La salida de Vladimiro
Montesinos a Panamá y su solicitud de asilo allí son
el primer signo de intervención política norteamericana
directa en la crisis institucional de Perú. Panamá
es un protectorado norteamericano y el rechazo de anteayer por la
presidenta Mireya Moscoso al pedido de asilo realizado por Alberto
Fujimori para su jefe de inteligencia sólo puede haber reflejado
un temporario arrebato independentista de la primera mandataria,
rápidamente corregido por oportunas llamadas telefónicas
del Departamento de Estado y de la OEA, esa agencia panamericana
de Washington que está en el centro de la negociación
para desmontar el gótico castillo de poder que Fujimori y
Montesinos construyeron en Perú en el curso de los últimos
10 años. El círculo virtuoso se completa con el opositor
peruano Alejandro Toledo, el cholo educado en Stanford cuya derrota
a manos del fraude fujimorista en las elecciones de mayo fue el
desencadenante del quiebre de la trinidad Fujimori-Inteligencia-Fuerzas
Armadas que la acelerada dinámica política de hoy
repotencia a cada instante.
Esta intervención norteamericana no procede del altruismo,
sino de la necesidad de disponer en América del Sur y,
particularmente, en los países limítrofes con la guerra
colombiana de aliados que Washington pueda controlar. La dupla
Fujimori-Montesinos, por más instrumental que haya resultado
para el control de la insurgencia y la erradicación del narcotráfico
en los años 90 y por más conexiones que el segundo
haya mantenido con la CIA desde los tempranos años 70,
comenzaba a ser poco confiable en este sentido. El ejemplo más
obvio es el escándalo de la transferencia de armas jordanas
a las FARC colombianas por parte de oficiales peruanos próximos
a Montesinos, una de esas operaciones típicas de la cinta
de Moebius en que transcurren las actividades de los servicios de
inteligencia.
En este sentido, la crisis peruana tiene raíces propias en
la ilegitimidad que rodeó la inauguración del tercer
mandato de Fujimori, pero no es imposible que Washington se haya
ocupado de dispararla. La difusión del video en que Montesinos
aparece sobornando a un congresista tránsfuga sólo
pudo provenir del interior de su Servicio de Inteligencia, demostrando
por primera vez que las viejas fisuras en el apoyo del ejército
al primer mandatario se estaban convirtiendo en un enfrentamiento
abierto. Pero en el ejército peruano es determinante Estados
Unidos, fuente principal de la ayuda militar a Lima.
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