Por Pablo Plotkin
Dieciocho años después de aquella carta de presentación titulada Larga vida al rock�n�roll �una declaración de principios a la vez que una expresión de deseo�, el grupo español Barón Rojo sigue librando su batalla de titán en medio de una escena que olvidó hace tiempo esa clase de consignas de identidad rockera. Cuando visitaron Buenos Aires por primera vez (16 años atrás tocaron en Obras), los madrileños iban camino de convertirse en una de las bandas más importantes de la historia del heavy metal hispanoparlante. La influencia que alcanzaron en América latina sigue vigente hasta hoy: es imposible hablar de ellos sin mencionar la palabra �legendario� (Attaque 77, por ejemplo, grabó una versión reggae del clásico �Resistiré� en su último álbum, Radio Insomnio). Los hermanos Carlos y Armando De Castro son los líderes y únicos miembros originales en la actual formación. Su segunda visita a la Argentina los encuentra como cabeza de cartel de un festival que se concretará hoy y mañana en Cemento, el Metal Rock Festival IV, precedidos por un puñado de grupos locales.
�A esta altura, ¿qué cosas los inspiran al escribir canciones?
Carlos: A veces es difícil, porque hay temas que están muy usados. El tiempo, la política, son cuestiones remanidas dentro del rock. Cualquier cosa que se te ocurra está muy manipulada. Por eso decidimos enfocar desde cosas más cercanas. La televisión española �una comedura de cerebro de concursos y cosas absurdas� y la prensa del corazón están perfectamente a tiro para que uno les dedique una canción.
Armando: De todos modos, si examinas las dos últimas canciones del grupo publicadas en el álbum Cueste lo que cueste, hay cierta variedad. �Cueste lo que cueste�, por ejemplo, es un tema de reafirmación rockera, una defensa frente a todos los que nos quieren atacar.
�Parece una continuación de �Larga vida al rock and roll�.
C.: Sí, poder llegar a hacer Cueste lo que cueste significa que tuvimos una larga vida dentro del rock and roll. Y es una respuesta a cierto movimiento dentro de la prensa de rock que nos quería jubilar. Nos acusaban de cortarles el paso a los nuevos grupos, cosa que el tiempo ha refutado por completo.
�¿A qué generación pertenece el público que los sigue hoy?
C.: Obviamente, hay una parte de los primeros tiempos que ya no nos sigue. En esto se da un hecho generacional: la gente cambia, se casa, tiene niños y se aparta del rock. Entonces queda algo de personal residual de aquella época, pero mayormente es gente más joven.
�¿Y qué lugar ocupan en la escena española?
A.: Es muy difícil ubicar a Barón Rojo en algún sitio del mapa actual, pero creo que se sabe que ha sido la banda más grande de España.
C.: Somos una banda muy veterana. Veinte años en la escena es una longevidad musical muy difícil de alcanzar. Obviamente que hay grupos más populares en este momento, pero nosotros estamos ahí. A veces muy a nuestro pesar: nos ponen de cabeza de cartel en los festivales, tenemos que cerrar, y a nosotros ya no nos gusta tocar tarde.
�¿Qué diferencias notará el público argentino?
C.: Hombre, a lo largo de los años la banda ha cambiado la base rítmica. La base aquella se dedica a otro tipo de actividades musicales. En lo que se refiere al sonido, nadie va a añorar nada.
�¿Se imaginan tocando otra cosa que no sea rock duro?
C.: Yo particularmente no.
A.: A mí me gustaría tocar música clásica, si supiera. Creo que la música clásica y el heavy metal, en el fondo, tienen muchísimo que ver.
C.: Sí, pero en cuanto a Barón Rojo, seguiremos tocando rock and roll. Resistiremos hasta el final, como dice alguna canción.
Surgieron
de un casting
Les Luthiers suplentes
El grupo Les Luthiers sumó dos �suplentes� a su formación, por primera vez en 33 años de trayectoria. Después de un casting de 60 candidatos, los elegidos fueron Horacio �Tato� Turano y Gustavo López Manzitti. Turano, de 46 años, es cantante, pianista, saxofonista, compositor y miembro fundador de los grupos 4 y 4 y La Boedo Express. López Manzitti, de 39, tenor lírico y actor. El grupo (Marcos Mundstock, Daniel Rabinovich, Carlos López Puccio, Carlos Núñez Cortés y Jorge Maronna) aclaró que la novedad no tiene que ver con achicamientos o deserciones sino con el armado de una estructura capaz de salvar imprevistos. El grupo, que exhibe Todo por que rías en el Teatro Coliseo, debió recurrir de urgencia en 1977 a Horacio Fontova para que en el marco de una gira por España tomara el lugar de Rabinovich, que había sufrido un infarto.
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