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MO GREENE Y MARION JONES, DUEÑOS DE LOS 100 METROS
Los bípedos más rápidos

Los norteamericanos dominaron con comodidad las pruebas que reinan en los Juegos Olímpicos, confirmando la superioridad estadounidense en la materia. A la que no le fue tan bien fue a Alejandra García, que ni siquiera logró acercarse a sus marcas de clasificación en garrocha. Anoche, Carlos Espínola iniciaba la última etapa de su camino a una medalla.

El podio de los 100 metros masculinos: Boldon, Greene y Thompson. 

Maurice Greene cruza la meta de los 100 metros llanos masculinos, marcando 9s87.


Por Eduardo Febbro
Desde Sydney 

t.gif (862 bytes) Los humanos más rápidos del mundo son norteamericanos: el estadounidense Maurice Greene y su compatriota Marion Jones ganaron con aplastante comodidad las dos finales míticas del atletismo, los 100 metros femeninos y masculinos. Asépticas, sin suspenso, las dos finales fueron una copia de sí mismas, de los anuncios tantas veces escuchados y de las reiteradas imágenes de la televisión que, a lo largo de los Juegos, mostraron a los dos atletas como los �invencibles� de la distancia. 
El único momento de incertidumbre deportiva lo ofreció la misma Jones cuando, tras dos largadas fallidas, el nerviosismo y la duda parecieron apoderarse de ella. Pero cuando sonó la señal, la norteamericana salió como una bala para correr los cien metros con el mejor tiempo de su temporada, 10s75. Jones le sacó más de dos metros de ventaja a la medalla de plata, la griega Ekaterini Thanou, que marcó 11s12. 
La victoria de Jones y la inesperada medalla de bronce de la jamaiquina Tanya Lawrence cerraron para siempre las puertas del atletismo a la otra gran campeona de Jamaica, Marlene Ottey. A sus más de 40 años, Ottey corrió en Sydney en busca de una medalla de oro que nunca pudo obtener. 
Marion Jones, en cambio, ganó ayer la primera de las cinco que sueña con llevarse de Sydney: además de los 100 metros se propuso ganar los títulos en los 200 metros, en salto en largo, en 4x100 y en 4x200. 
Maurice Greene tampoco tuvo que esforzarse demasiado. En 9s87, o sea a dos centésimas de la marca mundial, Greene derrotó al otro aspirante a la corona de los 100 metros, el trinitense Ato Boldon, que corrió con un cronómetro de 9s99. La medalla de bronce fue para el atleta de Barbados Obadele Thompson, que señaló 10s04. 
Greene, al igual que Marion Jones, dejó escapar unas cuantas lágrimas después de la llegada pero, según explicó en la conferencia de prensa, �ahora estas lágrimas son de alegría. En Atlanta 1996 estaba en las tribunas y lloré de tristeza. Ahora es al revés�. Simpático, abierto, hablador y accesible, Greene es un perfecto producto de la cultura deportiva de Estados Unidos. �Para ser número uno hay que entrenar como si fueras el dos. Siento que estoy cerca de la cima, pero no he llegado aún�, dijo. �Ser campeón olímpico es mejor, mejor de lo que esperaba. Quisiera poder compartir esas sensaciones con ustedes, pero no puedo�, remató el atleta de 26 años.
La dominación estadounidense en este terreno es apabullante. Ni Jones ni Greene han encontrado adversarios a su altura en estas disciplinas, y tampoco son los únicos. El norteamericano Michael Johnson ofreció una demostración sin precedentes en una de las series de clasificación para la final de los 400 metros. Johnson demostró que su apodo, �la locomotora de Waco�, no es simplemente una imagen. A 60 metros de la llegada, la diferencia entre él y el resto del pelotón era tal que Johnson empezó literalmente a correr cámara lenta para que los demás corredores no cruzaran la línea tan rezagados. 
El estadio olímpico de Sydney vio marcar el primer record en su recinto en la disciplina de lanzamiento de jabalina. Con un marca olímpica de 90, 17 metros, el checo Jan Zelezny ganó ayer su tercera medalla de oro consecutiva. Zelezny pasó a formar parte del selecto club en el que están Charles Lewis con tres títulos de oro en longitud, y el lanzador de disco Al Oerte, con cuatro. 
Hablando de lanzamientos, al que no le fue tan bien fue al argentino Marcelo Pugliese. Para alcanzar la final del disco, el argentino tenía que lanzar por lo menos 62 metros. Pero su disco cayó a los 56,30 metros y quedó eliminado.

