Por Inés Tenewicki
 Una vez más, el grupo Museo Viajero pone en escena, con humor e irreverencia, una parte de la Historia. Después de La pequeña aldea, La historia del traje, Un siglo en un ratito y Colón un viaje redondo, esta temporada le tocó el turno a José de San Martín y su esposa, Remedios de Escalada, quienes son vistos y mostrados a través del lente que enfoca los acontecimientos menos célebres y más íntimos, como los amores, las tertulias, la amistad, el casamiento o las comidas. También esta vez, la estrategia narrativa de la que se valen el director y actor Héctor López Girondo y el anticuario e investigador Fabián Ucello consiste en el relato de un texto �serio� en boca del Sr. Director del Museo, casi como el discurso de un profesor de historia, y otro lleno de comentarios y acotaciones absurdas a cargo de la pareja Gutiérrez, ayudantes del director. Los Gutiérrez, además, ayudan a agilizar el desarrollo del relato con la vuelta de tuerca humorística a la historia del Libertador.
Al igual que en espectáculos anteriores de este grupo, es de destacar el trabajo de investigación histórica, a cargo de Raquel Prestigiácomo, que aporta al guión, con rigor y seriedad, interesantes episodios de la vida de San Martín, que permiten revelar facetas nuevas de un personaje más real y por eso más atractivo. Esta presentación de personajes históricos también es una constante en el tratamiento que el Museo Viajero hace de la Historia.
San Martín, un general sin Remedios no pretende ni más ni menos que �desacartonar una experiencia de museo�, según afirmaron sus autores. En este caso echa luz, por ejemplo, a las causas estratégicas del cruce de los Andes, a los detalles de la preparación de la expedición �desde la comida que llevaron hasta los mecanismos para que las mulas no rodaran por los precipicios�, a los pormenores del Combate de San Lorenzo, a la decisiva participación de las mujeres en las campañas patrióticas y a ciertos aspectos �quizás escasos, o insuficientes en relación con la expectativa despertada por el título� del vínculo matrimonial con Remeditos.
La escenografía vuelve a estar a cargo de Miguel Nigro, un artista plástico que contribuye al buen nivel de la puesta y que incluye maquetas de la batalla de San Lorenzo. Pero también hay que decir que, si bien el espectáculo mantiene un ritmo sostenido de principio a fin y divierte e incentiva a una platea variada a partir de seis o siete años, se pueden cuestionar algunos quiebres en el hilo narrativo y algunas elipsis inexplicables como el capítulo final de la vida matrimonial del General. También es de cuestionar que algunos momentos, sobre todo los finales, tienen escaso tratamiento teatral por lo cual se diluyen en un exagerado suministro de datos que no pueden ser absorbidos por el público de más corta edad. Este problema está presente en otras obras del Museo Viajero y se debe en parte a la dificultad que implica montar un espectáculo a partir de contar una historia en un ámbito de museo, y que tiene muy en cuenta los auditorios escolares y los imperativos curriculares. Pero ello no va en contra de una filosofía en la que queda claro que la Historia puede contarse con mayúscula, pero sin solemnidad.
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Rezetas, una comedia musical en la cocina, de Héctor Presa, en La Galera Galpón de Arte, Humboldt 1591. Sábados y domingos de septiembre a las 15.30. Del mismo autor, Blancanieves y los 8 enanitos, a las 17.