FMI, anunciado la semana pasada, el año próximo el pago de los intereses de la deuda externa es el único rubro dinámico, que obliga a ajustar todo el resto de las erogaciones: aumentarán en 1600 millones, y ya acaparan cerca de un cuarto del gasto total del gobierno nacional. Anoche, el vicepresidente Carlos Alvarez se reunió en Casa de Gobierno con el jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno, y José Luis Machinea para ultimar los detalles del Presupuesto. En ese encuentro, Alvarez le transmitió al ministro de Economía la preocupación que le habían acercado tanto Graciela Fernández Meijide como Alberto Flamarique que, a contramarcha de la tendencia, defendieron hasta último momento un aumento de partidas para las áreas sociales: La ministra de Desarrollo Social necesita un incremento presupuestario para poner en marcha el flamante Plan Solidaridad que ya fue anunciado por el Presidente, aunque no cuenta con fondos asignados en el Presupuesto, que debería asistir a unas 650 mil familias indigentes. En tanto, Flamarique, cuyo futuro en el gabinete a partir del mismo viernes, cuando regresa el Presidente de su viaje a China, es más que incierto, solicitó a Hacienda un aumento de fondos para los planes de Empleo y Capacitación. Pese a la resistencia del secretario de Hacienda, Mario Vicens, en Economía habrían accedido a contemplar ambos pedidos. Pero en Desarrollo Social y en Trabajo dicen que recién cuando el proyecto de ley vaya al Congreso respirarán tranquilos. El propio Alvarez le habría dicho a Machinea que si ese reclamo no era considerado, lo mismo aparecerá con fuerza en la propia Cámara de Diputados, donde cada vez menos legisladores simpatizan con sintonizar la onda del ajuste. Sea como fuere, y más allá de esos �supuestos� pequeños aumentos, todo el Presupuesto estará modelado por la tijera. Las cuentas son las siguientes: El pago de intereses de la deuda aumenta en 1600 millones de dólares. Además, el déficit fiscal debe reducirse de los 5300 millones previsto para este año a 4100 millones: es decir, 1200 millones menos. Así, el Estado deberá conseguir 2800 millones extra para cerrar dentro de lo convenido con el Fondo Monetario. Por el lado de los ingresos, se prevé un incremento de la recaudación gracias a un pronóstico de crecimiento del producto bruto más que generoso: 4,5 por ciento. Para tal fin, además, no se prevé la rebaja de ninguna de las alícuotas impositivas elevadas este año, aunque ya no estará presente el llamado impuesto extraordinario a las altas rentas. Pero, aun así, todavía habría que recortar gastos por unos 800 millones para cumplir la meta. Así, se mantendrá el recorte salarial para los empleados públicos que cobren más de 1000 pesos mensuales. Y habría poda de partidas en diversos programas a cargo de la mayoría de los ministerios y, en especial, en los gastos de funcionamiento de la administración nacional.
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