Primavera nacionalista
Por Sergio Kiernan
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Si hay que creerle a Alejandro Biondini, se viene una �ola nacionalsocialista�. Después de casi una década de un bajísimo perfil, producto de pasar una temporada en Devoto y de darse por enterado de que no podía seguir predicando la discriminación, el líder neonazi Biondini ayer volvió a hablar en público. El suyo fue un mensaje apocalíptico y agresivo: se viene un �diluvio� en un país �sin autoridad, mal gobernado por un incapaz irresoluto,� �al borde de la guerra civil�, copado por sus enemigos extranjeros, que se salvará sólo porque �a partir de hoy comienza una primavera nacionalista, se pone en marcha el levantamiento, la construcción del cuarto estado argentino, el estado nacionalsocialista, que asombrará al mundo�.
El acto era para lanzar la candidatura Biondini 2003 y para anunciar que su Partido Nuevo Triunfo vuelve a las andadas. La sede original del encuentro era una muy poco conocida Asociación Patriótica Española, que tiene un antiguo y magnífico edificio en la calle Bernardo de Irigoyen. Pero el miércoles se canceló el contrato y los neonazis tuvieron que mudarse. Consiguieron, reservando a nombre de una ignota Asociación Cultural de Occidente, el salón del acto del hotel Castelar, y armaron una cadena de taxis para llevar a los asistentes a la nueva cita. No hicieron falta muchos: unas sesenta personas, casi todos hombres, esperaron a �Kalki�, como llaman a su líder, en el salón de arañas clásicas, decorado con banderas.
El acto trató de disimular la vocación de violencia que tiene el PNT, que tienen los nazis. Pero los rituales, que a esta pequeña secta le resultan esenciales, la revelaban: demasiada ropa militar, demasiados militantes de camisa parda, corbata y pantalón negros, brazalete con el �Crislam�, una svástica mocha. Tres grandotes, con paso militar, entraron portando tres estandartes cuadrados, idénticos a los que usaba Hitler, dedicados a tres �mártires� del partido, entre ellos Luis Alberto Vera, que murió en 1988 por enfrentarse a la policía con una granada de mano.
Tampoco apareció explícitamente el virulento antisemitismo que, hasta que la ley antidiscriminatoria le cayó encima a Biondini, era típico de sus discursos y publicaciones. La mención fue elíptica y dedicada al �cenáculo de delincuentes internacionales� del Centro Simon Wiesenthal, la organización judía que pidió que el ministerio del Interior hiciera una vigilancia preventiva del acto, y �a ese sujeto con odio fanático,� su representante local, Sergio Widder.
Los estandartes, el himno, las adhesiones, los discursos de Biondini y su invitado de honor, el neonazi chileno Alexis López Tapia, fueron saludados con el brazo en alto, frente al ojo indiferente de Crónica TV, que transmitió en vivo la primera mitad del acto. Los saludos nazis no merecieron ningún comentario del canal, apenas un cartelito que decía �acto nacionalista: habla Biondini�, como si fuera lo más normal darle media hora de cámara en vivo.
Esas cámaras mostraron a Biondini diciendo que �estamos aquí. Ni el Centro Wiesenthal, ni el Inadi, ni el sionismo internacional han podido impedir que hoy estemos aquí. Porque a partir de esta primavera, camaradas, muchas cosas van a cambiar en este país. Este es el comienzo de la primavera nacionalista, que lo escuche este gobierno al servicio de los Wiesenthal, que lo escuche el embajador de Israel que ha venido interviniendo en nuestros asuntos internos: a partir de este momento el nacionalismo argentino se va a poner de pie a lo largo y a lo ancho de la patria, y ninguna organización extranjera se lo va a llevar por delante.�
Los enemigos de Biondini responden a la típica imaginería nazi. Siempre atacan �por la espalda� y hacen cosas curiosas como �clavarnos las uñas�. Son arteros, miserables y extranjeros. Son tan poderosos que han llevado al país al borde de su disolución, lo que el �nacionalismo� prueba leyendo párrafos del Plan Andinia, la versión argentina de los Protocolos de losSabios de Sión: cuando el Ejército tenga combustible para dos días, esa será la hora en que los extranjeros se apoderen de la Patagonia argentina. Biondini no dio el dato de cuánta nafta le queda al general Brinzoni, pero todos entendieron.
�Nos subestiman�, fue una frase repetida anoche, que despertaba caras de ferocidad en los militantes presentes y especialmente en una señora ya madura que bufaba de indignación. �El PNT anuncia que comienza a trabajarse en nuestro país por el triunfo del cuarto estado, nacionalsocialista. No nos vamos a detener hasta ver nuestras gloriosas banderas flameando sobre la Casa de Gobierno�. Esta promesa difícilmente se cumpla, pero la que preocupa es la que no fue tan explícita: después de nueve años volvieron a la acción. Y ya se sabe qué significa eso.
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