 

 

Espínola se jugaba el oro

Si al viento no se le ocurre soplar en contra, el windsurfista Carlos Espinola ganará hoy la, hasta ahora, única medalla argentina de estos Juegos Olímpicos. Hasta sus adversarios reconocen que va a ser muy difícil �sacarle el oro al Espínola�. 
Espínola no es el único windsurfista argentino con posibilidad de medalla. Serena Amato estaba tercera en la categoría Europa tras la sexta regata, en la que terminó segunda. La quíntuple campeona argentina, de 26 años, ya había logrado el diploma olímpico de la especialidad en Atlanta 1996. Quedan cinco regatas para el final de la prueba y Amato está a nueve puntos de la líder, la inglesa Shirley Robertson.

 

 

OTRA MEDALLA DE ORO PARA INGE DE BRUIJN EN EL CIERRE
Si hay que nadar, ganan los holandeses

Por E.F.
Desde Sydney

Durante las pruebas atléticas, el otro centro de atención fue la piscina. El último día de la natación no podía ser distinto a los demás, es decir, terminar sin records y sin una victoria holandesa. La nadadora Inge de Bruijn puso su sello final al ganar su tercera medalla de oro en estos Juegos, la de 50 metros estilo libre. 
A lo largo de 8 días de natación se quebraron 8 records mundiales, unos cuantos olímpicos: la danza la inició el australiano Ian Thorpe, que se llevó un total de tres medallas de oro y una de plata más dos marcas mundiales. En los 50 y cien metros libres y los 100 mariposa Inge de Bruijn impuso cronómetros mundiales, al tiempo que su compatriota Pieter van den Hoogenband, además de derrotar a Thorpe en los 200 metros, ganó los 100 y los 200 metros libres con sendos records del mundo. 
América latina brilló con persistente pobreza en la natación olímpica: apenas tres medallas de bronce, dos para la costarricense Claudia Poll y una para el equipo brasileño de relevos 4x100. Ayer, el ciclo del centro acuático se cerró con un nuevo record mundial en relevos 4x100 4 estilos conseguidos por los norteamericanos. 
En otra disciplina y con estilo diferente, el remero británico Steve Redgrave entró de lleno en la historia tras conseguir su quinta medalla de oro olímpica en la final de remo. Toda una hazaña a medias, empañada el sábado por las seis medallas de oro ganadas por China en un solo día y el otro record mundial marcado por Bulgaria: tres medallistas búlgaros en halterofilia dieron positivo en los análisis antidoping y volvieron a casa y sin medallas el mismo día. 
No fue el único. El remero letón Andris Reinholds, segundo en la final B de skiff, fue descalificado y expulsado por dar positivo en un control antidoping. Los análisis efectuados revelaron la existencia de esteroides anabolizantes en su organismo.
El doping de este atleta fue anunciado por el director general del COI, François Carrard, quien reveló que hasta el momento se han efectuado en Sydney cerca de 1700 controles: 361 análisis de orina fuera de competición, 1073 en competición y 260 controles de eritropoyetina (EPO).

 

 
Una japonesa en maratón

La japonesa Naoko Takahashi, de 28 años, se consagró campeona olímpica de maratón con un tiempo de dos horas, 23 minutos y 14 segundos, marcando de esta forma un nuevo record olímpico. La medalla de plata, en tanto, fue para la rumana Lidia Simon, que registró 2h23m22s, y la de bronce quedó en poder de la keniana Joyce Chepchumba, con 2h24m45s.
Takahashi, quien había ganado este año el maratón de Nagoya (Japón) con un tiempo de 2h22m19s �mejor marca mundial�, fue la campeona de Asia en 1998 con el mejor registro conseguido por una mujer en un maratón exclusivamente femenino: 2h21m47s.
La mejor latinoamericana ubicada fue la mexicana Adriana Fernández Miranda, que marcó 2h30m51s. La ecuatoriana Martha Tenorio se clasificó 25ª, mientras que dos puestos atrás entró la chilena Erika Olivera.

 

 

