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�LAS PICARDIAS
 DE SCAPIN� EN EL SAN MARTIN
El costado pícaro de Molière

La legendaria compañía Comédie Française presenta una versión que, a pesar de su comicidad, es �sorprendentemente feroz�.

La obra, dirigida por Jean-Louis Benoît, se verá hasta el domingo.
La Comèdie Française fue fundada por Luis XIV, el Rey Sol, en 1680.


Por Hilda Cabrera

t.gif (862 bytes) Ni las guerras ni las revoluciones, ni tampoco la ocupación nazi arrasaron a la Comédie Française. Como dijo a Página/12 su director general, Jean-Pierre Miquel, en ocasión de su primera visita a Buenos Aires para acordar la puesta de Las picardías de Scapin (Les Fourberies de Scapin), de Molière, en el Teatro San Martín, esto se explica en parte por la voluntad del Estado francés, tanto el monárquico como el imperial o republicano, de que la Comédie, cuyo origen se remonta a 1680, existiese realmente. Esta compañía fue creada por Luis XIV, el Rey Sol, quien ordenó la fusión de la compañía de la calle Guénégaud (integrada en parte por los comediantes de Molière, ya muerto) con la del Hôtel de Bourgogne. Pero las uniones no duraron demasiado. Los fuertes cambios sociales y políticos incidieron en las dispersiones, y recién en 1799 se produce un importante reagrupamiento de actores y técnicos. En ese año, la Comédie se establece definitivamente en el edificio que hoy ocupa, la Sala Richelieu del Palais Royal. Ahora, en breve gira por Buenos Aires, y tras su presentación en Río de Janeiro y San Pablo, esta mítica compañía trae una renovadora puesta de Las picardías..., cuyo artífice es el celebrado Jean-Louis Benoît, también realizador y guionista de cine y televisión. La obra podrá verse a partir del jueves, y hasta el domingo 17, en la Sala Martín Coronado del Teatro San Martín.
Estrenada en París en 1997, esta pieza de 1671 recorrió ya varias ciudades europeas y americanas con buena respuesta del público. Una aceptación que Molière no conoció en su época, puesto que estas picardías (a las que Benoît pide tomar en serio para disfrutarlas más, aunque �la ferocidad de la obra sea sorprendente�) no impactaron favorablemente al público de entonces, que en cambio aplaudía entusiasmado (según el comentario de los biógrafos) su tragicomedia Psyché, creada en colaboración con el compositor Jean-Baptiste Lully. Los críticos la juzgaron con severidad. No aceptaban a ese Molière (allí también intérprete del astuto criado Scapin) que había optado por un teatro que, comparado con sus celebradas Tartufo y Don Juan, resultaba chato, demasiado simplón. Acaso de una �comicidad más tajante e incluso bufa�, como escribió, rescatándolo, Robert Garapon, a propósito de los últimos trabajos de Molière. De todos modos, la aceptación llegó, pero dos años más tarde. 
Molière (seudónimo de Jean-Baptiste Poquelin, cuya exacta fecha de nacimiento no se conoce, pero sí la de su bautismo: 15 de enero de 1622) tomó al parecer su nombre de un autor supuestamente asesinado en 1625. Con esa firma se identifica en un documento oficial de 1644, cuando ya había iniciado su aventura teatral y fundado L�Illustre Théâtre junto a otros artistas, entre ellos la actriz Madeleine Béjart. Las obras de Molière ocuparon históricamente un lugar preferencial en la Comédie, hoy una institución pública con decisión propia. Es así que, entre otros avances, incorporó en la última década otras dos salas a la legendaria Richelieu, contando cada una con una programación y un público diferenciados. Estos espacios son el Théâtre du Vieux-Colomber, que se encuentra en Saint Germain des Prés, y el Studio-Théâtre, ubicado en una galería comercial, debajo del Museo de Louvre. 
El personaje de Scapin sedujo a grandes actores. En Francia se califican de históricas las interpretaciones de Jacques Copeau, en el teatro del Vieux-Colombier (en 1920) y, entre otras, la de Jean-Louis Barrault, en L�Athénée (en 1949, en un montaje de Louis Jouvet). También se destaca la más cercana (1990) de Daniel Auteuil, en el Festival de Avignon y en Nanterre-Amandiers, bajo la dirección de Jean-Pierre Vincent. En la puesta de Benoît, el intérprete de Scapin es Gérard Giroudon, quien trabaja en la Comédie desde 1974 y ha participado últimamente en películas de Bertrand Tavernier y Claire Devers. No es éste su primer Molière: compuso nada menos que al Sganarelle de Le mariage forcé y al Harpagon de El avaro, dos de las más grandes creaciones de un autor (y actor) que enlazó vida y obra, desde su inicial teatro ambulante, cuando comenzó a escribir esos petits divertissements con los que conquistó al público de provincias y al de la corte. Una vida que acabó cuando, devastado por la tuberculosis, estrenó y protagonizó El enfermo imaginario. 
En la cuarta representación de esta obra, el 17 de febrero de 1673, Molière se desmaya en escena y, llevado a su casa, muere poco después. Como se le niega un lugar en el cementerio de la parroquia, es enterrado recién el 21, por la noche y sin funerales, luego que Luis XIV lograra que el arzobispo de París diera su consentimiento. La compañía se rearma y el 25 de febrero presenta El misántropo, en el Palais Royal, un ámbito que pronto tendrá que ceder al intrigante Jean-Baptiste Lully. Se traslada entonces a la calle Guénégaud hasta que, por orden real de 1680, se fusiona con la del Hôtel de Bourgogne, conformando la hoy legendaria Comédie Française. 

 

 

Argentinos en Biarritz

Cinco de los nueve films que competirán este año por el Sol de Oro, máximo galardón del Festival de Cine de Biarritz, en Francia, serán argentinos, según informó ayer la organización de esa muestra. El llamado Festival de Cines y Culturas de América latina, que del 25 de setiembre al 1º de octubre presentará un panorama de las nuevas tendencias del cine de la región y una retrospectiva del melodrama latinoamericano, incluyó en su competencia las películas argentinas El astillero, de David Lipszyc; Esperando al mesías, de Daniel Burman; Un amor de Borges, de Javier Torre; Plata quemada, de Marcelo Piñeyro, y Una noche con Sabrina Love, de Alejandro Agresti. Dos films mexicanos y dos brasileños completan la selección. En cuanto a la sección de cortometrajes, se presentarán en la competición films de Brasil, México, Chile, Argentina y Nicaragua. Por el premio Unión Latina, un galardón dedicado a los documentales creado por el festival el año pasado, concursan 16 películas, con una selección que este año aumentó el número de films y su representatividad, con miradas cruzadas de europeos latinos sobre Latinoamérica y de latinoamericanos sobre sus países. Fuera de concurso, la sección Panorama presentará ocho películas �originales, particulares o ya proyectadas en otros festivales�, según informó la organización. Figuran en esta selección, además de seis películas latinoamericanas, una española y una estadounidense (chicana). 

 

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