A rezar, que sólo así le ganan al eterno Slobo |
Por
Maggie OKane
La escuela primaria local en Pozarevac, ciudad natal del presidente Slobodan
Milosevic, cumplió inmaculadamente ayer, el día que estuvo
en las candilejas, como centro de votación en las elecciones generales
yugoslavas, cuyo debatido resultado aún se ignora. Detrás
de dos largos escritorios en un aula recién pintada de cuyas
paredes colgaban la bandera federal (el país incluye a Serbia y
Montenegro), una cota de armas serbia y acuarelas de los alumnos,
fiscales de Milosevic y de la oposición observaban el proceso electoral.
El hijo del presidente, Marko, piloto deportivo amateur y campeón
del mercado negro, había cerrado la panadería, pizzería
y café de la que es dueño y no se dejó ver. La jornada electoral fue tranquila y civilizada, pero en todas partes
se sentía la importancia de la votación. Ya a las siete
de la mañana había colas fuera de los centros electorales
de Belgrado. Este es el corazón de la oposición que lidera
Kostunica, un abogado de 56 años que amenaza con poner fin a los
13 dolorosos años de Milosevic. Durante todo el día, en
las estaciones de radio y televisión locales, controladas por el
gobierno, se advertía a los habitantes de Belgrado que la oposición
estaba preparándose para alinearse con el vecino descarriado, Montenegro,
y traicionar a Serbia.
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