Por
Laura Vales
El represor Jorge Olivera será denunciado mañana ante la
Justicia italiana por la adulteración de la partida de defunción
de la joven Marie Anne Erize. El fraude con el que Olivera obtuvo su libertad
y evitó ser extraditado a Francia será planteado judicialmente
ante el fiscal general de la Corte de Apelaciones de Roma por Laura Bonaparte,
de Madres Línea Fundadora, y Angela Boitano, de la Asociación
de Familiares Italianos Desaparecidos en la Argentina. Los representantes
de los organismos de derechos humanos que impulsan la querella esperan
en estas horas que el gobierno argentino les envíe la documentación
relativa al engaño cometido por el represor y sus socios.
El viernes, la encargada de negocios argentina en Roma, María Isabel
Rendón, recibió de Bonaparte y Boitano un pedido formal
para obtener estos documentos. Anoche fuentes del Gobierno de la Ciudad
anticiparon a Página/12 que todos los papeles que hay en su área
serán enviados. Específicamente, podemos mandarles
el informe del registro civil que dice que no existe ninguna partida de
defunción de Marie Anne Erize y los elementos de los que se desprende
la falsificación, señaló el funcionario consultado.
Aunque sin una opinión unánime sobre el tema, algunos de
los juristas italianos que trabajan en la presentación creen que,
de probarse el fraude procesal, Italia podría llegar a pedir la
extradición de Olivera al gobierno argentino.
Tal como publicó este diario, de la documentación aportada
por el registro civil porteño se desprende que los abogados del
represor adulteraron rellenando casilleros vacíos y armando
un collage con sellos de los ministerios del Interior y de Relaciones
Exteriores una solicitud de la partida de defunción de la
joven francoargentina. El papel original que los gestores pidieron al
gobierno porteño no establece ni la fecha ni el lugar de la muerte
de Anne Marie Erize. Pero en el que presentó la defensa de Olivera
se inventó una fecha de fallecimiento la del 11 de noviembre
de 1976 y se agregó a San Juan como el lugar donde ocurrió.
En base a esa fecha, el tribunal de Roma integrado por los jueces María
Luisa Carnevale, Serenella Siriaco y Massimo Michelozzi consideró
la causa prescrita, dejó en libertad al represor y negó
la extradición reclamada por Francia.
La adulteración fue denunciada la semana pasada tanto por el gobierno
nacional como por el porteño y este último se prepara a
iniciar una causa penal en la Argentina contra los letrados de Olivera.
Con este objetivo Aníbal Ibarra, quien hoy inicia una gira a China,
decidió hacer en su viaje de regreso una escala en Roma para tener
una audiencia con el tribunal que dispuso la liberación del militar
y obtener una copia certificada de la documentación que presentaron
sus abogados.
En Italia se espera que este jueves, a pedido de un grupo de diputados,
el ministro de Justicia, Piero Fassino, concurra al Parlamento para dar
las explicaciones del caso. Al pedido de interpelación que presentó
el legislador verde Giorgio Gardiol se sumarán en estos
días idénticos reclamos de sus pares. El gobierno italiano
ya habría reclamado al argentino toda la información disponible
sobre la falsificación cometida. La Justicia francesa no interrumpirá
el proceso abierto contra Olivera y lo juzgará en au- sencia.
El militar estuvo detenido 42 días en la prisión de Regina
Coeli a la espera de su extradición a Francia. Fue detenido el
6 de agosto pasado en el aeropuerto romano de Fiumicino por orden del
juez francés Roger Le Loire, ante quien debía responder
por el secuestro y las torturas sufridas por Erize.
Marie Anne desapareció en la ciudad de San Juan el 15 de octubre
de 1976. Numerosos testigos declararon que fue secuestrada por un grupo
detareas en el que se encontraba Olivera. Contra el militar, quien terminada
la dictadura se transformó en militante carapintada y fue hasta
interventor del Modín en Misiones, no hay abierta en la Argentina
ninguna causa judicial. Regresó al país el miércoles
pasado y en los últimos días, desde que el fraude tomó
difusión pública, decidió no dejarse ver ni volver
a abrir la boca.
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