Por Fernando D�Addario
A la manera de aquellas cantatas populares con que la música supo sincronizar con la militancia setentista, Hamlet Lima Quintana escribió, Oscar Cardozo Ocampo musicalizó y Jairo le puso su voz al proyecto Diario de un regreso. El hecho de que el verdadero protagonista del CD sea el Che Guevara, viajando desde su tumba en Bolivia hasta los brazos abiertos del pueblo cubano, refuerza el carácter épico del emprendimiento, más allá de sus atributos artísticos: canciones hilvanadas según un concepto amplio, abarcador de diversos ritmos folklóricos latinoamericanos, que traducen musicalmente el hipotético itinerario del Che. Y si bien es cierto que los poemas de Hamlet transmiten emoción y que la composición y los arreglos de Cardozo Ocampo se mueven con fluidez a través de chacareras, tangos, bagualas, huaynos, rumbas y guajiras, es Jairo el que debe cargar con la responsabilidad de ser el mismísimo Che resucitado, un desafío evidentemente perturbador.
�Cuando nos presentamos en Cuba estrenando esta obra, la emoción nos desbordó�, cuenta el cantante en una entrevista con Página/12. �Estuvimos en la Plaza del Che en Santa Clara... imagínense lo que fue para mí cantar allí en primera persona. Estaba el mausoleo del Che, después el escenario y más allá el público. Yo aparecí de atrás de todo y para la gente fue muy fuerte, porque se escuchaba mi voz y al principio casi no me veían. Para ellos en ese momento yo era como el Che saliendo de la tumba. También estuvimos en el Teatro Nacional de La Habana, frente a la Plaza de la Revolución. No sé, era como estar haciendo Jesucristo Superstar en Jerusalén.�
�Usted cantó obras de Borges, con Piazzolla, a Yupanqui, está preparando canciones de Schumann. Lo único que le faltaba era ser la voz al Che...
�Y me costó más trabajo que lo habitual. Uno tiene tendencia a acomodarse en ciertos moldes en los que se mueve tranquilo, quizás por negligencia. Y esta obra me obligó a exigirme. Me pasaba algo así cuando Piazzolla me traía una canción para que yo la cantara. Se ponía a tocarla en el piano y yo le decía: �Astor, esto es muy difícil�. Y el me decía: �¿Vos no sos cantante? Bueno, entonces, cantá...�.
�¿Fue cambiando, con los años, su mirada sobre el Che?
�Cuando tenía 18 años trabajaba como ilustrador. Me acuerdo de que el día que murió, instantáneamente me puse a dibujarlo, a pintarlo. Estuve días haciéndolo. Y mire lo que son las cosas, hace poco, en ocasión de la muerte de un amigo mío, me enteré de que ese cuadro todavía existe, lo tiene una amiga de la adolescencia. Hace treinta años y hoy el Che sigue ejerciendo sobre mí una gran fascinación.
�¿El espíritu remite más al viejo imaginario colectivo respecto del Che, o es compatible con su imagen actual, más vinculada a la identificación rockero-futbolera?
�Me parece que ambas concepciones son compatibles y saludables. Y este disco las contiene. No es descabellada la idea del Che como estandarte en las canchas. Tampoco es inocente, porque existe un mercantilismo alrededor de su figura, que lleva a que se vea quién tiene la camiseta más linda del Che. Pero creo que este disco puede contemplar tanto a los que lo conocieron y lo quisieron, como a los que lo tienen como una bandera a seguir. Siempre fue un personaje que atrajo más allá de la política. Cuando conocí a mi mujer, ella estaba totalmente enamorada de él...
�Es curioso cómo su figura fascina también a personas como usted, que tiene ideas políticas más moderadas que el Che.
�En lo ideológico no estoy muy alejado. Quizás en la metodología, pero no sé, en determinadas circunstancias. Soy cristiano, y Jesucristo echó a patadas a los mercaderes...
�Usted está identificado con el radicalismo. ¿Está conforme con la marcha del país?
�Estoy bastante decepcionado. No tanto por estos escandaletes del Senado, en los que veo cierto tufillo desestabilizador, sino porque realmente esperaba cambios más �radicales�, en el sentido literal de la palabra. Todo es muy tibio y en las cosas fundamentales, más allá de la metodología, estamos viviendo más de lo mismo. No tengo contacto con ellos. La única vez que me acerqué a De la Rúa fue cuando se inauguró la Feria del Libro. Allí le entregué una carta en la que le pedía que Argentina no votara en contra de Cuba en la OEA. De todos modos, sigo esperando un gobierno más progresista, pero me acuerdo de que durante el menemato, cuando interpretaba a Yupanqui, era muy fuerte cantar eso de �Trabajo, quiero trabajo�. Hoy, lamentablemente, tengo que seguir cantándolo.
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