Por
Susana Viau
El lunes ll lo habló por primera vez con el líder de
su partido, Domingo Cavallo. Cavallo le pidió que esperara unos
días para resolver. El sábado volvieron a conversarlo. Ayer
por la mañana, Guillermo Francos, jefe del bloque de diputados
de Acción por la República y el dirigente más significativo
del cavallismo después del propio ex ministro de Economía,
se dirigió al despacho de Rafael Pascual y presentó la renuncia
a la banca. Los motivos estaban claros: la falta de decisiones sobre los
supuestos sobornos en el Senado; las sospechas sobre el juez que los investiga;
la presunción de que lo mismo ocurrió entre los legisladores
al debatirse la sanción de la ley de patentes. No quiero
participar con mi presencia dice Francos en su dimisión
de semejante siniestro institucional y político.
¿Cuándo resolvió su renuncia a la banca?
Empecé a reflexionar sobre la posibilidad que tienen las
instituciones para autodepurarse y lo que dejo es una institución
que tiene un nivel de cuestionamiento social enorme.
¿Qué acontecimientos la precipitaron?
El hecho de los sobornos en el Senado es grave y debió haber
tenido una respuesta institucional inmediata. Sin embargo, ocurrió
hace un mes y no hemos avanzado nada. No creo que la depuración
consista en que los senadores cuestionados empiecen a portarse bien o
se apuren para aprobar leyes, o se diga una frase vacía como que
se investigará hasta las últimas consecuencias. Un país
que tiene salud institucional toma medidas serias.
Estoy en la comisión acusadora de los jueces Guillermo Tiscornia
y Norberto Oyarbide. Esta comisión tiene que expresarse ante el
Senado y, la verdad, no me sentiría cómodo yendo a plantear
cosas ante un organismo que tiene el mismo nivel de corrupción.
Me sentí obligado a plantear una actitud de protesta. Sentí
que no alcanza con ir al recinto a decirlo. Y no entiendo cómo
los senadores sospechados siguen aferrados a sus bancas.
En su renuncia usted alude a los sobornos en torno a la ley de patentes.
Es que no termina de cerrar un escándalo y se reabre el de
un diputado que contó en tono de confidencias a un grupo de personas
hechos de enorme gravedad. También eso tiene que tener respuesta.
El sistema no puede seguir de este modo. ¿Cómo hago para
votar de buena fe una ley si sospecho que corre dinero para que esa ley
se sancione?
¿Por qué una renuncia solitaria?
Como les dije a mis compañeros y al propio Cavallo, esto
es absolutamente personal. Cuando uno se plantea que esto hay que sanearlo,
aparece la pregunta de si se hace desde dentro o desde fuera. Recurro
a la renuncia porque creo que es la forma más fuerte de un acto
de protesta militante. Lo pensé, porque una banca se pelea mucho,
pero llegué a la conclusión de que hoy y se lo dije
a Cavallo, ante una crisis de esta magnitud, no tenía otro
camino, porque los he intentado todos. Si no lo hiciera me quedaría
aprisionado dentro del propio sistema político. Lo que está
claro es que no lo hago para ser funcionario de (Carlos) Ruckauf, como
han dicho por allí. No voy a ser ministro de nadie, no voy a integrar
ningún gobierno ni planeo postularme en las próximas elecciones.
No sé si lo haré en el futuro. Por ahora no lo estoy pensando.
¿Qué le contestó Cavallo?
Con Cavallo tenemos una relación muy fuerte, de modo que
yo sé que aunque tenga diferencias en las formas, comparte lo que
siento, como mi partido comparte mi visión de la realidad. Si estoy
con Cavallo no es por su capacidad técnica. Me siento parte de
una fuerza estructurada en ese ejemplo. El líder de mi partido
rompió en su momento con el sistema político.
Su partido no ha tenido un gran protagonismo en este proceso.
Hemos planteado este problema con las posibilidades que tenemos.
Lo hice incluso yo mismo cuando se debatió la cuestión de
los fueros y dije que estaba avergonzado de tener que abocarme a ese tipo
de polémica, pero nolo recogió ningún medio. Es lo
que ocurre cuando la atención se concentra en dos grandes partidos.
¿Cuántos diputados han renunciado a sus bancas en
señal de protesta?
No lo sé. Pero tampoco creo que las crisis que ha vivido
la Argentina tengan relación con ésta. Antes, cuando pasaba
algo así, aparecía como alternativa la ruptura institucional.
Hoy ese fantasma no existe y puede haber respuestas dentro de la democracia.
Hay que prestar mucha atención a lo de Perú y a lo de Venezuela.
Nuestra dirigencia tiene posibilidades de plantear una reformulación
de la política argentina. Lo que está claro es que no renuncio
para ser funcionario de Ruckauf ni estoy pensando en ser ministro de nadie,
como dicen por allí, en integrar ningún gobierno ni en volver
a proponerme para una función de representación en las próximas
elecciones.
¿Cómo ve la actitud del Gobierno?
Mal. Tengo la impresión de que el Gobierno no fue capaz de
tomar el toro por las astas y demostrarle al pueblo su voluntad de depurar
un sistema sospechado. Si dejan crecer la versión de que hay confrontación
entre el presidente y el vice lo que transmiten es que no saben cómo
acomodarse a una situación de esta complejidad.
¿Y la del vicepresidente Carlos Alvarez?
Respeto mucho la actuación de Alvarez. Respeto cómo
lo planteó, jugando muy al filo de la estabilidad institucional,
pero sabiendo que conspira más contra esa misma estabilidad que
esto no se aclare. Creo que la postura de Chacho es trascendente, no es
un tema menor.
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