Por
Juan Castro
Si pudieras hacer un clon de Jorge Guinzburg, ¿qué
cosas le cambiarías?
Lo haría más tolerante. Suelo ser efervescente y me
enojo y me arrepiento. Cuando me enojo tengo razón, pero es tal
el grado de enojo que le quita la razón.
¿Qué cosas te sacan?
Muchas, desde las más estúpidas y chiquitas hasta
cosas grandes. Soy desproporcionado en los enojos.
Por ejemplo: tener que ir tres veces a un negocio y que no tengan
la talla de tu traje que ya te lo habías ido a medir tres veces,
¿te saca?
A lo mejor empezaría a tirar todos los trajes del negocio
como lo hice en su momento. Me decían: sí, vení
a medirte, y llegaba y no estaba hecho. En un momento pensé
que me estaban tomando por pelotudo y empecé a tirar todos los
trajes que veía. Castelo y Becerra miraban con los ojos azorados
porque no podían creer tal manto de furia de un enano. (Muchas
risas.)
¿Te paró alguien?
Nadie se animó, porque debo haber estado... y éste
es un tema de familia (de abuelo, padre y tío). Se me ponen los
ojos absolutamente rojos y debo paralizar por la furia. La gente debe
pensar que soy un asesino serial desatado.
Si viene de familia, ¿qué pasa cuando tus hijos se
enojan con vos?
Una diferencia a favor mío respecto de mi viejo es que yo
les pido perdón a mis hijos. Yo sé pedir perdón.
Mi viejo nunca me pidió perdón y me hubiera encantado.
¿En algún momento caminando por la calle y mirando
a alguien pidiendo no te pusiste a pensar que, más allá
del esfuerzo y el trabajo, hay una lotería que te tocó a
vos y otra al otro?
De chico vivía en un pueblo (Capilla del Monte, Córdoba),
en donde pasaba que a veces se regalaban los chicos cuando la familia
no podía alimentarlos. A casa venía el que hacía
el reparto del vino, porque era una hostería, y el tipo no podía
tener hijos, entonces le decía a mi papá que me regale.
El tipo le decía: si usted tiene dos. Yo debía
ser un pibe que lo enternecía, andá a saber. Entonces cuando
yo me portaba mal, la parte sádica era que mi viejo me decía
al final voy a terminar regalándote. Muchas veces pensé,
como fantasía, mas allá de que yo sabía que mi viejo
no me iba a regalar, qué hubiera pasado si en lugar de educarme
la familia que me educó, me educaba el que hacía el reparto
del vino.
¿Y qué fantaseabas?
Estaba convencido de que algunos de los problemas que puedo tener,
o de las cosas que tengo no tendría y otras sí. No es que
la gente simple es más feliz, a lo sumo tiene el mismo grado de
infelicidad por cosas más simples.
¿En qué cosas creés?
Por empezar, en Dios y hacia abajo en mi familia, en mis amigos
y en la gente en general también.
¿En qué no creés?
Detesto los dobles discursos... los detesto. En nuestro medio está
lleno de aquellos que por ejemplo critican a Chiche Gelblung por el desnudo
de Graciela Alfano y para certificar lo que dicen pasan las imágenes.
Si los criticás, no pases las imágenes.
No creés en los hipócritas.
No, en absoluto.
¿Viste cosas que te hicieron dudar en tu creencia en Dios
a lo largo de tu vida?
Yo imagino que el dios de cada uno debe tener ligeros matices. El
es una parte del mundo. Lo dotó de árboles, por ejemplo,
y si viene alguien y los corta y después hay desastres naturales,
la culpa no la tiene Dios, pobrecito, la culpa la tienen los imbéciles
que se suicidan sin darse cuenta por qué están destruyendo
un planeta en el que viven.
Alguna vez leí en un reportaje que llegan a ser presidente
en la Argentina aquellos que uno invitaría a comer un asado.
¡¡Absolutamente!!
¿Te pasó con Alfonsín o con Menem?
¡Y con Perón también!
¿A De la Rúa lo invitarías a comer un asado?
Sí, lo invitaría a comer un asado sobre todo ahora
que es presidente.
¿Qué cosas te motivan?
¿Para qué?
Para lo que quieras.
Y bueno, hay cosas distintas. Por ejemplo, la fotógrafa está
sacando unas fotos, está con la pancita al aire. Eso me motiva
para una cosa que no es lo mismo que si miro un papel en blanco y una
lapicera.
Los ombligos te motivan.
