Por Marcelo Justo
Desde Londres
La campaña tiene el nombre casi bíblico de �Name and Shame� (Nombre y avergüence) y es una iniciativa policial para erradicar la prostitución de las calles de Manchester identificando públicamente a los clientes. El �escrache� cuenta con la abierta colaboración de la prensa local que publica nombre, dirección, edad y a veces foto de los implicados. Como en las cazas de brujas, los acusados de merodear la zona roja y solicitar los servicios de una prostituta son llevados a juicios en masa y, con la ayuda de la prensa, expuestos al ojo público, a fin de servir como ejemplo disuasorio. Según la policía de Manchester, la campaña está dando resultados. �El objetivo es disuadir y lo hemos conseguido. Hay mucha menos gente en la zona roja y otras fuerzas policiales del país están monitoreando los resultados de esta experiencia�, señaló a Página/12 Andrew Waitt, portavoz de la policía de Manchester. Especialistas y miembros de organizaciones de derechos humanos critican la campaña por motivos éticos y legales.
La zona roja de Manchester está estratégicamente ubicada en el centro de la ciudad, entre la Universidad y un área muy concurrida de bares, restaurantes, cines y discotecas. Las quejas de estudiantes, vecinos, transeúntes y una campaña mediática crearon el clima necesario para el lanzamiento de la campaña a principios de junio. Según uno de los principales orquestadores, el vespertino Manchester Evening Standard, la zona roja era un espectáculo �dantesco de drogadicción, sexo y violencia�. El editor del diario, Paul Horrocks, se comprometió a publicar mensualmente los datos de los clientes llevados a la Justicia y defendió la ética periodística de su decisión. �El problema que tiene el centro de la ciudad es muy grave. Muchas mujeres inocentes tienen que soportar el acoso de coches que solicitan sus servicios como si fueran prostitutas. Es una peste social�, indicó Horrocks.
La policía realizó una campaña previa de advertencia informando los propósitos de la política de �Name and Shame�. A partir del 1º de julio, un equipo de policías de civil se dedicó a vigilar la zona y tomar la patente de los coches que se acercaban a las veredas, dialogaban con las prostitutas y terminaban subiéndolas al coche. A mediados de agosto doce hombres comparecieron en la Corte de Manchester. La multa de alrededor de 500 libras (800 dólares) fue lo de menos para la mayoría de los acusados. La sala estaba saturada de periodistas: sus nombres y direcciones aparecieron en los medios locales, regionales y, a nivel nacional, en The Times. �Esto va a destruir mi vida. No se lo conté a mi esposa, ni qué hablar a mis hijos y, por supuesto, mis empleadores no saben nada. Voy a perder mi trabajo. Dios sabe lo que va a decir mi mujer. Sé que cometí un error, pero no tenía ni idea que me iba a pasar esto�, dijo a la Corte, conteniendo las lágrimas, Brian Green, un consultor financiero de 46 años.
El antecedente de esta campaña es un operativo similar en diciembre del año pasado, en Middleborough, una ciudad al norte de Inglaterra. El operativo se llamó �Divina intervención� y llevó a 50 personas ante la Justicia, cuyos nombres y direcciones fueron publicados en los diarios. �El operativo fue un éxito, pero no ha erradicado por completo el problema porque hay gente que viene de los alrededores que quizás no está al tanto de lo que sucede y otros que piensan que lo peor ya pasó�, indicó a Página/12 Lucy Jones, portavoz de la policía de Middleborough. A diferencia de la campaña de la fuerza de Manchester, en Middleborough se trata de operativos puntuales, montados sorpresivamente en una fecha determinada. El segundo, realizado en abril, vino con un regalo casi literalmente celestial, para los propósitos ejemplificadores de la campaña: entre los clientes había un sacerdote de la Iglesia Anglicana.
Las ONG consideran que la campaña viola los derechos individuales y constituye un peligroso antecedente de interferencia policial en el sistema judicial del reino. La Howard League, que lucha por la modernización del código penal, indicó que �la policía se está arrogando el derecho de sancionar a los acusados�. Julie Bindel, feminista, catedrática de la Universidad de Londres y fundadora del grupo Justice for Women, favorece procesos reeducativos de los acusados, sin los cuales �no se hace nada por llegar a la raíz del problema�. En la policía de Manchester toman en cuenta estas críticas, pero no dudan que �Name and Shame� seguirá adelante. �Pensamos que esta política es más importante que el derecho al anonimato�, señaló a Página/12 Andrew Waitt. El problema puede surgir el mes próximo, cuando entre en vigor en Gran Bretaña la Ley de Derechos Humanos, que incorpora la Convención Europea de Derechos Humanos y da un lugar de privilegio al derecho a la privacidad.
