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El misterio de los explosivos en tres lugares y a la misma hora

 

Uno apareció en La Plata y dos, en Quilmes. Y estaban listos para estallar. En un caso fue colocado en un edificio de viviendas.

t.gif (862 bytes)  Tres artefactos explosivos fueron descubiertos ayer, listos para estallar: uno en un edificio de 13 pisos en La Plata; otro en la sucursal del Correo Argentino de Bernal, y un tercero en oficinas de Telefónica Argentina, en Quilmes. Existe una serie de coincidencias entre los tres hallazgos: eran bombas de tipo casero, semejantes entre sí por su tamaño, dispositivo y explosivo utilizados. Según los expertos consultados por este diario, la fabricación de los tres artefactos, considerados de bajo poder explosivo, exige ciertos conocimientos en la materia. Pero las coincidencias no terminan ahí: dos de las bombas fueron halladas a las 8 de la mañana y la tercera, dos horas después. Ninguna estalló por fallas en su dispositivo. Y en ningún caso hubo quién se adjudicara el hecho. Por el momento, no hay ninguna pista y las investigaciones se llevan en tres juzgados diferentes.

A las 8.10, una vecina del edificio ubicado en el 537 de la calle 56, entre 5 y 6, en pleno centro de La Plata, llamó a la seccional 9ª para informar que había recibido una llamada anónima dando cuenta de la colocación de una bomba, sin especificar a quién estaba dirigida. Inmediatamente partió hacia el lugar una comisión de la Brigada de Explosivos. Después de desalojar el edificio de 13 pisos, y todos los aledaños, los expertos iniciaron su rastrillaje. Poco después, el artefacto fue hallado dentro de un macetero, sobre la entrada de la construcción, oculto entre unas plantas. A un costado del edificio, unas oficinas ahora desocupadas fueron utilizadas hace un tiempo por la empresa Camuzzi Gas Pampeana. En los otros dos casos, también los artefactos fueron colocados frente a empresas de servicios: Correo y Telefónica.

La bomba se encontraba dentro de una bolsa plástica que ocultaba en su interior un caño de metal galvanizado, con sus extremos cerrados por tapas a rosca. Llevaba una carga de pólvora, de alrededor de 300 gramos, sin munición. Un mecanismo inalámbrico activaba el detonador, conectado a una lámpara cuyos filamentos se encontraban unidos por un cable.

Entre los habitantes del edificio había sólo desorientación. Nadie supo a quién estaba dirigida la bomba. “Que yo sepa, acá no vive ningún funcionario de gobierno, nadie que tenga actividad pública”, deslizó una vecina. Tampoco las autoridades lograron determinar el objetivo. El caso fue tomado inicialmente por el fiscal platense, Mariano Lazarte, pero luego fue derivado a la Justicia federal por tratarse de un explosivo.

Los expertos colocaron el artefacto dentro de un camión de la Brigada que lo trasladó hasta un descampado en las afueras de la ciudad, sobre diagonal 74 y arroyo El Gato, en la localidad de Ensenada. Allí lo hicieron detonar.

Mientras ocurría esto, a las 8.15, un vecino alertaba a la comisaría 9ª de Quilmes sobre la existencia de un bulto “sospechoso” colocado contra la pared externa de la sucursal Quilmes Oeste del Correo Argentino, ubicada en Lisandro de la Torre y 12 de Octubre. La bomba era semejante a la hallada en La Plata: “Un aparato con tres pilas unidas a una lámpara con sus filamentos unidos provocaría un cortocircuito –explicó una fuente judicial–. La chispa encendería una mecha que en su otro extremo tenía un petardo. Llevaba pólvora como explosivo, sin municiones”. El artefacto fue desarmado. “No era difícil. Se le cortaron los cables. Dentro de lo casero –agregó la fuente–, estaba bastante bien hecho. Los materiales se consiguen en cualquier ferretería, pero después hay que saber qué hacer con ellos”.

La mañana no había concluido aún. A las 10.30, los Bomberos de Bernal recibieron un llamado: “Hay un objeto raro”, señaló el denunciante. El lugar, Avellaneda, entre Belgrano y 25 de Mayo, a una cuadra del centro de Bernal. El objeto, en realidad una bolsa plástica, había sido colocado en la parte externa de un edificio de Telefónica Argentina. Curiosamente, era igual al hallado en el Correo y el edificio platense. Fue fácilmente desactivado. Hacia el final del día, aún no existían pistas sobre la autoría ni a quién estaban dirigidos los fallidos atentados.

 

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