Por
Mariana Carbajal
En la Dirección Nacional de Migraciones discriminan
a empleadas embarazadas al negarles la correspondiente licencia por maternidad
o al dejarlas en la calle si resuelven tomársela. El hecho fue
corroborado por el titular del Inadi, Raúl Zaffaroni, tras analizar
la denuncia de cinco empleadas que trabajan en el organismo dependiente
del Ministerio del Interior desde hace uno o dos años, según
cada caso, y que dieron a luz en los últimos meses o están
a punto de hacerlo. El Estado está colocando a la mujer ante
una opción férrea: o pierde el trabajo o aborta, cuestionó
en duros términos Zaffaroni y consideró la situación
como inmoral. El reclamo de las empleadas fue respaldado por
unanimidad por la Legislatura porteña, y por ocho diputados nacionales
entre ellos Marcela Bordenave y Juan Pablo Cafiero, que expresaron
a través de una carta, su preocupación por la situación
al director de Migraciones, Angel Roig. Reconozco que es injusto,
pero son contratadas y no les corresponde licencia porque no pertenecen
a la planta permanente, argumentó Roig ante Página/12.
La interpretación de Zaffaroni es otra.
Cuando
se trata de contratos que se suceden sin solución de continuidad,
no cabe duda que en los hechos eso se transforma en un modo de vida de
las personas, fundamentó en un dictamen Zaffaroni, para rechazar
la posición del director de Migraciones. Zaffaroni recordó
además, que el Código Civil en su artículo 1047 nulifica
los actos jurídicos con contenido inmoral. Y agregó:
Pocas dudas caben acerca de que un contrato que ponga a una mujer
embarazada en la disyuntiva de perder su trabajo o abortar, tiene contenido
inmoral. En consecuencia, evaluó, la conducta de las autoridades
de Migraciones debería considerarse una violación a la Ley
Antidiscriminatoria.
Una de las denunciantas es Daniela Wainer. Tiene 24 años y fecha
de parto para fines de setiembre. Alrededor del 10 de agosto pedí
al señor Roig, a través de un petitorio, mi licencia por
maternidad. Un asesor suyo, Samuel Gil Flood, me contestó que no
me correspondía, que como favor me daban veinte días, pero
si al día 21 no me reincorporo, me rescindirán el contrato,
cuyo vencimiento es en diciembre, relató Daniela a este diario.
Comenzó a trabajar en Migraciones en octubre de 1998 con contratos
renovables cada seis meses, con un sueldo mensual de 800 pesos. Se desempeñó
primero en el área de Asuntos Jurídicos y desde setiembre
de 1999 cumple tareas en Recursos Humanos. Me parece una injusticia
que no me den la licencia. Yo trabajo como en situación de dependencia.
Hace dos años que cumplo la misma función, se quejó
Daniela, con la respiración entrecortada por el avanzado embarazo.
Nosotras hablamos de derechos sociales y ellos (por las autoridades
de Migraciones) de legalidad, diferenció la joven.
La situación de las otras empleadas que hicieron la denuncia es
similar. Todas tienen contratos de locación de servicios,
que renuevan periódicamente. Una de las mujeres también
está a punto de dar a luz, otra tuvo un bebé hace dos semanas
y su futuro en el organismo es incierto, la tercera quedó cesante
cuando, a los siete meses de gestación, debió hacer reposo,
y a la cuarta no le renovaron el contrato como lo venían
haciendo sucesivamente cuando cumplió nueve meses de embarazo.
Hicieron la presentación ante el Instituto Nacional contra la Discriminación,
el Racismo y la Xenofobia el 24 de agosto, con el patrocinio de ATE.
La figura del contrato de locación de servicios está
contemplada en el decreto 92/95 firmado por el entonces presidente Carlos
Menem, en el marco de la segunda reforma del Estado. El texto de cada
contrato establece claramente que el empleado se convierte en autónomo
y el Estado queda relevado de toda obligación referida a
aspectos previsionales, asistenciales y/o de coberturas médicas.
Desgraciadamente nos vemos obligados a cumplir con el decreto 92/95.
La locación de servicios no contempla ninguna interrupción
ni ninguna de lasventajas previstas para la planta permanente, respondió
Roig, al ser consultado sobre el trato discriminatorio hacia las cinco
empleadas.
¿Y a usted le parece justo? le preguntó este
diario.
No me parece justo, pero tengo que cumplir con el decreto. Es una
encerrona. Tengo congeladas todas las vacantes y no las puedo incorporar
a la planta permanente.
Para Zaffaroni, en este caso, la letra del contrato no tienen ningún
valor. La licencia por maternidad es un derecho de orden público.
No se puede eliminar con un contrato. Por otra parte, si se tratara de
contratos puntuales, por dos meses, sería distinto. Pero acá
se los está renovando sucesivamente a lo largo de meses y años,
lo cual hace que el trabajo se convierta en un medio de vida, explicó
su dictamen el titular del Inadi en diálogo con Página/12.
Zaffaroni consideró que la decisión de Migraciones viola
la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y la Convención
sobre eliminación de todas las formas de discriminación
contra la mujer, entre otros tratados internacionales reconocidos por
el Estado argentino. El funcionario elevó su dictamen al jefe de
Gabinete de Ministros, Rodolfo Terragno, a quien le recomendó la
emisión de una norma interpretativa o aclaratoria para el
correcto entendimiento del decreto 92/95, en el marco de la Constitución
y del derecho internacional de los derechos humanos.
El
apoyo legislativo
Por
M.C.
La denuncia de las empleadas de la Dirección Nacional de
Migraciones fue respaldada por un grupo de legisladores nacionales
y porteños, que expresaron su preocupación
al titular del organismo por el trato discriminatorio
hacia las trabajadoras embarazadas. Estimamos, de acuerdo
a la información con que contamos, que la situación
aludida puede ser considerada como un acto de discriminación,
toda vez que si bien la licencia no estaría contemplada en
el lazo contractual que liga a las agentes con ese organismo (...),
el hecho que (los contratos) se repitan sin solución de continuidad,
las asimilia a la condición de permanentes, señala
la carta enviada a Angel Roig por ocho diputados, entre ellos Juan
Pablo Cafiero, Marcela Bordenave, Margarita Stolbizer, Juan Zacarías
y Amado Juri.
El tema también fue tratado en la Legislatura porteña
en la sesión del 7 de setiembre. Por unanimidad, el cuerpo
aprobó una declaración por la cual le piden al jefe
de gobierno local que se dirija al PEN para que en caso de
comprobarse esos actos discriminatorios y anticonstitucionales,
ponga fin a los mismos.
Es discriminación, no tiene otro nombre, indicó
la legisladora de Nueva Dirigencia, Pimpi Colombo, que impulsó
el proyecto. Estamos peleando por la igualdad de oportunidades
entre mujeres y varones y ahora descubrimos que el Estado discrimina
por embarazo, que es una condición femenina, agregó.
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