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EL BANCO MUNDIAL DICE QUE NO ESTA
GARANTIZADA LA ESTABILIDAD SOCIAL EN ARGENTINA 
�Los pobres tienen que elevar su voz�

En un discurso más parecido al de los manifestantes de la rebelión de Praga, el titular del Banco Mundial, James Wolfensohn, advirtió sobre los peligros para la estabilidad de la desigual distribución de los ingresos.

James Wolfensohn, del BM. La Asamblea del FMI y del BM estará sitiada por los rebeldes de Praga.


t.gif (862 bytes) Sin desconocer que sus palabras repercuten en todo el mundo, no dudó al responder a los periodistas que lo bombardearon a preguntas ayer en Praga. Así como tampoco dudó al hablar de la situación de Argentina: �La pobreza en los países de desarrollo medio en América latina, como es el caso de Argentina, es un tema que tiene menos que ver con el crecimiento que con la distribución de la riqueza. La distribución de la riqueza va en la dirección equivocada para lograr una mayor equidad�, afirmó. Y agregó, en tono de advertencia, de nuevo refiriéndose a la región en general y a Argentina en particular: �Las diferencias entre ricos y pobres son demasiado grandes como para garantizar la estabilidad social�. James Wolfensohn, presidente del Banco Mundial, sorprendió con un discurso más cercano a las consignas de los manifestantes antiglobalización �que, poco a poco, van invadiendo las calles de la capital checa� que a la élite de funcionarios y burócratas de organismos internacionales que se pasean por el centro de convenciones de la ciudad, donde se lleva a cabo la Asamblea anual conjunta del Fondo Monetario y del Banco Mundial. 
Los últimos datos del Indec sobre pobreza, anticipados por este diario hace dos semanas, revelan un nuevo salto entre octubre pasado y mayo de este año (ver aparte), llegando hoy a niveles record en el área metropolitana, donde se realizan mediciones periódicas. Más aún, en los últimos años, el crecimiento casi interrumpido de la pobreza, aun durante períodos de expansión de la economía, como en la etapa �96/�98, ha sido asociado por los expertos a un problema más que nada de ingresos: en un contexto de alta desocupación, al margen de que la economía crezca o se contraiga, los ingresos de los sectores bajos mantienen su tendencia descendente. Por lo tanto, tampoco ha dejado de ensancharse la brecha de bienestar entre ricos y pobres.
Definir este diagnóstico es importante, porque de ahí se siguen importantes lecciones para los �hacedores de política�. La principal es que no se pueden esperar reducciones notorias de la pobreza sólo apostando al crecimiento económico. O de otro modo: los niveles récord de pobreza sólo empezarán a ceder una vez que se encare una política redistributiva de ingresos (ya sea a través de la política tributaria o la de gasto público), que acompañe al crecimiento. 
El reconocimiento por parte de James Wolfensohn de esta realidad no puede ser menos que bienvenido. En especial, porque dentro del propio Banco Mundial se había librado una batalla política e intelectual sobre el tema. Como contó este diario hace más de dos meses, el economista indio Ravi Kanbur, un experto en pobreza que estaba a cargo del Informe sobre el Desarrollo Mundial del año 2000, difundido ayer, renunció a su cargo en la entidad en desacuerdo con las posturas que defendía el establishment del BM al encarar el problema de la pobreza en el mundo. Curiosamente, la tesis de Kanbur era que había que prestar atención a la desigualdad en la distribución del ingresos si se quería atacar la pobreza, en lugar de poner énfasis exclusivamente en el crecimiento, como hacía el staff tanto del Fondo Monetario como del Banco Mundial. Denunció que en muchas oportunidades las políticas sugeridas por los organismos internacionales a los países subdesarrollados (privatizaciones, apertura comercial indiscriminada, ajuste fiscal cuidando de no promover impuestos al capital) eran parte del problema antes que una solución al mismo.
Que Wolfensohn haya defendido esta idea ayer tal vez responda a un interés de corto plazo antes que a un verdadero cambio de actitud. En los últimos años, las interna entre el FMI y el Banco Mundial se ha profundizado, y este último organismo ha tratado de mostrarse mucho más cercano y permeable a los reclamos sociales que el primero. Tanto es así que, en los últimos tiempos, el BM empezó a realizar rondas de consultas con diversas ONGs y fuerzas sociales de los países a los que presta en un intento por cambiar la imagen típica de los organismos con sede en Washington, que imponen sus recetas al margen de la realidad política de los países periféricos. Además, se dice que Wolfensohn nunca condenó el desplante de su ex economista jefe, Joseph Stiglitz, que abandonó el BM y su lugar privilegiado en la burocracia de Washington, denunciando los groseros errores del Fondo Monetario Internacional al enfrentar las crisis financieras en los países emergentes, empezando por la asiática. Hoy, esa denuncia de Stiglitz, hecha pública en la revista New Republic, es material de consulta obligado en todas las páginas de Internet de las ONGs que llegaron hasta Praga para protestar contra lo que se denomina el �Consenso de Washington�, y pedir la abolición del FMI y del Banco Mundial. 
Wolfensohn habló como si estuviera, incómodo, en una barricada, en lugar de ser el titular, hace ya más de cinco años, de un organismo internacional que, además de ser el principal prestamista del mundo, ha sido promotor a ultranza de las políticas de mercado que hoy prevalecen en casi todo el mundo emergente. Dijo lo siguiente: �En Latinoamérica y en Argentina, las diferencias entre ricos y pobres son demasiado grandes para como garantizar la estabilidad social. Sin estabilidad en el mundo en desarrollo, no tendremos un mundo en paz�. 
�Los pobres tienen que elevar su voz. El Banco no puede obligar a los gobiernos, es el pueblo el que debe hacerlo. La presión debe surgir desde adentro porque es la reacción del público la que genera los cambios.�
Calificó de �crimen� la reducción de la ayuda crediticia de los países industriales para asistir a los países pobres. �Las manifestaciones de las ONGs que protestan en Praga contra la Asamblea del FMI y del BM no son negativas�, aseguró. �Indican que hay una creciente conciencia sobre la necesidad de una mayor equidad y reducción de la pobreza dentro de la mundialización económica�, explicó.
�No nos levantamos cada mañana pensando cómo arruinar un país�, ironizó, cuando se le recordó que las propias recetas del BM eran responsables del aumento de la pobreza.