Los ombligos son muy lindos.
¿Qué cosas te motivan para levantarte a la mañana?
Dieciocho millones de cosas. Me da placer levantarme y siento que
estoy viviendo. Soy un afortunado porque no son muchos los que pueden
vivir bien de lo que les gusta. Algo hice para ser el afortunado. Además
me pelo el ojete tal cual un obrero portuario. Porque la verdad laburo
una cantidad de horas.
¿Te da la sensación de que la gente piensa que trabajás
sólo los viernes?
Sí. También quiero decir que hay muchos que se pelan
el tujes tanto como uno o más que uno y no tienen esa cuota de
tujes como para que les vaya bien. Yo no soy de los que cree que, si te
esforzás te va bien, hay mucha gente que se esfuerza y no le va
bien.
Te jodió mucho el tema del asma.
Sí, sí.
¿Sustos?
Sí... y momentos desagradables. La sensación más
fea que tuve en mi vida fue sentir que no podía respirar.
¿Con La Biblia y el Calefón encontraste
un proyecto televisivo para diez años por ejemplo?
Alguna vez Gustavo Yankelevich me dijo: Tenés programa
para 20 años. Yo tengo una cosa que tal vez no es profesional
en televisión y es que me aburro antes que la gente. Eso hace que
en los programas, aun en medio del éxito, les haga cambios. En
Peor es nada todas las semanas estrenaba un sketch. Hice como
200.
¿Extrañás la actuación?
Sí, a veces sí.
¿Qué te divertía de actuar?
Y... es disfrazarse, es la patente de jugar a ser nene y, además,
extraño encuentros de actuación. Extraño la química
con el Negrito Fontova. Me acuerdo de que el sketch de Super Mario
y Luigi era una diversión, es laburar con un hermano, entenderse
y divertirse y cagarse de risa. Eso lo extraño.
¿Encontraste en los medios dos hermanos: Fontova, el menor,
y Castelo el mayor?
Sí, los dos son mayores que yo, pero en mi actitud creo que
con el Negrito Fontova yo hago de hermano mayor severo y con Adolfo muchas
veces hago de hermano menor.
Vos sos auténtico. ¿Cómo conservás eso
cuando se prende la cámara, porque no es fácil?
Creo que parte de mi psicopatía es no tener conciencia de
cámara en muchos casos. Pero, a la vez, uno sabe que hay una cámara,
uno sabe que no está en el living de su casa aunque se divierta
como si así fuera.
En un momento se decía ¡Ah! Guinzburg sólo
hace programas que tengan que ver con el sexo. ¿Por qué
le molesta tanto a cierta gente que se hable de sexo?
Es muy loco eso. Creo que no molesta de la misma forma que se hable
de sexo a que se bromee de sexo. Y eso es lo loco, les molesta mucho menos
el sexo explícito que una broma sobre sexo. Lo que sí me
gustó siempre es jugar con esas cosas que no se animan a jugar.
Eso sí: si eso no se toca, me gusta tocarlo, si eso no se dice,
me gusta decirlo.
¿Estás más bueno con los invitados?
Creo que sí. Porque me divierte otra cosa. Me divierte el
encuentro, me divierte que se genere un hecho humorístico de cinco
y no gastar a alguien.
Es cierto la anécdota de que Sabina estaba fumando en un
estudio de América donde no se puede fumar y pidieron que se fuera
y vos dijiste si se va él porque está fumando, levanto
todo.
Sí, sí. Terminaba el programa ahí. Eso se lo
podés preguntar a Lucía Suárez, que fue quien vino
a decir este señor no puede fumar acá. Entonces
dije bueno, si por fumar él se tiene que ir, me voy yo, no
se hace más el programa y chau, a la mierda.
Y se quedó.
Se quedó, obvio.
Cuando va Rodrigo a La Biblia... y después tiene
el accidente, tanto el canal como vos tenían que decidir si se
ponía o no el programa al aire. ¿Cuál fue tu posición
frente al canal?
El canal estuvo muy bien. Cuando me enteré de la muerte de
Rodrigo, la llamé a la productora ejecutiva del programa y le dije
andá al canal y secuestrá el material porque
no quería una utilización. Después me llama Ulanovsky
y me dice ¿vas a pasar el programa?. Le digo ¿vos
qué harías?. Yo lo pasaría porque no
es que vos vas a pasar un programa que se hizo hace diez meses, es el
programa que tenés no tenía otro ¿por
qué no lo vas a pasar?. Me tomé unos días para
decidirlo y después pensé que cuando veo los programas del
Negro Olmedo siento que por un rato está vivo. Recupero lo mejor
del Negro, que fue la alegría que dio. Entonces dije: lo voy a
pasar. Tenía miedo de que a la gente le joda lo alegre que estaba
Rodrigo, que aceptara sólo lo morboso que se mostró en los
medios en esa semana y no aceptara la alegría de un tipo que murió.
