La tevé ataca
Por Martín Granovsky
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El rating fue flojo (no pasó los 7.7 puntos) pero no importa: gracias a la crisis del Senado, Mariano Grondona volvió a animarse el martes a la noche con un programa político movido. No invitó numerólogos ni adivinos, de modo que toda la rareza se concentró en un señor mayor, de unos 70 años y sonrisa levemente divertida, que acompañaba al senador Antonio Cafiero en el homenaje que le rindieron en la Costanera.
�Estamos los que creemos que hay que investigar más y profundizar un proceso que ya ha comenzado, y otros que quieren tapar todo �comentaba el señor mientras la cámara filmaba, detrás, a Daniel Scioli.
�A mí lo que más me emociona es que esto se pueda hacer a los 78 años �dijo Grondona sobre Cafiero.
�El elemento de corrupción que se ha introducido en la sociedad pública no puede seguir �respondió el señor, con imagen de fondo de Carlos Corach�. Tenemos que hacer nuestro mani pulite.
El parecido del hombre con Guido Di Tella era notable. Afortunadamente, Grondona lo presentó. No dio sus antecedentes políticos pero era, nomás, Di Tella, el mismo que revistó durante diez años con Carlos Menem en convivencia con el Swiftgate, la leche podrida, la invasión de la Corte Suprema, el PAMI de Matilde Menéndez y el contrabando de armas, y a cada denuncia argumentaba que eran temas menores si se los comparaba con la magnitud de la menemtroika argentina.
�Hay que tirar y tirar de raíz para sacar el yuyo de la corrupción �dijo Grondona, y después contestó el llamado de una oyente irritada con el ex canciller�. El que se sume a este cruzada tiene 100 años de perdón.
Incluso sin Di Tella, la segunda parte del programa fue aún más jugosa. En este rincón, Roberto Azaretto. En la mesa con Grondona, Horacio García Belsunce y el ex presidente de la Unión Industrial Argentina Claudio Sebastiani. En el otro rincón, bien lejos, desde Washington, vía satélite con una foto del Congreso detrás, Martin Edwin Andersen, ex corresponsal de Newsweek y The Washington Post, como correctamente informó este diario a pesar de la desmentida de Sebastiani por tevé.
El locutor leyó un párrafo con declaraciones de Azaretto. Atribuía a Sebastiani haber dicho el año pasado en un café de la Recoleta que él mismo habría distribuido presuntas coimas en la Cámara de Diputados en medio de la discusión sobre las patentes farmacéuticas.
�¿Es correcta la versión?
�Desgraciadamente es correcta �dijo Azaretto mientras la cámara mostraba a Sebastiani frotándose la nariz y revisando papeles y carpetas�. Sebastiani usó el tono de alguien que nos quería decir: �Soy tan importante que sé cuánto se pagó en sobornos y además yo soy el que distribuía los sobres�.
Cámara a Andersen, que también dijo haber escuchado lo mismo de Sebastiani.
�¿Hay tanta corrupción? �preguntó Grondona.
�Cayó el Muro y enfrentamos otro tipo de amenazas.
�¿No cabe algún error en lo que vieron con Azaretto?
�No. Sebatiani lo dijo en forma jactanciosa.
�¿Usted confirma la conversación?
�Absolutamente.
Cámara a Sebastiani, que se revolvía en la silla y seguía mirando sus papeles.
�Yo estoy muy enojado �dijo.
Entonces blandió el ejemplar de Página/12 del último lunes, que conductor y locutor habían omitido citar como la última información sobre el tema, y mostró la tapa. Decía �Sobornol forte� y estaba ilustrada con un frasco de remedios. Adentro, Andersen declaraba a este diario que estaba dispuesto a testificar ante la Justicia argentina sobre aquel encuentro con Azaretto y Sebastiani en el que dijo haber escuchado hablar de una coima de 25 millones.
Sebastiani acusó a Andersen de �difamador� y anunció que lo llevará a los tribunales. No lo hizo antes, explicó, porque no tuvo los 150 mil dólares que le pidieron. También demandará a Azaretto. Informó de paso que a fines de octubre vence el actual régimen de patentes, y dejó entrever que tanto Andersen como Azaretto quieren beneficiar a los laboratorios norteamericanos. Ambos lo negaron y Andersen dijo, alegre, que solo cobró 150 pesos por su colaboración en el Washington Times contando por primera vez la historia de la Recoleta.
Sobre el final, preguntaron a Sebastiani si era la misma persona que había dado quórum para aprobar una ley.
�Sí, la maldita reforma laboral �dijo el industrial usando la traducción de un adjetivo que Andersen hubiera entendido.
Pasó hace dos años, a las 17.25 del 2 de setiembre de 1998, cuando Sebastiani, todavía presidente de la UIA y diputado nacional por el PJ, dio el quórum para tratar la primera versión de una reforma con la que no estaba de acuerdo. Se convirtió en el legislador presente número 129 después de que Alberto Pierri le dijo:
�Vos sos diputado y sos el único que falta, vení y después te vas.
Fue y se fue. Y también se fue de la jefatura de la UIA.
�Esta no es la ley de Erman González �dijo entonces en el recinto la diputada Alicia Castro�. Propongo que lleve el nombre de Claudio Sebastiani.
Sebastiani podrá decir, como Marx, que pasó dos años maravillosos pero no han sido éstos. Aunque quizá su mala suerte tenga remedio.
REP
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