Una campaña incontrolable
En julio, Gran Bretaña fue conmocionada por la desaparición y muerte de Sara Payne, una niña de 7 años que salió a jugar al campo con sus hermanos y no volvió. El país vivió en vilo durante dos semanas y el hallazgo del pequeño cadáver en un paraje campestre poco transitado desató una oleada de ira e incredulidad que el diario sensacionalista News of The World aprovechó para lanzar la campaña de �Name and Shame� contra los pedófilos. El inicio de la campaña, que prometía dar los datos completos de unos 110 mil pedófilos, provocó el caos. En Portsmouth, Plymouth, Bristol y otras ciudades, grupos de vecinos acosaron a las personas nombradas por el periódico, las declararon indeseables y exigieron que abandonaran el vecindario. Las protestas degeneraron muy pronto en una orgía de odio y violencia que causó el suicidio de dos personas que estaban a la espera del juicio y obligó a cuatro familias inocentes a abandonar sus hogares. El millonario John Potter, de 49 años, casado y con hijos, que estaba acusado de abusar sexualmente de dos chicos de 15 años, se pegó un tiro. James White, de 54 años, acusado de siete delitos de pederastia, se suicidó con barbitúricos poco después de que unas 70 personas amenazaran su casa en Manchester con bombas molotov. La muchedumbre que salía a la caza de los pederastas por la noche se volvió incontrolable. La propia policía llegó a enviar cartas a los vecinos de un barrio para aclarar que uno de los escrachados era inocente (ver facsímil). |
UN EXPERTO ANALIZA EL PROBLEMA ETICO Y LEGAL
�Es un sistema arbitrario�
Por M.J.
Miembro del grupo parlamentario que analizó el tema de la prostitución en 1996, catedrático de la Universidad de Middlesex y coautor de Prostitution and Public Policy, Roger Matthews dialogó con Página/12 sobre la polémica iniciativa.
�¿Qué opina de la política de �Nombrar y avergonzar�?
�Presenta insalvables problemas legales, éticos y prácticos. Primero la policía está ejerciendo funciones que corresponden a la Justicia, como es la de castigar un delito. Segundo, es sistema abierto a arbitrariedades, porque, ¿se publicarán los nombres de todos los arrestados o se hará una selección? Y si se hace una selección, ¿en base a qué criterio? Tercero, suele tratarse de campañas que duran muy poco tiempo, con lo que, pasado el furor, todo vuelve a su estado anterior. Por último, ¿por qué no publicar los nombres y las fotos de los que roban en un supermercado o que cometen algún otro tipo de infracción? ¿Dónde para la cosa?
�Precisamente, hace poco sucedió algo parecido con la campaña de �Nombrar y avergonzar� a los pedófilos que lideró el tabloide News of the World ¿Es esto una tendencia en Gran Bretaña?
�No se puede hablar de una tendencia. De hecho, el caso de los pedófilos, que plantea interrogantes similares, demostró que no había ningún tipo de consenso a nivel nacional sobre la idea de �Nombrar y avergonzar�. A mi juicio, en el caso de la prostitución callejera, esta política se limitará a casos aislados, como Manchester y Middleborough, e incluso en estos lugares, no durará mucho tiempo.
�¿Cuál es la política tradicional que se ha seguido en Gran Bretaña?
�Curiosamente la prostitución en sí no está penalizada en Gran Bretaña, aunque sí una serie de prácticas básicas sin las cuales es casi imposible que exista. En el caso de las prostitutas, lo que se castiga es la oferta de sexo en la vía pública. En el caso de los clientes, lo que se llama kerb-crawl, entrar en negociaciones con las prostitutas. Durante mucho tiempo se persiguió a las prostitutas, pero a partir de los 80 se empezó a poner más énfasis en los clientes. Es interesante porque en ambos casos estamos hablando de prostitución callejera, a pesar de que en los últimos años, este tipo de prostitución ha disminuido mientras que la encubierta, la que se realiza en saunas, opera en una virtual legalidad.
�¿Cuál debería ser la política pública sobre la prostitución callejera?
�La única política viable es regular el tema, combatir sus aspectos más peligrosos y lidiar con las causas, como para que haya menos prostitución.
�¿Qué opina de la legalización?
�Lo único que se lograría es aumentar el número de prostitutas.
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