Por Mónica Maristain
Desde México D.F.
El director mexicano Alejandro Springall sorprendió al mundo del cine latinoamericano cuando, en el Sundance Festival de 1999 se llevó el premio a la mejor película por su comedia dramática Santitos. En su exitoso debut en la dirección �aunque en su historial goza de prestigio en producción de cine y TV� el novel realizador empezaba así a jugar de lleno en las grandes ligas. El film, además, contaba con la producción ejecutiva de John Sayles, reconocido director y productor estadounidense, que tiene bolsones de culto en medio planeta. Santitos obtuvo el Premio de la crítica en el Festival de Cannes, por lo que su estreno porteño, mañana, es algo más que un dato de color de una cartelera cada vez más variada.
Santitos describe la odisea de Esperanza Díaz (Dolores Heredia), una madre cuya vida se convierte en un dramón a partir de la pérdida de su única hija. Con una pátina irónica, Springall ahonda en el alma de esta viuda, que portando santos por todos lados sigue el dictado que desde su cocina le llega de un santo popular. En esa búsqueda espiritual va a Veracruz y pasa por Tijuana hasta llegar a Los Angeles. Ella busca desesperadamente una señal y termina encontrándose a sí misma y con su propio deseo. El guión corrió por cuenta de la mexicana María Amparo Escandón. El elenco, encabezado por la bellísima actriz mexicana �radicada en Italia� Dolores Heredia (premiada en el Festival de Cartagena y en el de Amiens como mejor actriz), se completa con figuras como Demián Bichir, Alberto Estrella �visto en Principio y fin, de Ripstein�, Luis Felipe Tovar �El callejón de los milagros� y con la participación especial de Roberto Cobo, recordado por Los olvidados de Luis Buñuel y El lugar sín límites de Ripstein. En una entrevista con Página/12, este director de 33 años explicó así el proceso que desembocó en su éxito:
�¿Cómo surgió la idea de filmar Santitos?
�Leí el texto de María Amparo en el taller de guionistas del Sundance Institute. La idea surgió a partir de un cuento corto: ella quería hacer una novela y para entrenarse con los diálogos comenzó a escribir un primer tratamiento. En cuanto lo leí le manifesté mis deseos de filmarlo. Nos caímos bien, nos hicimos amigos y comenzamos a trabajar. La intención fue no invadirnos. Ni yo soy escritor, ni ella es cineasta. Empezamos el guión en octubre de 1994 y lo terminamos en septiembre de 1996. Luego María empezó a escribir su novela y yo me dediqué a filmar. Incluso la invité al rodaje para que conociera a los actores y viera los diseños. Así, la novela y la película se hicieron al mismo tiempo. La diferencia es que una novela gana por puntos y una película por nocaut.
�Santitos se inscribe dentro del melodrama mexicano, pero con una vuelta de tuerca...
�Como género, Santitos es un esperpento, como de Valle Inclán. Sin embargo, rescata la blancura, la pureza y la iconografía del cine mexicano de la época de oro, de los años 40 y 50. En ese sentido, está más cerca del melodrama clásico mexicano que otro género. La película es congruente con la premisa de la cual parte para mí el cine mexicano: todas las mujeres son putas excepto mi madre que es una santa.
�¿Cómo fue encontrando el tono del film?
�Encontrar el justo equilibrio entre la tragedia y la comedia fue el mayor dolor de cabeza. Los tonos del film son variados. Gracias a esa diversidad, Esperanza se vuelve como Alicia en el país de las maravillas..
�¿Cuál fue el mayor obstáculo como director novel?
�Lo más difícil fue escoger a la actriz. Esperanza era el sostén de toda la película. La hice deambular por prostíbulos sin que se volviera prostituta ni perdiese la inocencia. Este aspecto me preocupaba. Cualquier actriz no da el tipo justo. A Dolores su físico la ayuda. Es delicada y fina. Tiene una ductilidad natural para los cambios, sin dejar de ser ella misma.
De la TV a la gran pantalla
A pesar de que Santitos es su debut como director, Springall tiene un currículum abultado. Estudió licenciatura dramática en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en 1988 se graduó en Cinematografía en London Film School, de Inglaterra. En Londres trabajó en producción para la Channel Four y la BBC en tres documentales sobre el narcotráfico en Colombia: The Law of the Jungle, El espectador y Behind the Cocaine War, dirigidos por Patricia Castaño y Adelaida Trujillo. En 1991 regresó a México y produjo Cronos (Guillermo del Toro, 1992), que obtuvo el Premio de la Crítica en el Festival de Cannes. Inmediatamente produjo Dollar Mambo (Paul Leduc, 1993). Desde 1993 hasta el �95 Springall fue productor en la Universidad de Guadalajara. El resultante de este período fue la popular serie de televisión �En Guadalajara fue...� (1994), distinguida tres veces con el primer premio en la Bienal Latinoamericana de Video, y �Jalisco: Tiempo de decisiones�, que dirigió y produjo. Ese mismo año participó en la coproducción internacional Someone Else�s America (Goran Paskaljevich, 1994). En 1995 produjo De tripas corazón (Antonio Urrutia, 1995), nominada al Oscar en 1997. Además colaboró con John Sayles en los diálogos de su película Hombres armados, protagonizada por Federico Luppi. |
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