 

 

El juego de indicadores

La producción industrial de agosto, según datos preliminares, registró un incremento del 5,4 por ciento respecto a julio pasado y un retroceso del 0,7 por ciento si se la mide con igual mes del �99. Los datos son los mensualmente elaborados por las consultora privada FIEL, que con una muestra estadística más pequeña compite con los suministrados por el oficial INdEC. Con estos datos, �la variación acumulada de los primeros ocho meses de 2000 muestra un incremento del 4,4 por ciento� respecto a similar período del año anterior. En lo que respecta a la �tendencia de la demanda� para septiembre, FIEL destacó que el 46 por ciento de los empresarios tiene expectativas �desalentadoras�, contra un 51 por ciento que considera que la evolución será �estable�.

Ranking del Banco Mundial

El World Development Report 2000 difundido por el Banco Mundial contiene el tradicional ranking de países según producto per cápita. En esa tabla de posiciones Argentina figura, con un ingreso de 8030 dólares anuales por persona, lejos del selecto pelotón de los primeros 10 puestos al que prometía llevarla el ex presidente Menem. Por su nivel de ingreso per cápita, Argentina se ubica dentro de los llamados países de ingreso medio alto (en promedio, más de 5 mil dólares por año). Como este indicador nada dice sobre cómo está distribuida la riqueza, se da la paradoja que en Argentina existan regiones como la Capital, con ingresos similares a los de países del primer mundo, con otras, como Chaco y Formosa, con estándares de los países más pobres. Por eso, el propio BM afirma en el documento que �Argentina es un país relativamente rico�, pero que �relativamente tiene un alto nivel de pobreza�.

La delgada línea roja

Los últimos datos del INdEC sobre pobreza en Capital y Gran Buenos Aires, anticipados en el suplemento económico Cash del 10 de septiembre pasado, indican un fuerte aumento entre mayo último y octubre del �99. En ese período, unas 400 mil personas en la región cayeron bajo la denominada línea de pobreza, trazada por la capacidad de compra de una canasta de bienes y servicios valuada en 154 pesos mensuales por adulto del hogar. Así, alrededor de 3,7 millones de personas viven hoy bajo la línea de pobreza en el área metropolitana, es decir, el 31 por ciento de la población del GBA. También aumentó la cantidad de personas bajo la línea de indigencia, determinada por una canasta exclusivamente de alimentos valuada en 65 pesos por adulto del hogar. De este modo, en Capital y conurbano hay más de 900 mil personas viviendo en la indigencia, unas 100 mil más que en octubre del año pasado. El INdEC sólo mide, dos veces al año �en mayo y octubre� la pobreza en el área metropolitana. Pero diversos estudios para todo el país �entre ellos uno del Banco Mundial que se volvió famoso� indican que la pobreza a nivel nacional alcanza al 37 por ciento de la población. Según los expertos, la gran cantidad de gente que cayó en la pobreza en la última medición, que abarca los primeros seis meses de gestión del gobierno de la Alianza, se debió a la persistente caída en los ingresos familiares.

 

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