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Una apuesta para ampliar los nuevos límites del tango

El conjunto La Chicana, liderado por Acho Estol y Dolores Solá, aportó su interesante y novedosa concepción tanguera en el segundo recital del ciclo gratuito �Los viernes música�.

Por Roque Casciero

t.gif (862 bytes)  El segundo y flamante disco de La Chicana se llama Un giro extraño, igual que uno de los tangos compuestos por el guitarrista Acho Estol. El título resulta más que adecuado, porque es realmente un giro extraño el que ha tomado la música del grupo: aunque mantiene esa actitud más cercana a Sumo que a “Grandes valores del tango”, sus influencias ya no están centradas sólo en los años iniciales del dos por cuatro, sino que se han ampliado con folklore argentino y sudamericano, algo que ya habían esbozado en su CD debut. “Queremos abrir los límites del tango, siguiendo el ejemplo de Gardel, que cantaba lo que le gustaba”, fue la explicación que dio la cantante Dolores Solá durante la segunda fecha de “Los viernes, música”. Este ciclo organizado por Página/12 y Buenos Aires Música (programa de promoción cultural de la Secretaría de Cultura porteña) continuará esta semana con Patio de Tango y la siguiente con el guitarrista Juanjo Domínguez. Todos los shows son transmitidos en vivo a través de Internet en la página de este diario (/), donde luego quedan archivados para ser revividos por los navegantes.

Ejemplos de la amplitud de criterios de los jóvenes músicos de La Chicana fueron el folk-pop no del todo logrado de “La foto del escarabajo”, la chacarera lisérgica “Lucho en el suelo con diamantes” y la impecable versión aporteñada de “Frank’s wild years” (de Tom Waits, rebautizada “Los años de joda de Aníbal”). Pero lo cierto es que se mueven con mayor fluidez y solvencia cuando los ritmos son el vals, la milonga, el candombe y el tango. Como en un viaje nocturno por barrios peligrosos, las composiciones de Estol recurren al lenguaje callejero (“No será que en tu delirio paranoico-suficiente/te asusta que otro demente se le anime a tu querer”, “Estereotípico linyera camina chanfleado”). Las postales de la realidad –del 30 y del 2000 también– continúan en los temas ajenos que elige La Chicana: “Oro y plata”, “Ella se fue”, “San Pedro y San Pablo” y “El ciruja”. Y la interpretación de Solá generalmente tiene el clima que precisa cada canción, con una voz que suena afilada en los tonos más agudos, y rasposa cuando asume los graves.
El grupo eligió presentar catorce de los diecisiete temas que componen su nuevo álbum, pero como no han sido bien fogueados en vivo y su público todavía no los conoce, el concierto tardó en remontar cierta frialdad inicial. Con el empeño de los músicos –que privilegian la polenta del conjunto por sobre el virtuosismo individual– y la interesante presencia del invitado Ariel Prat en un par de milongas y candombes, el final ganó en intensidad. Y con “La patota”, un tema del primer disco (titulado Ayer hoy era mañana), La Chicana completó su paseo urbano. Por una urbe que sigue siendo, según su visión, tanguera y rea.

 

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