LE FUE IMPOSIBLE SALTAR 4,25 METROS
García no consiguió despegar

Los rostros alegres y felices de Jones y Greene contrastaban con la profunda pena de Alejandra García, que fracasó en su intento de clasificarse en la disciplina de salto con garrocha. García, cuya mejor marca es de 4,42 metros, no pudo superar un salto de 4,25 metros y quedó eliminada tempranamente del torneo. 
García pudo saltar 4,15 metros, rozando la varilla con los muslos, pero cuando la varilla subió a los 4,25 metros �cinco centímetros menos de lo exigido para la final� la barrera fue infranqueable. El objetivo declarado de la atleta, de clasificar primero para luego tratar de lograr los 4,40 metros se había derrumbado.
�Me sentía bien, no estaba nerviosa pero técnicamente las cosas no me salieron. Voy a seguir trabajando para los próximos Juegos, habrá que esperar cuatro años más�, aceptó la atleta con los ojos cargados de una inusual tristeza. Especialmente porque sabía que los 4,30 metros mínimos de la final ya los había saltado en siete oportunidades, tres de ellas mientras se preparaba aquí en Sydney. Así quedó novena en el grupo �A� de clasificación (de allí entraron siete de las 12 finalistas), y compartió con la francesa Marie Poissonnier el 18º puesto en la general.
Adentro pueden seguir si el resultado ayuda la selección de hockey femenino, que hoy juega contra Holanda, y la de voleibol masculino. Argentina perdió frente a Yugoslavia por tres sets a uno y ahora deberá esperar el partido contra Rusia para saber si se le abre el camino de los cuartos de final. Como lo recordaban los jugadores, los yugoslavos �no son cualquier cosa. Se trata de uno de los mejores equipos del mundo y la Argentina le jugó de igual a igual�. En voleibol, tras dos victoria y dos derrotas en su grupo la Argentina juega ahora por el derecho a la medalla y todo error se paga en oro, plata o bronce. 
Afuera del torneo quedaron los jugadores de hockey masculino, que perdieron 2-1 ante Australia. Jorge Lombi, el goleador del certamen olímpico con 7 tantos, abrió la cuenta para la Argentina, pero Australia dominó durante todo el partido.
Los locales empataron mediante su décimo córner corto, cuando Sproule desvió la bocha y anotó el 1-1, realizando una jugada que cargaron por el sector derecho de la defensa del conjunto que dirige Jorge Ruiz. Michael Brenann, a ocho minutos del final del encuentro, repitió la jugada de corto del primer gol �otra vez por la derecha argentina, aunque esta vez definió por arriba del arquero� y sacó la ventaja final para el local. Hoy, contra España, buscarán su primera victoria en el torneo. 
Uno que sí puede entrar por la senda de las medallas es el tenista Mariano Zabaleta, que ya jugó dos excelentes partidos descalificando a Marcelo Ríos y a Jeff Tarango. Su rival de este domingo, el bielorruso Max Mirnyi, parece muy inferior a sus rivales precedentes. 

 

 

opinion
Por Diego Bonadeo

Guantes negros y tres tiras

Sobrevivientes sus ancestros de la �conquista del oeste�, que sanguinariamente encarnara entre otros el petulante John Wayne, Jim Thorpe, indio norteamericano, ganó la medalla dorada del decatlón en los Juegos Olímpicos de Estocolmo en 1912. Tiempo después pasó a jugar al fútbol norteamericano profesionalmente, por lo que se lo obligó a devolver título y premio, por aquella hipocresía que durante años institucionalizó el juramento olímpico, de acuerdo con el cual quien intervenía en los Juegos, aceptaba nunca antes ni nunca después participar en ninguna actividad deportiva rentada. Y como corresponde a la cultura de la hipocresía, honores, títulos y medallas le fueron devueltos a Thorpe posmortem.
Qué pasó con el fundacional �espíritu olímpico�, probablemente forme parte de otra discusión. Algunos dirán que fue mancillado, otros que fue aggiornado. La cuestión es que durante años y durante la Guerra Fría que cada cuatro años llevó a las competencias deportivas el supuesto conflicto �este-oeste� �jamás los que mandan insinuaron siquiera la posibilidad de que hubiera una colisión �norte-sur�� los �becarios� norteamericanos y los �amateurs de Estado� de los países socialistas, peleaban medalleros desde sus condiciones de profesionales embozados, como si se tratara de profundas discusiones de política internacional. Pero la sponsorización tanto de los Juegos, como de los atletas, blanqueó y sinceró esta historia de subterfugios.
No solamente la pelea por engrosar billeteras o por logros mediáticos entre las grandes potencias acompañó la creciente universalización de los Juegos desde el consumo televisivo de cada vez más miles de millones de interesados en todo el mundo. También la utilización de la TV para los mensajes ideológicos de los menos fuertes y de las mayorías silenciadas fue propicia para quienes desde el deporte de alto rendimiento pretendían un reconocimiento no sólo circunscripto a lo deportivo.
Quizá los dos casos más paradigmáticos de los unos y los otros, se hayan dado cuando, desde el podio de los 200 metros llanos en los Juegos de México en 1968, el orgullo negro de los ganadores norteamericanos �el primero Tommy Smith y el tercero John Carlos� exhibieron sus medallas dorada y de bronce, pero también su �black power� con guantes negros en sus puños en alto, mientras que cuatro años después, en Munich, Mark Spitz colgaba sus siete medallas de natación junto a un par de zapatillas Adidas para la foto de merchandising que dio la vuelta al mundo.

 

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