Claro, se tenía que morir triste.
Pero afortunadamente la gente me lo agradeció.
¿Sos cabulero?
Vos sabes que sí (risitas).
Contame alguna.
Es raro porque no tengo las cábalas tradicionales. Por ejemplo
hoy me olvidé el teléfono en casa y me di cuenta a 5 cuadras
de casa y no volví. Yo no vuelvo. Entonces llegué a la oficina
e hice llamar a casa para que me traigan el teléfono.
¿Creés en los yetatores?
Sí. Creo en la energía negativa así como creo
que hay gente que tiene energía positiva. ¿Viste que a veces
estás con gente que te da vitalidad? Bueno, hay gente que te debe
tirar para atrás.
¿Si te nombro cinco?
No, no tengo problema. Pero en este ambiente, cuando querés
garcar a alguien, le hacés fama de mufa. Entonces hasta le quitás
posibilidades detrabajo, por eso no vale la pena nombrarlos. Porque digo,
puta que alguien por la fama de mufa pierda posibilidades de trabajo,
es sangriento.
¿Cuántos Martín Fierro tenés?
Siete creo.
¿Te falta alguno?
Sí. El de La Biblia y el Calefón.
¿Te jodió que no te nominaran este año?
Me extrañó que todos aquellos periodistas que me felicitaban
por el programa no hayan pensado en nominarme.
De las grandes figuras nacionales que tenemos, sólo Suar
y vos faltan para el Martín Fierro de Oro.
No, creo que falta más gente.
¿Quiénes por ejemplo?
¿Telenoche lo recibió?
Todavía no.
Yo creo que hace tres años que vengo imaginado que lo recibe
Telenoche.
Pregunta que te deben hacer todo el tiempo por la calle: ¿cuándo
vuelve El Ventilador a la radio?
Me encantaría que vuelva. Es el proyecto más antieconómico
que puedo llegar a encarar. Pero nos dimos gustos maravillosos. Y, además,
creo que es el ejemplo más claro de un equipo en donde nadie afanaba
micrófono ni sentía que se lo estaban afanando.
¿Es cierto que en El Ventilador un día
terminaste en calzoncillos en el estudio?
Sí.
¿Cómo fue?
Sabés que no me acuerdo cómo fue. Me acuerdo de que
termine así, pero no cómo.
¿Estaba tu hija trabajando en la producción?
Estaba mi hija trabajando en la producción (risitas).
¿Y qué te dice tu hija cuando te ve en calzoncillos
en el estudio?
Ya está acostumbrada.
Si uno habla de programas de culto de la radio, piensa en 9PM,
Radio Bangkok, Malas compañías y
El Ventilador.
Yo creo que algún otro, Modart en la Noche que
no tiene nada que ver, pero para mí en mi adolescencia fue un programa
importantísimo.
¿Lo escuchabas todas las noches?
Exactamente.
¿Y grababas temas para después?
Claro. Con un grabador de cinta abierta efectivamente. (Risotadas.)
Un Philips enorme que era una porquería así de grande (abre
los brazos).
Ahora en esa época que grababas los temas para bailar lento
aparte de grabar tenías que leer, porque era una época en
que se leía para levantarse minas.
Sí, sí. En distintas disciplinas. Se estudiaba grafología
para decir (toma un papel y hace que lee y dice) ahh... vos sos
muy intuitiva (risotadas).
Y entraban (risas).
Y después había cosas que no lo decía la grafología,
pero a cualquier mina que le digas vos necesitas protección,
siente que necesita sobre todo a los 15, 16 o 17 años (risas).
¿Cómo seducís aparte de hacerte el grafólogo?
Estoy retirado. Trato de seducir a la misma persona siempre. Uno
aprende más o menos cuáles son sus virtudes y no quiere
engrupir, trata en todo caso de que se noten.
Te saco de la veda voluntaria y te pongo una situación hipotética.
Viene un grupo de marcianos, la rapta a Andrea (su esposa) durante 24
horas y te dice que la única manera de rescatarla es que vos organices
una Gran Fiesta Gran. ¿Qué armás?
