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�El tango es mi amante, no me voy a casar con él�

Celeste Carballo, emblema del rock de los primeros 80, sigue fiel a su idea de cambio permanente. En su CD �Tercer infinito� se dejó atrapar por el tango, aunque desafía: �Mi espíritu punk está firme�. 

Celeste dice estar globalizada, pero no olvida a Coronel.Pringles.


Por Cristian Vitale

t.gif (862 bytes) En pleno corazón de San Telmo, agitada, ansiosa, Celeste Carballo se atraganta hablando de Tercer infinito, su último disco. Una pausa, un café con miel y el tema sigue: �Es mi presente absoluto, complejo y determinante. No existe otra cosa en mi vida. Es el disco que estoy trabajando y tocando en todo el país, mágico, lleno de vida, muy up. En Los Angeles, Gaby �Gabriel Jolivet� me seleccionó dos americanos para que me acompañen. Tocamos para gente de 15 a 18 años en medio de bandas ska, punk y funky. Una verdadera fiesta�, comenta, en la entrevista con Página/12 acerca de la gira que hizo tiempo atrás, para presentar el trabajo en Los Angeles y México.
Desde hace un tiempo Celeste realiza sus conciertos fuera de Buenos Aires. En el exterior, al viaje por EE.UU. y México le siguieron presentaciones algo atípicas. Por ejemplo, su último viaje a Italia, en donde tocó con una banda de mujeres punk de Los Angeles llamada Tribe eight, �unas guerrilleras de la música�, según define. También va seguido al interior: �Toqué la noche más larga del año en Ushuaia, en Bariloche para los estudiantes y en Santa Fe, donde me acompañó 38, una banda excelente. Buenos Aires es sólo una ciudad más�.
�¿Por qué tanto entusiasmo con Tercer infinito? 
�Siempre estoy así. Es normal. Si me hubieras encontrado después de Chocolate inglés en el �93, me hubieses visto igual, en el �85 con La Generación también. 
�¿Qué lo diferencia de Chocolate inglés?
�Chocolate... (1992) jamás funcionó en un show, era un disco muy difícil para el vivo. No lo toco, ni lo tocaré. Tercer infinito, como está hecho en ruta, se fue formando en shows con la gente adelante. 
�El tango hoy coexiste con el rock en su carrera. ¿Cómo se lleva con él? 
�El tango es mi amante, no me voy a casar con él, pero la pasamos bien juntos. Le dedico parte de mi vida. 
�A mediados de los 80, solía decir que su mensaje se había transformado, que había pasado del individualismo a componer letras con mucho contenido social, ¿en qué marco coloca sus últimos trabajos? 
�Tengo una visión global. Yo también estoy globalizada, como el mundo. La cosa va por otro lado, no es ni tan social. Es otra revolución. 
�¿Le molesta que la sigan identificando con sus primeros temas, con �Querido Coronel Pringles� por ejemplo?
�Para nada. Son clásicos y yo soy esas canciones. Sigo componiendo temas folk en sol, igual que �Querido Coronel Pringles�. No esperaba ser autora de clásicos que representan a mí país. Sin embargo, aquí me ven. 
�Haber sido telonera de Dylan y con buena respuesta del público también fue reflejo de esa identificación con la gente.
�No me interesa hablar de Dylan, es parte del cholulaje. Hice mil shows más grosos. No me importa haber sido telonera de Dylan, ni de Santana.
�¿Sus referentes esenciales siguen siendo los Rolling Stones?
�Totalmente, es una unión de personas ideal. Una permanencia gloriosa que escapa a lo estrictamente musical. Para mí, la música no pasa por la música, mis referentes pasan por otra parte. No digo �uh qué bien toca el piano�. Más bien, me interesa saber lo que ese artista guarda en el alma. Hay músicos que son grosísimos y a mí me pasan a 10 mil kilómetros. 
�¿Qué diferencias nota entre la generación del 80 y el presente?
�No me veo en los 80. No es mí década. Yo soy más de los 70, todo lo hice con el oído clavado en los 70. Siempre busqué ese sonido. Soy resetentista, cuando versioné �Desconfío� de Pappo�s Blues en mi primer disco, no fue por pedido de un gerente de marketing. Y fijate cuántas bandas de hoy, tipo Divididos, buscan en las fuentes.
�¿Cuáles son sus grupos preferidos en la actualidad?
�No estoy muy informada. Me gustan El Otro Yo, Fun People, She Devils, bandas nuevas.
�¿Y en qué sentido se conectan estas bandas con su perfil setentista?
�Vivo en mi presente, no conecto con el pasado. Pero quizás sea la independencia con que se manejan.
�¿Qué quedó de la Celeste Carballo punk? 
�El mejor disco de mi carrera, con Celeste y la Generación. Había viajado a España, traje de allí la imposibilidad de hacer lo que yo quería y me puse muy rebelde. No aguanté más a esa Celeste Carballo con rulos ni el jazz rock, solamente quería el punk. Mi vida dio un giro total. Cuando vine con la idea, puse un aviso en el diario porque quería tocar con músicos platenses. Así apareció Marcelo Montolivo, que había formado una de las primeras bandas punk de Argentina, Los Baraja. Me acuerdo de que cuando se dio cuenta de que la del aviso era yo, se quería matar. Mi espíritu punk está firme, porque mi generación es la generación fusilada. Un dato: en el �73 yo era delegada en el colegio San Martín, un colegio en el que, después, desaparecieron 50 chicos. Eso marcó mi vida a fuego.
�¿En qué sentido la generación fusilada se contrapone a su etapa posterior con Sandra Mihanovich? 
�Con Sandra canté canciones y empecé a tocar el piano. Fue otra lucha, otra postura, otra guerra. Una pena que esos dos discos �Somos mucho más que dos y Mujer contra mujer� estén descatalogados. Es lo único que voy a decir de ese momento. 
�¿Sigue practicando boxeo?
�No. Ya no lo hago más. Había empezado a hacer fierros y en un momento mi entrenador se fue al sur. Me abandonó. Se me dio por hacer boxeo, porque es un deporte aeróbico que amplía tu capacidad torácica. El boxeador precisamente se cae cuando no tiene aire. Y el cantante también. Es un deporte entretenido y fuerte. Además te pone mejor en el centro de tus pies. Por ejemplo, yo en el escenario siempre sufrí de vértigo, sentía que me iba a caer. Y ya no me pasa más gracias al boxeo. Los que piensan que el boxeo es sólo piñas son unos boludos. 
�¿Cuesta el doble trabajar así?
�Lo mío no pasa por una cuestión económica. Además, ¿sabés cuánta plata tienen Los Redondos?

 

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