La detención el viernes del presunto líder máximo
de ETA, Iñaki de Rentería, había producido
una reacción algo cautelosa en las autoridades españolas.
En cambio, el arresto en Francia durante el fin de semana de 15 etarras
suscitó ayer algo similar al triunfalismo en círculos oficiales.
La explicación de la diferencia es simple. Según declaraciones
oficiales, entre esos 15 detenidos se cuentan miembros clave de la estructura
logística de ETA. El ministro del Interior español, Jaime
Mayor Oreja, llegó a afirmar que su caída significaba que
la red de abastecimiento de explosivos y detonadores de la organización
estaba prácticamente desarticulada. Avisado del éxito
del operativo en Francia, el jefe de gobierno español, José
María Aznar, se mostró muy confiado al condenar a quienes
buscaban la independencia del País Vasco al margen de la
ley. Era una declaración que podría irritar a los
nacionalistas moderados vascos, pero Aznar parece calcular con que ya
no depende tanto de ellos: Triunfaremos contra el terrorismo y no
muy tarde.
Un experto español en terrorismo, que no quiso ser identificado,
explicó ayer por qué el éxito de los operativos policiales
de este fin de semana en el sudeste de Francia tiene una importancia tan
trascendente. Cuando detuvieron a Iñaki de Rentería
(el líder de ETA), solamente significó que dentro de unos
meses sería sustituido por otro..., pero si el aparato logístico
de ETA ha quedado desmantelado, esto les puede hacer mucho daño,
interrumpiendo la entrega de explosivos y detonadores a sus comandos estacionados
en España. Entre ayer y anteayer, en un operativo planeado
por meses, la policía francesa logró eliminar centros clave
de la infraestructura clandestina de ETA, incluyendo una casa para el
armado de bombas, otra dedicada a falsificar documentos y una granja que
contenía 50 kilos de explosivos.
Pero el golpe más serio para los etarras parece haber sido la pérdida
de especialistas clave. Según el informe oficial, entre las personas
arrestadas estaba Einstein, especialista en la fabricación
de sofisticados artefactos explosivos; Atxuri, encargado de
pasar el material explosivo de Francia a España, y Peputo,
el jefe del aparato logístico de ETA. También se detuvo
a María del Rosario Delgado Iriondo, antes exiliada en Uruguay,
una de las integrantes más temidas del grupo, implicada en 18 asesinatos.
Como ya es habitual, la policía francesa operó en estrecho
contacto con el servicio de inteligencia de la Guardia Civil española.
El presidente francés, Jacques Chirac, resaltó la
excelente colaboración entre Francia y España: Me alegro
de que la detención de (Iñaki de Rentería), de numerosos
otros miembros de ETA y el descubrimiento de explosivos en territorio
francés hayan demostrado otra vez esta solidaridad.
El gobierno español no intentó minimizar el golpe que se
había asestado contra ETA. El ministro del Interior proclamó
que los arrestos en Francia causaron un dañó casi
irreparable al aparato logístico de ETA: los detenidos serán
muy difíciles de reemplazar. Mayor Oreja enfatizó
que la operación desmanteló las estructuras de ETA a cargo
de falsificación de documentos, gestión del material,
y la fabricación y distribución de componentes y dispositivos
electrónicos necesarios para artefactos explosivos, sobre todo
los utilizados en coches bomba.
Hay que notar que los efectos del operativo podrían no sentirse
por bastante tiempo. Si bien es posible que la base logística de
ETA haya sido efectivamente desarticulada, se estimó
que ese grupo ya había logrado trasladar unos 3800 kilos de explosivos
a España. Hasta ahora la acción policial y los atentados
habrían restado unos 600, lo que deja aproximadamente 3200 en manos
de sus comandos. Mayor Oreja advirtió que no se debía caer
en la euforia ya que ETA todavía tiene capacidad para
matar.
Ayer su jefe de gobierno habló con menos cautela. Durante un congreso
en la sede de su Partido Popular (PP) en Cataluña, pronunció
un discurso que se interpretó como un duro ataque contra los nacionalistas
moderados delPaís Vasco, especialmente el Partido Nacionalista
Vasco (PNV). Aznar subrayó que ninguna democracia podía
tolerar que se plantearan exigencias (aparentemente, las independentistas)
bajo la amenaza de pistolas.
OPINION
Por Claudio Uriarte
La guerra civil vasca
La ETA
libra dos guerras: una es contra el Estado español y todos
sus representantes, pero la otra es contra los propios vascos
que no se identifican con el nacionalismo vasco (violento o moderado),
y que rondan la mitad de los votos en Euzkadi. Es decir que la
guerra del protoestado vasco contra el Estado español se
continúa en una guerra civil vasca: la de los independentistas
contra los políticos vascos que se encolumnan tras el socialismo
o el conservadurismo de España.
En este último conflicto, Euskal Herritarrok, el partido
político de la ETA, es un sector importante pero minoritario:
sus votos oscilan entre el 13 y el 18 por ciento del electorado.
Por los votos, por las bombas o por las convicciones, EH mantiene
aferrada una imparcialidad cada vez más difícil
del Partido Nacionalista Vasco que con un 30 por ciento
de los votos es la formación nacionalista más representativa,
pero que en virtud de su amplitud es también la más
susceptible a las divisiones y los resquebrajamientos, y
a Eusko Alkatarsuna, otra formación moderada que cosecha
un 7-8 por ciento de los votos.
Del lado de enfrente están el Partido Socialista Obrero
Español (PSOE) con un 23 por ciento de los votos, y el
conservador Partido Popular, que en las últimas elecciones
generales cosechó un 28 por ciento de los votos vascos.
Vale decir que hay dos grandes mayorías vascas, cada una
de las cuales logra más o menos la mitad del electorado:
una quiere la independencia, la otra seguir con España.
Dentro de esta puja, la estrategia de la ETA es golpear predominantemente
contra blancos socialistas a fin de impedir que se reedite la
alianza entre socialistas y nacionalistas vascos previa a la tregua
que llevó a estos últimos a cambiar de socios y
a pactar con el independentismo radical los acuerdos independentistas
de Lizarra. La tregua fue rota por ETA el año pasado y
desde entonces yace bajo 12 tumbas causadas por sus atentados,
pero el liderazgo del PNV teme la disgregación de sus fuerzas
en caso de romper lanzas en forma decidida con el nacionalismo
radical: por eso su jefe, Xavier Arzalluz, deplora ante cada acto
de violencia la pérdida de vidas, pero siempre se detiene
un punto antes de condenar a sus ejecutores.
En marzo de este año, el gobierno conservador de Aznar
logró mayoría absoluta parlamentaria, privándolo
de la necesidad de alianzas con el PNV. Eso terminó de
desatar la polarización que hoy la ETA espolea.
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