¿Fiesta de qué tipo?
De la que quieras.
Bien. ¿Andrea la ve a la fiesta? (Risas.)
No, Andrea no la ve y no se entera.
Y... por las dudas que las marcianas sean alcahuetas, armo una fiesta
con globos, guirnaldas y piñatas... muchas piñatas para
romper.
¿Qué programas de tele mirás?
Te diría que los programas que más me gustan son Vulnerables
y Fútbol de primera. Veo Todo por dos pesos.
Los lunes me da pena porque hay más de un programa que vería.
Me da mucha pena que no le vaya bien a Por ese Palpitar, sería
una pena que ese esfuerzo no se mantenga.
¿Qué tienen en común Woody Allen, los Hermanos
Marx y Jorge Corona?
Que son exponentes de humor, es lo primero que tiene en común.
Y los tres son queribles. Jorge Corona es uno de los tipos más
queribles que yo conozco. Soy muy amplio en el gusto humorístico.
Disfruto La Pistola Desnuda, disfruto a Woody Allen, disfruto a Jorge
Corona, a los Hermanos Marx, a Chaplin y a Buster Keaton. Me parece que
hay gente que dice: o elegís lo popular o elegís lo
intelectual; conmigo no es así. Soy bastante amplio.
¿Te vamos a tener sentado en la silla de director de cine
algún día?
No sé, creo que no. A lo sumo codirigiré alguna vez,
pero no creo que dirija. Disfruto otros aspectos.
¿Qué te pasa si un día salís a la calle
y no te reconoce nadie?
Te diría que, si no soy anónimo en un lugar que tenga
mar y no tenga invierno, es porque todavía necesito laburar.
¿Te ves en Miami retirado y escribiendo?
Sí, claro. No estaría todo el año en Miami,
huiría del invierno, no quisiera pasar el invierno, diría
Alsogaray. El otro día un amigo medio esotérico decía
que los asmáticos son la reencarnación de gente que murió
de frío. Yo no sé si es cierto, pero por lo que detesto
el frío me hace pensar que a lo mejor tienen razón.
¿Qué te falta?
La verdad, mantener lo que tengo.
POR
QUE JORGE GUINZBURG
Por
Juan Castro
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¡Queremos
más!
Hace
un par de años, si ibas como invitado a un programa de Jorge
Guinzburg y tenías un productor amigo entre su gente, te
decía: Guarda con Jorge, no quieras jugar al tenis
al aire, porque en cualquier momento te devuelve un smash y salís
de la cancha lesionado... Hoy ves una emisión de La
Biblia y el Calefón y, si bien no hay duda de que el
anfitrión es casi siempre uno de los más rápidos
de los 5 en pantalla, Guinzburg ahora juega al tenis con todos y
hasta les permite unos cuantos tantos a sus entrevistados, incluso
a la chica bonita con pocas luces que históricamente
va sentada a la izquierda del conductor. Guinzburg no necesita a
esta altura cerrar todos los chistes, pero como telespectador agradezco
tanto cuando lo hace... como cuando aparecen esos chispazos de maldad,
ironía y humor negro. En este momento verlo en acción
es ver a un señor que puede combinar lo mejor de la paleta
de colores que el humor ofrece y sabe en qué momento elegir
el rojo o el azul (estoy inspirado, tiembla Narovsky).
En algún momento tuvo que pelearla contra los censores-hipócritas-mal
dormidos que no soportaban los contenidos
de programas como Peor es nada e intentaron boicotear
la torta publicitaria del envío; hoy Guinzburg sigue
haciendo lo que quiere y ellos lo miran por TV (sabemos
que a los iluminados les gusta sufrir o se les traba el control
remoto).
Guinzburg es también un publicitario de tan buenas ideas
que Ramiro Agulla y Carlos Baccetti deberían pagarle hoy
por los derechos del slogan El sabor del encuentro,
idea original de Jorge cuando trabajaba bajo relación de
dependencia en una agencia de publicidad hace 20 años. Intuitivo,
creativo y multifunción, hablando con unos cuantos conocidos
en común antes de realizar la entrevista, me dijeron que
ellos sienten que Guinzburg está pegando la vuelta y que
se viene un período prolífico en: publicidad, televisión,
cine, gráfica, ficción, actuación y que puede
encararlos con la tranquilidad de los que no necesitan trabajar
para comer y con la pasión de los que necesitan crear para
vivir.
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