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Pelea en Diputados por el plan de Infraestructura

Los diputados de la Alianza quieren limitar la incursión de las constructoras locales en el plan de Infraestructura. Presiones cruzadas entre empresarios, legisladores y el Ejecutivo.

Por Cledis Candelaresi

t.gif (862 bytes)  El bloque de diputados aliancistas debatirá a pleno pasado mañana el dictamen oficialista sobre el proyecto de ley de Infraestructura, cuya redacción descolocó a varios. En particular, a los empresarios de la Cámara Argentina de la Construcción. El punto más controvertido es aquel que, según la propuesta del ministro Nicolás Gallo, debía reservar el millonario programa de obras a las empresas nacionales, prerrogativa que los legisladores limitaron a los emprendimientos de hasta 45 millones de pesos. Ese retoque dio lugar a acaloradas negociaciones que incluyeron al presidente, Fernando de la Rúa, y a su vice, Carlos “Chacho” Alvarez. Sin embargo, la última palabra aún no está dicha.
Justamente, una apuesta fuerte del proyecto oficial era aquella reserva de mercado, especie de “compre nacional” para las constructoras locales, que podía extenderse a las extranjeras empadronadas en el país. Pero apenas la iniciativa llegó a Diputados, se alzaron voces contrarias a este privilegio, argumentando que excluir a las firmas extranjeras de las licitaciones redundaría en mayores costos para el Estado. Aunque el proyecto fue firmado en forma conjunta por los ministerios de Economía e Infraestructura, fue éste último el más proclive a darle una mano a las empresas argentinas, cuya actividad se derrumbó en los últimos meses.
A poco de haberse difundido por los despachos legislativos, el texto ganó como detractores a los frepasistas Ricardo Vago y Alejandro Peyrú, promotores de los cambios que se introdujeron en el dictamen. Pocas semanas atrás se realizó el primer cónclave de las comisiones involucradas en el tema: Presupuesto y Hacienda, Obras Públicas y Finanzas. Pero la presencia en la propia sala de reuniones de Aldo Roggio y Eduardo Baglietto (Techint), entre otros empresarios del sector, inhibieron los cuestionamientos frontales. Sin embargo, la embestida de los frepasistas para modificar el texto empezaría recién unos días después.
Hace diez días, en el ministerio de Infraestructura se libró una primer batalla, que los cuestionadores del proyecto consideraron ganada. En presencia de otros funcionarios del área y de representantes de Economía, Gallo se habría resignado a limitar aquella preferencia para las constructoras locales. La línea de corte, según se acordó, se ubicaría en los 50 millones, 5 por encima de lo que se dictaminó el último miércoles: las obras más caras se licitarían internacionalmente.
Pero este principio de acuerdo no satisfizo a Vago, quien apeló directamente a “Chacho” Alvarez para pedirle que garantice aquella apertura. El vicepresidente abrió de inmediato el juego. “Hay que consultar a (José Luis) Machinea”, planteó, poco antes de llamar él mismo al ministro de Economía. Este dio su acuerdo, a semejanza de Gallo. “Es mejor que se vote la ley con cambios a que no salga y que el Plan fracase”, admitió ante Página/12 un asesor del titular de Infraestructura.
Sin embargo, fuentes parlamentarias aseguran que pocas horas antes de que el plenario de comisiones firmara el dictamen limitando el “compre” de la obra pública, Gallo redobló esfuerzos para que no haya cambios, e intentó desbaratar el acuerdo sellado con el titular del bloque, Darío Alessandro. El ministro habría instruido a sus subordinados para que insistieran con el texto original. E intentó sumar al diputado Raúl Baglini a su movida. Mientras, De la Rúa telefoneaba desde China al radical José Recio, titular de Obras Públicas, sugiriéndole lo mismo.
Los constructores, deseosos de que se conserve el texto original, no se quedaron de brazos cruzados. Los teléfonos de varios legisladores oficialistas, Jesús Rodríguez entre ellos, no dejaron de sonar. La intención de los empresarios era persuadirlos de que cualquier apertura a la competencia de empresas extranjeras sería un error, ya que comprometería el efecto supuestamente reactivador del plan. Pero no hubo caso.
La semana pasada se firmó un dictamen a favor del proyecto de ley que crea un fondo fiduciario para financiar obra pública, pronunciamiento quela Alianza presenta como de consenso, aunque muchos de sus hombres ni siquiera conocen en detalle y funcionarios del Ejecutivo ven con recelo.
En un intento por redoblar la presión, los constructores intentaron comprometer a los miembros del grupo productivo en una solicitada que defendiera la exclusividad argentina. Pero ni la Unión Industrial ni los ruralistas quisieron acompañarlos. Tras este intento fallido, la entidad que capitanea Baglietto convocó a una asamblea de afiliados con la intención de debatir el tema. Los empresarios confían en alguna gestión salvadora de Gallo o del Presidente antes del jueves, cuando el proyecto será debatido en el recinto.

 

OPINION

Por Alejandro Peyrou *

El porqué de una licitación

El Poder Ejecutivo Nacional envió al Congreso un Plan Federal de Infraestructura con ideas creativas que apunta a la reactivación de nuestra economía. No obstante ello, para algunos diputados de la Alianza, entre los que me incluyo, había puntos a debatir en las comisiones de la Cámara de Diputados. Hubo quien cuestionó esa actitud. Olvidó que los legisladores cobran su dieta para presentar los puntos de vista que crean que mejor defienden el interés nacional. Uno de los puntos en discusión era licitación nacional o internacional. ¿Pero por qué esta defensa de la licitación internacional? ¿Qué queremos decir con esto? Con obras de 30 millones de promedio para la primera etapa, son pocas las empresas locales con capacidad financiera que puedan participar en las licitaciones, porque esos 30 millones deben ser sostenidos financieramente entre 10 y 20 años. Y si son pocas loas empresas resulta muy difícil evitar que se coaliguen, como ocurrió con los peajes, donde el Estado y los usuarios terminan pagando sobreprecios más que considerables, afectando gravemente la competitividad de las economías regionales, el bolsillo de los usuarios y las finanzas públicas. Nuestra defensa de la licitación internacional, en realidad, es sólo la defensa de la necesidad de generar más competencia para obtener menores precios a pagar por el Estado y menores tarifas o cánones a pagar por los sufridos usuarios de nuestro país. Si además podemos obtener financiamiento a menor costo vamos a tener muchas más obras, mayor demanda de insumos y más empleos. En la comisión de Obras Públicas y junto con el Poder Ejecutivo se acordó un dictamen que contempla que las empresas nacionales o extranjeras con filiales en el país, intervengan en licitaciones nacionales en obras de hasta 45 millones, y más allá de este monto debe convocarse a licitación internacional. En esas licitaciones las empresas internacionales deberán asociarse obligatoriamente con empresas locales para presentarse. Por otro lado, propusimos incorporar al texto la obligación de cumplir con la ley pyme y una cláusula referida al compre nacional. Los legisladores que firmamos el dictamen final creemos que la fórmula hallada limita la posibilidad de que los oferentes se cartelicen. Y que, a la vez, se respetan intereses legítimos de las empresas locales. Ahora, el resto de la tarea de garantizar competencia real y transparencia en las licitaciones nacionales e internacionales corresponderá a la calidad de la gestión pública de los ministros de Infraestructura de los próximos 20 años. Muchos creímos que nuestro país está demasiado pobre para otorgar prebendas. La decisión de no hacerlo es un paso para construir una economía competitiva en un país distinto.

* Diputado de la Nación.

 

 

 

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