Son siete, tres varones y cuatro mujeres, y pesan menos de medio kilo
cada uno. El octavo murió. Los octillizos vieron la luz violenta
de la medicina contemporánea en Milán, Italia. El primero
de los bebés, una niña, había nacido el miércoles;
los demás, ayer. Son el producto no deseado de un tratamiento de
estimulación ovárica, que condujo a ese resultado por error
de los médicos o irresponsabilidad de los padres, que habrían
tenido relaciones sexuales cuando se les indicó no hacerlo. El
embarazo duró menos de seis meses y ahora están en incubadora,
con respiradores artificiales.
El miércoles pasado, la siciliana Mariella Mazzara, de 31 años,
había dado a luz, por parto normal pero muy prematuro, a una niña
que ella y su esposo Giovanni Pirrera, de 34 años, funcionario
de una cárcel de Sicilia llamaron Margarita. Pesaba 495 gramos
y nació en estado crítico debido a una infección
en el líquido amniótico. Los demás nonatos no estaban
infectados, ya que a cada uno le correspondía una placenta y una
bolsa (totalizando seis litros de líquido). Los médicos,
entonces, le administraron a la madre fármacos para frenar las
contracciones de parto, con la esperanza de que el nacimiento de los demás
se postergara todo lo posible, ya que sólo tenían 25 semanas
de gestación.
Pero el sábado, las contracciones se hicieron incontrolables. Nació
el segundo octillizo, un varón de 500 gramos, Michele, luego de
lo cual fue necesaria una operación cesárea de urgencia.
Uno de los pequeños murió. Los demás fueron trasladados
inmediatamente a incubadoras con respiración asistida, ya que en
esa etapa de la gestación los pulmones todavía no están
completamente formados. Anoche, el parte médico decía que
el estado de los siete sobrevivientes, tres varones y cuatro mujeres,
es estable.
Mariella y sus niños son atendidos por dos equipos médicos
el del Hospital Niguarda, donde están internados, y el del
Hospital San Paolo, que suman 150 profesionales de distintas especialidades.
Estos establecimientos aceptaron el caso luego de que, en el curso de
un tratamiento por esterilidad en una clínica privada, la mujer
quedó embarazada de octillizos y la pareja se negó a efectuar
un aborto terapéutico selectivo.
Después de esperar en vano un embarazo durante seis años,
la pareja había recurrido a un tratamiento llamado estimulación
ovárica, que consiste en administrar a la mujer hormonas que promueven
la maduración de los óvulos. El método requiere controles
estrictos para verificar que la cantidad de óvulos liberada cada
mes no sea superior a cuatro: si esto sucede, se interrumpe el tratamiento
y se solicita a la pareja que se abstenga de mantener relaciones sexuales.
Según Carlo Flamigni, director del Instituto de Ginecología
y Obstetricia Santa Ursula de Roma, en este caso hubo un error del
médico o bien de la pareja, en caso de que haya sido informada
y no haya respetado la prohibición de mantener relaciones. Casos
de este tipo no deberían ocurrir nunca más. Según
Ermelano Vicinio Cosmi, presidente de la Comisión de Bioética
del Consejo Nacional de Investigaciones de Italia, es absurdo que,
en el año 2000, una mujer que hace un tratamiento para tener un
hijo quede embarazada de ocho, manifestó .
El caso de los octillizos desató una gran atención mediática
en Italia. Mariella y Giovanni aceptaron ya la propuesta de una revista
de actualidad para vender en exclusiva la cobertura del proceso de embarazo
y parto.
Todos los embarazos de octillizos registrados hasta la fecha se vinculan
con tratamientos médicos contra la esterilidad. Hasta ahora, en
ningún caso los ocho bebés pudieron sobrevivir por un tiempo
prolongado. El caso relativamente más exitoso sucedió en
1998 en el estado norteamericano de Texas, cuando sobrevivieron siete
de los ocho bebés de la señora Nkem Chukwu.
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