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Una típica ficción de Guerra Fría,
con los artificios de la televisión

�Zona de seguridad�, film de Stephen Frears producido para TV, asoma como una fábula liberal sobre los peligros del armamentismo.

Recurso: En lugar de aggiornar la trama, Frears acentuó su aire retro. No sólo mantuvo la ficción enclavada en la época, sino que además filmó en blanco y negro.

Elenco de lujo: Keitel, Clooney y Dreyfuss, entre otros.
El film de Frears, producido por Clooney, llega directamente a video.


Por Horacio Bernades

t.gif (862 bytes) El 2000 encuentra a Stephen Frears más ajetreado que nunca. El realizador británico, que cuenta en su filmografía con películas tan conocidas como Relaciones peligrosas, Ambiciones prohibidas/The Grifters y Esperando al bebé, parece decidido a celebrar sus 60 años a pleno vapor. Viene de asistir a una retrospectiva en su homenaje, celebrada en el Festival de Toronto, y viaja por estas horas rumbo a San Sebastián, para presidir el jurado del festival que se celebra todos los años en esa ciudad. Pero lo que más importa es que Frears estrenó ya tres películas en lo que va del año. Una es esa joyita de Alta fidelidad, que en Buenos Aires se estrena el jueves próximo. Otra es Liam, que empezó a girar internacionalmente hace sólo unos días, cuando se presentó por primera vez al público en el Festival de Venecia. 
La tercera perla de esta corona se llama Fail Safe y en Argentina se conoce directamente en video. El sello AVH acaba de lanzarla, con el título de Zona de seguridad. No se trata, en verdad, de una película, sino de una producción especial para televisión, que en Estados Unidos salió al aire en abril. Para Frears es un poco como volver a casa, ya que antes de pasar al cine el hombre se había formado, allá por los 60, en la BBC de Londres. Producida por George Clooney, Zona de seguridad cuenta con un elenco impresionante que, además de Clooney, incluye a Harvey Keitel, Richard Dreyfuss, Brian Dennehy, Sam Elliott y James Cromwell, para nombrar sólo algunos. Se trata de la remake de Fail Safe, una película poco conocida que a mediados de los 60 había dirigido Sidney Lumet. 
Zona de seguridad es una típica ficción �de Guerra Fría�, donde una falla en los sistemas de alerta del Pentágono pone al mundo al borde de la guerra nuclear. Frears, en lugar de intentar aggiornar la trama, acentuó su aire retro. No sólo mantuvo la ficción bien enclavada en la época sino que además filmó en blanco y negro. Y en lugar de recurrir a un estilo cinematográfico, Frears lo hizo como en los primeros tiempos de la televisión. Esto es, en vivo y en estudios, con cámaras de TV y esas típicas �luces duras� de la tele. 
El efecto es verdaderamente raro. Al grabar sin red, actores de gran cartel cinematográfico, como Keitel, Clooney o Dreyfuss de pronto pueden cometer ligeras hesitaciones y en ocasiones pueden llegar a pisarse, incluso furciar. La artificialidad televisiva se ve subrayada por la ausencia total de luz natural, ya sea real o simulada. Resulta evidente que lo que pretende ser el Salón Oval de la Casa Blanca es en verdad el mismo decorado que, en la escena siguiente, representará el interior de una base del Comando Estratégico de la Fuerza Aérea. Ni siquiera falta el �teléfono rojo� por el que el presidente (Dreyfuss) entrará en urgente conferencia telefónica con su par soviético, para evitar la represalia nuclear inminente, ante la invasión involuntaria del espacio aéreo enemigo por parte de una flotilla de bombarderos estadounidenses, que por error creen haber recibido la orden de bombardear Moscú. 
Fábula liberal sobre los peligros del armamentismo, Zona de seguridad se encamina hacia una trágica resolución, cuando la única medida que puede tomarse para evitar la catástrofe mundial es algo así como �sacrificar la dama�. El presidente, caracterizado aquí como un hombre serio (el original es bien anterior a Watergate, recuérdese), asumirá toda la responsabilidad. Frears, por su parte, contrapesa el enfoque retro con un cartel final, mediante el cual actualiza la fábula, por lo demás estupendamente actuada y con una tensión muy bien construida. Hasta el punto de que el espectador termina olvidándose del cartón y la deliberada precariedad de la escena y puede llegar a creerse todo lo que pasa, sufriendo por el destino del mundo.

 

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