Por Marcelo Justo
Desde Londres
Una siamesa tiene que morir para que la otra sobreviva. En un caso que conmueve a Inglaterra, la Corte de Apelaciones de Londres dictaminó que se debe separar a las siamesas, aunque los padres se oponen y la operación condenará a la más débil a la muerte. �Es una decisión insoportable, y que no tiene precedentes. Si tomamos este curso de acción, es porque al menos sabemos que así salvamos la vida de una. Si no permitiéramos la operación, condenaríamos a las dos a la muerte�, indicó en el fallo el presidente de la Corte, el juez Lord Allan Ward. Los padres podrían apelar ante la máxima instancia de la Justicia británica, la Cámara de los Lores e incluso llevar el caso ante la Corte Europea de Derechos Humanos. Mientras tanto, para las siamesas el tiempo corre aceleradamente: una prolongada postergación de la intervención quirúrgica puede significar el fin de ambas.
Las siameses, conocidas con el nombre ficticio de Jodie y Marie, nacieron el pasado 8 de agosto en el hospital Saint Mary de Manchester y están ligadas por el bajo abdomen. Marie, la más débil, depende enteramente de su hermana para ejercer las funciones respiratoria y cardíaca, por lo que la separación provocaría su muerte instantánea. Jodie, en cambio, es una beba despierta y activa, que se chupa el dedo y que gracias a la operación podría tener una vida relativamente normal, �quizás caminando sin ayuda, y yendo a la escuela, quizás hasta teniendo hijos�, según los informes médicos. Los padres, profundamente católicos, provienen de la isla mediterránea de Gozo, vecina a Malta, donde no existe la estructura sanitaria necesaria para operaciones y partos de esta complejidad.
La batalla legal comenzó cuando, después del alumbramiento, los médicos del Saint Mary llegaron a la conclusión de que la operación era la única posibilidad de que al menos una de las dos sobreviviera. Según los médicos, el esfuerzo orgánico que Marie le impone a Jodie, cuyo torrente sanguíneo debe mantener a ambas con vida, terminaría por matarla. El dilema de los padres es igualmente infernal: decidir la muerte de una para que la otra sobreviva, o condenarlas a ambas. Enfrentados a esta disyuntiva, los padres se opusieron a la intervención quirúrgica, señalando que no era la �voluntad de Dios�. El pasado 25 de agosto, la Alta Corte de Justicia de Londres falló de manera unánime a favor del Hospital Saint Mary. Los padres apelaron y el caso empezó a debatirse acaloradamente en los medios nacionales.
En la apelación, los tres jueces lores aceptaron que la Iglesia Católica, mediante el arzobispo de Westminster, Cormac Murphy-O�Connor, presentara sus argumentos a favor de los padres. Como era de esperar, la Iglesia Anglicana y los grupos pro-vida formaron un frente común con la Iglesia Católica, pero la polémica no se limitó a una dicotomía de reaccionarios versus progresistas. Un editorial del centroizquierdista The Independent se inclinó por la posición eclesiástica, aunque no por las mismas razones. El editorial planteaba tres argumentos para resolver el dilema ético: el utilitarista (mejor salvar a una que a ninguna), el del derecho a la vida (argumento religioso) y el derecho de los padres (a decidir por sus hijos). Según el matutino, �el caso nunca debió dirimirse en la Corte sino que debió ser decidido por los padres�. Otros comentaristas indicaron que, aun en estas circunstancias extremas, autorizar una operación que va a resultar en la muerte de un paciente es el primer paso para la legalización de la eutanasia.
En sus dictámenes, los tres jueces lores confesaron en un lenguaje inusual en estas Cortes de las �noches insomnes� y el �dolor desgarrante� que pasaron ante el �acuciante dilema� que debían resolver. El juez que presidía la Corte, Lord Allan Ward, señaló que Marie estaba �diseñada paramorir� y que vivía de �prestado�. Los tres jueces que entendieron en la causa son religiosos practicantes. Poco antes de conocerse el fallo, Lord Ward dio otro paso inusual en la Justicia británica: concedió una entrevista a la BBC. Sin revelar el contenido del fallo, señaló que �fue horriblemente difícil� y temió la recepción que tendría en Gran Bretaña. �Seguro que el 50 por ciento de la población estará de acuerdo y la otra mitad pensará que nos volvimos locos�, dijo Ward. Por su parte, el abogado de oficio de la familia, Laurence Oates, reconoció que �éste es un caso único en términos legales y éticos� y anunció que estudiará el fallo "detenidamente" para decidir si apela.
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