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�¿Cómo hago para votar de buena fe si sospecho que corre dinero?�

Guillermo Francos, presidente del bloque cavallista de la Cámara de Diputados, renunció a su banca. Después dijo a Página/12 que no lo hizo para ser ministro de Ruckauf, y que su actitud es �personal�.

Por Susana Viau

t.gif (862 bytes)  El lunes ll lo habló por primera vez con el líder de su partido, Domingo Cavallo. Cavallo le pidió que esperara unos días para resolver. El sábado volvieron a conversarlo. Ayer por la mañana, Guillermo Francos, jefe del bloque de diputados de Acción por la República y el dirigente más significativo del cavallismo después del propio ex ministro de Economía, se dirigió al despacho de Rafael Pascual y presentó la renuncia a la banca. Los motivos estaban claros: la falta de decisiones sobre los supuestos sobornos en el Senado; las sospechas sobre el juez que los investiga; la presunción de que lo mismo ocurrió entre los legisladores al debatirse la sanción de la ley de patentes. “No quiero participar con mi presencia –dice Francos en su dimisión– de semejante siniestro institucional y político.”
–¿Cuándo resolvió su renuncia a la banca?
–Empecé a reflexionar sobre la posibilidad que tienen las instituciones para autodepurarse y lo que dejo es una institución que tiene un nivel de cuestionamiento social enorme.
–¿Qué acontecimientos la precipitaron?
–El hecho de los sobornos en el Senado es grave y debió haber tenido una respuesta institucional inmediata. Sin embargo, ocurrió hace un mes y no hemos avanzado nada. No creo que la depuración consista en que los senadores cuestionados empiecen a portarse bien o se apuren para aprobar leyes, o se diga una frase vacía como que se investigará hasta las últimas consecuencias. Un país que tiene salud institucional toma medidas serias.
Estoy en la comisión acusadora de los jueces Guillermo Tiscornia y Norberto Oyarbide. Esta comisión tiene que expresarse ante el Senado y, la verdad, no me sentiría cómodo yendo a plantear cosas ante un organismo que tiene el mismo nivel de corrupción. Me sentí obligado a plantear una actitud de protesta. Sentí que no alcanza con ir al recinto a decirlo. Y no entiendo cómo los senadores sospechados siguen aferrados a sus bancas.
–En su renuncia usted alude a los sobornos en torno a la ley de patentes.
–Es que no termina de cerrar un escándalo y se reabre el de un diputado que contó en tono de confidencias a un grupo de personas hechos de enorme gravedad. También eso tiene que tener respuesta. El sistema no puede seguir de este modo. ¿Cómo hago para votar de buena fe una ley si sospecho que corre dinero para que esa ley se sancione?
–¿Por qué una renuncia solitaria?
–Como les dije a mis compañeros y al propio Cavallo, esto es absolutamente personal. Cuando uno se plantea que esto hay que sanearlo, aparece la pregunta de si se hace desde dentro o desde fuera. Recurro a la renuncia porque creo que es la forma más fuerte de un acto de protesta militante. Lo pensé, porque una banca se pelea mucho, pero llegué a la conclusión de que hoy –y se lo dije a Cavallo–, ante una crisis de esta magnitud, no tenía otro camino, porque los he intentado todos. Si no lo hiciera me quedaría aprisionado dentro del propio sistema político. Lo que está claro es que no lo hago para ser funcionario de (Carlos) Ruckauf, como han dicho por allí. No voy a ser ministro de nadie, no voy a integrar ningún gobierno ni planeo postularme en las próximas elecciones. No sé si lo haré en el futuro. Por ahora no lo estoy pensando.
–¿Qué le contestó Cavallo?
–Con Cavallo tenemos una relación muy fuerte, de modo que yo sé que aunque tenga diferencias en las formas, comparte lo que siento, como mi partido comparte mi visión de la realidad. Si estoy con Cavallo no es por su capacidad técnica. Me siento parte de una fuerza estructurada en ese ejemplo. El líder de mi partido rompió en su momento con el sistema político.
–Su partido no ha tenido un gran protagonismo en este proceso.
–Hemos planteado este problema con las posibilidades que tenemos. Lo hice incluso yo mismo cuando se debatió la cuestión de los fueros y dije que estaba avergonzado de tener que abocarme a ese tipo de polémica, pero nolo recogió ningún medio. Es lo que ocurre cuando la atención se concentra en dos grandes partidos.
–¿Cuántos diputados han renunciado a sus bancas en señal de protesta?
–No lo sé. Pero tampoco creo que las crisis que ha vivido la Argentina tengan relación con ésta. Antes, cuando pasaba algo así, aparecía como alternativa la ruptura institucional. Hoy ese fantasma no existe y puede haber respuestas dentro de la democracia. Hay que prestar mucha atención a lo de Perú y a lo de Venezuela. Nuestra dirigencia tiene posibilidades de plantear una reformulación de la política argentina. Lo que está claro es que no renuncio para ser funcionario de Ruckauf ni estoy pensando en ser ministro de nadie, como dicen por allí, en integrar ningún gobierno ni en volver a proponerme para una función de representación en las próximas elecciones.
–¿Cómo ve la actitud del Gobierno?
–Mal. Tengo la impresión de que el Gobierno no fue capaz de tomar el toro por las astas y demostrarle al pueblo su voluntad de depurar un sistema sospechado. Si dejan crecer la versión de que hay confrontación entre el presidente y el vice lo que transmiten es que no saben cómo acomodarse a una situación de esta complejidad.
–¿Y la del vicepresidente Carlos Alvarez?
–Respeto mucho la actuación de Alvarez. Respeto cómo lo planteó, jugando muy al filo de la estabilidad institucional, pero sabiendo que conspira más contra esa misma estabilidad que esto no se aclare. Creo que la postura de Chacho es trascendente, no es un tema menor.

 

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